A veces te sorprendes como puedes dejarte conocer, sobre todo porque te cuesta tanto abrirte a la gente y menos aun, cuando las situaciones de la vida no invitan a ello.
Increíble que las miradas, las palabras o los gestos pueden trazar una radiografía tan personal, un secreto en forma de melodía y disfrazado de cuento.
Saber que incluso en los malos momentos, incluso en mis mis grandes aciertos, saben agrandar mis pequeños logros.
Simplemente ahora que mis días no son azules, sino negro, es un consuelo, un salvavidas y un referente para este oscuro camino que esta ley de vida injusta me ha hecho andar.
Son estos mis aciertos, mis orgullosas decisiones las que me hacen pensar que incluso tengo algo de suerte.
Hoy en especial disfrutar de este pequeño cuento de la única Reina que admiro y respeto.
Gracias, decir que me ha encantado sería quedarme demasiado corto así que...AU AU AU.
INFIEL AL VIENTO
No sé decir exactamente si aquél día el color del mar era verde azulado o azul verdoso.
El pequeño velero navegaba por un mar aparentemente en calma tranquilamente al son de las olas que parecía que le acariciaban en cada movimiento.
Una suave brisa se estrellaba de vez en cuando contra su vela que hacía que el pequeño velero anduviera de aquí para allí y de allí para aquí como si de una veleta se tratara, a sus anchas sin pensar en nada, sin necesitar nada, tranquilamente sin preocuparse de muchas cosas.
A veces surcaba los mares dejándose llevar, fiel al viento sin saber dónde o como acabaría. La verdad es que le daba igual, lo único que quería era olvidar aquél adiós y empezar una nueva aventura, respirar tranquilamente y disfrutas de esos contrastes de verdes y azules .
Pero a veces cuando se sentía en brazos de la soledad, cuando sentía que su cabeza iba mas rápido que el viento huracanado, aburrido ya de vagar al son del viento alzaba sus fuertes velas y como un buen aprendiz de sinvergüenza, guiándose por las fuerzas sacadas de la nada ponía rumbo a algún sueño que había dejado atrás, algún sueño de tierras lejanas.
Como si hubiera brindado por un adiós,queriendo olvidar y como si hubiera vendido su alma al diablo el pequeño velero se hacía grande entre las olas siguiendo ese rumbo que había marcado, sin mirar atrás, sin que nada pudiera impedir que llegara a su destino.
Con el sueño de perderse en los brazos de alguna dulce tierra lejana,de nuevos paraísos escondidos , dispuesto a llenarse de locura, como si de una droga dura se tratara se manejaba como una veleta que sabe con precisión la dirección que marca. Rápido como un rayo, al ritmo de las olas como si bailara al son de los zapatos negros del mar, el pequeño velero ya estaba cerca de conseguir su meta.
Una vez alcanzada la meta con la mirada alzada, aún sabiendo que se estaba engañando pidió al cielo que eso durara siempre, pero aún sintiendo que su corazón era de tango, supo que su cuerpo era de jota y si se quedaba allí echaría en falta ese mar azul verdoso o verde azulado hasta la muerte.
Renaciendo
Hace 9 años
0 Comentarios:
Publicar un comentario