Realmente que ha sido un año donde el tiempo parecía comprimirse durante unos cuantos meses, no sé, parecía que con el frío invierno los días se volvían perezosos, mi cabeza se bloqueaba por la baja temperatura y mi corazón se helaba levantando falsas barreras de frialdad ante una traición.
Aunque el frío nunca dura para siempre.
La primavera aceleró todo y con ello derrite tus falsos muros helados, sientes dolor, angustia y esa necesidad imperiosa de de empezar a cuidarte, sin darte cuenta, que aunque por fuera intentes mejorar, por dentro puedes seguir siendo como un muñeco de trapo.
Fue momentos el que golpeas el corazón he intentas hacerlo que sienta y cuando lo haces por supuesto que la cagas y la vuelves a cagar.
Tiempo de errores que casi te cuestan demasiado, tanto como haber perdido el equilibrio sin haber sabido levantarte de nuevo.
Fueron días de sangre alterada y sin otro pensamiento que no pensar en las consecuencias, actuar sin mirar la magnitud de tus acciones, de tus palabras o de tus gestos.
La primavera fue tiempo de encontrar el lado oscuro y no saber ganarlo, no saber que ese camino siempre te lleva a perder muchas cosas importantes en la vida.
La primavera de las aguas pasó al calor del verano.
Verano loco, verano de recuerdos y promesas de repetir aquel verano loco, donde las heridas eran tan habituales, como las resacas o los buenos momentos de noches que se convertían en mañana.
Sin embargo la edad no pasa en balde y el verano fue una mezcla de conciertos, fiestas extrañas y mil y una confesión inconfesable. Un verano de dormir en tiendas de campaña, en vivir de madrugada, de fiestas de día, de sueños de noche.
Un verano donde vivimos mas fuera que dentro de casa.
Fue un verano diferente al de aquel año, diferente y único, único para no poder ser repetido, único para querer ser repetido.
El otoño se juntó todo, sentir y lamentar, vivir y morir en un viaje a un lugar imposible de haber pensado viajar hace un par de años.
Fue un viaje loco, de esos en los que cruzar un mar, ver mil lugares, arreglar errores y conocer nuevas sonrisas.
Un viaje que repetiría sin dudarlo, que repetiré sin dudarlo, con distinta compañía o parte de la misma pero volveré sin duda, porque aun me queda demasiado que conocer de un país que robó una parte importante de las mejores imágenes que han visto mis ojos.
Ya veis, así ha sido un año mas entre estas líneas y borrones.
Realmente han sido demasiadas entradas tristes, demasiadas palabras llenas de odio por no saber que había debajo de mi pecho.
Han sido líneas en las que he intentado suavizar mi perdida, una muy grande en unas fechas muy jodidas para echar a alguien de menos.
Han sido líneas de no entender cosas, de perderte entre las necesidades de la soledad y no hacer caso a algo mas que en vivir en felicidad.
Sin embargo al final, en la última semana de este año, esa búsqueda que no quise continuar fue la que me hizo cruzarme en el camino de un nuevo principio.
¿Y para este año? Deseo que todas mis piezas, esas que viven a miles de kilómetros, a cientos, a decenas o en mi habitación de al lado lo mejor del mundo, cada una de ellas se lo merece.
Deseo que si a alguien he herido, sus heridas curen pronto y sonría, porque la vida es para intentar ser feliz.
A quien me odia, que haga lo que quiera, realmente no me importa pero vivir con tanta mierda dentro acaba matándote.
Aunque sobre todo deseo que me quieran seguir conociendo, porque parecen meses lo que han sido días, asusta pero te da fuerzas para creer que las cosas especiales existen y tienen ojos marrones con motitas verdes.
Ella sabe que hablo de ella por eso no hacen falta nombres, sino tardes como las de los últimos días.
Para todos los demás que este año que se cumplen 10 años desde que el mundo se iba apagar por ese "efecto-chorra 2000" donde el mundo se iba a acabar y useís eso a vuestro favor.
Aprovechar cada día, cada beso, cada abrazo y cada momento como si fuese el último porque hay que disfrutar de la vida.
URTE BERRI ON!!