12/30/2014

CUATRO REVERENCIAS

Otro circulo a punto de cerrarse o quizás un baile sonando el último compás, es lo que se puede resumir un año. Este se parece más bien al tercer acto de una obra de teatro que ha estado fraguándose durante años entre bambalinas. El actor que todos escondemos en lo más profundo de la razón, ese que busca el aplauso sin desprenderse de la modestia, al fin está viendo como todas las piezas terminan por encajar en un viaje que aunque elegido, a veces realmente ha sido una auténtica putada.  
Aquí estamos otra vez, de nuevo ante vosotros, ojos invisibles algunos, otros conocidos anónimos y por último los íntimos aventureros que se aventuran en mis abismos. Esa mezcla entre la locura felicidad y la cordura tristeza, vaivenes emocionales, capaces de hacer desistir hasta los más osados.
Aun así aquí seguís.
Si fuera creyente de niños concebidos por el arte divino o reyes de oriente, pensaría que se trata de un milagroso regalo. Pero creo que sigo siendo lo suficientemente cabrón como para no merecer todo lo que tengo a mi lado, lo bueno, es que he aprendido a valorarlo con la suficiente intensidad que se merecen ese tipo de personas. Será que estoy aprendiendo a aprender de nuevo, en ese viaje de osadía al volver a ponerme a un volante o tomarse con buena filosofía la monotonía laboral gracias a mi par de escuderas.
Sin embargo me gustaría dedicar esta última entrada a mi póker de reinas.
La primera es la inamovible atada a mi zurda como si supiera que nunca dejaría de meter la pata, es extraño, me confieso ateo y sin embargo creo en el poder de los recuerdos. Esa espiral de conocimiento adquirido con una mera imagen, un recuerdo, ese instante de saber que aunque no vuelvas a ver a esa persona, siempre será eterna en algún lugar de tu pecho.
Las otras tres son mis puntos cardinales.
El Norte que me centra entre las locuras pasajeras de tinta y los acantilados de suicidas emocionales que me arrimo demasiado. Ella es la primera en filtrar toda las ideas, una domadora de palabras ajenas, que siempre me regala el tiempo para poder amaestrar un Jacaré en la lejanía de una selva o una Bella que nació Bestia, en las orilla de un Río que no es Río sino Ría. Esta es mi primera reverencia porque no quiero dar nada por sentado y siempre tener presente que cada vez que doy un paso hacia el galimatías de la creatividad, ella está a mi lado sin pedir nada a cambio.
La segunda es una Bruja del este, sin zapatitos de tacón rojos, la teniente de mi Nostromos que cuando la nave está a la deriva. Sin necesidad de mover la nariz para hacer aparecer a un anárquico genio bajando unas escaleras, parece simple, pero ahí es donde reside la genialidad de la modestia de alguien que no sabe dar menos que todo y no pedir más que nada. La catadora del estofado a medio cocinar entre Caperucitas con látigo o bares imposibles a medio camino entre esa vena bastarda hacia la crítica y la honestidad de alguien que solo quiere tener una historia que seguir contando.
La tercera aunque también pertenezca al Este terminó por ser el norte, un centro realmente sorprendente, haciendo que cuando pensé que no podía ofrecerme más, se sacó un conejo de la chistera. La electricidad de la dulzura emocional, que ha hecho que las cámaras de una anciana realmente te hagan sentir la crónica de toda una vida o las punzadas de genial perrería de una Irlandesa cuyos negocios oscuro, terminan hasta resultar divertidos.
Muchos no entenderéis la mitad de estas frases, no os preocupéis, en el año que entra lo entenderéis.
Por eso quiero dedicarlas a ellas estas últimas líneas, por no tenerlas a todas aquí y ahora para decirlas cuanto las quiero a sabiendas que odio esas dos palabras. Pero las quiero como un tahúr querría tener esa mano en la partida de póker de la vida, si bien no es imbatible, es una mano que te cagas.
En cuanto al resto daros las gracias por seguir leyendo estas líneas y prometeros que mientras tenga ojos al otro lado, seguiré inventando otras historias. Existencias que ya están comenzando a cobrar forma deformada, entre asesinos locos o policías tatuadas por una infiltración erótico festiva. Nuevas líneas que harán surgir una historia de amor entre una Emo suicida y un tipo gris sumamente gafe carente de memoria, que resultará esconder un mortal secreto.
Aunque eso será en el año que viene, este solo me queda levantar un buen GinTonic a vuestra salud, colocar un disco del único Doctor que hago caso y desearos que todos hagáis lo que os venga en gana y si no es muy legal al menos que no os pilles.
Pero sobre todo vivir el uno de Enero como si fuera el Treinta y uno de Diciembre.
El 2 con la misma intensidad.
El 3 con la misma intensidad.
Y así sucesivamente.    



                                                                                                                                          

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12/19/2014

EL OLENTZERO VIAJA EN UNA FURGONETA AMARILLA

Los viernes suelen ser días extraños de carreras, atascos y un cúmulo de trabajo que puede llegar a ser a llevarte al límite. Horas que se alargan como la decena de chicles que tienes que meterte en la boca para no dormirte.
Bostezos, tocada de cláxones y algún que otro fitipaldi que olvida lo que es un volante con el olor a fin de semana.
Sin embargo como los días raramente peculiares este ha empezado con un simple detalle, la idea de poder entender un mensaje en el móvil de Correos. Esas líneas que te dicen que un regalo ha llegado a tu casa y después simplemente ha desaparecido, me explico, algo como que mirase en mi buzón en busca de una notificación que tal vez fuese invisible, cual invitación dorada de Willy Wonka, como entrada al surrealista mundo de las cosas que se pierden en el limbo de la empresa pública.
Brillante mi idea de decidir ir a buscarlo yo mismo.
Para empezar una bonita cola de unas diez personas, quince minutos de espera y una de las dos “amables” administrativas, decidiendo cerrar la ventanilla, he decidido desistir en seguir esperando. Pero no por ello me he rendido, esa cabezonería que me aleja de mi signo como Géminis y me acerca al par de Tauros que me suelen acompañar…ahora que lo pienso…me estoy convirtiendo en otra ella!!
Bueno a lo que voy.
Decido optar por la llamada y una máquina me da los buenos días, empezamos bien, aunque no por ello he desistido, pensando con toda la ignorancia del mundo, que la rebelión de las máquinas hubiera tenido una tregua por mí.
-          Digame el número de envio.
-          A 2 1 4 S….
-          A 2 1 4 F… ¿es correcto?
-          No
-          Repita el número.
-           A 2 1 4 S….
-          A 2 1 4 F…¿Es correcto?
-          No.
-          Repita el número.
Tras media docena de intentos finalmente han decidido pasarme con una operadora y hacerme sentir un pobre disléxico al que ni un ordenador entiende. Una cosa señores de Correos, solo una sugerencia, si el maldito ordenador no capta la diferencia entre la S de SEGOVIA, SUERTE, SOBACO... y la F de FEA, FULANA, FETIDO….¿No sería mejor que no entrasen en la bases de datos? Sé que les dejaría sin diversión pero ahorraría muchos dolores de cabezas y ganas de hacer volar los teléfonos portátiles.
No penséis que con la operadora ha mejorado el momento.
-          -  Dígame el número.
-          -   A 2 1 4 S
-          -   A…….2…….¿1?
-          -  Si
-          -   4….. S……¿S de Segovia?
Creerme que me han dado ganas de contestarle – No, S de Fetido…
Bueno tras eso y descubrirme que como esperaba el paquete seguía desaparecido le he preguntado si habría alguna forma de poder ir a buscarlo cual Indiana Jones.
-         -    Si pero debería esperar al segundo aviso.
-         -    Vale, ¿pero entonces no puedo ir yo a por él?
-          -   Si, si puede.
-          -   Vale, ¿me puede decir entonces a donde?
-          -   Si, pero como le digo debería esperar al segundo aviso.
-          -   ¿Debería o deberé?
-  Vale que no sea usted de números pero leches, utilice el tiempo verbal correcto!
-          -   Pero entonces no puedo.
-          -   Si…
-          -   Vale….
-          -   …..
-          -   ¡Pero a donde!
-           -   Si quiere le doy el número de teléfono de la centrar de… ¿Llama por un paquete para Bilbao verdad?
¡Hija mía que lo acabas de mirar en el ordenador!! Como me lo hagas repetir otra vez la S de Segovia se va a convertir en F de Furcia.
Lo admito, después de eso me he rendido y he colgado el teléfono, herido y totalmente abatido por no hacerme entender. Viendo pasar cuatro furgonetas amarillas entre suspiros de pensar que mi pobre paquete iba en una de ellas, a la quinta no la he dejado pasar y cuando la he visto he ido tras su búsqueda hasta darla caza en el semáforo en rojo.
En un minuto he tenido que lidiar con una compañera a que un día la vamos a matar a base de pasar momentos embarazosos (la pobre la hacemos pasar una de vergüenza) Una guerra de manos largas a gritos
-          -   Baja la ventana.
-          -   No
-          -   Baja la ventana.
-          -    No que llamo yo a donde sea.
-          -   ¿Qué más da? La máquina no te va hacer ni puto caso.
-          -   ¿Pero que le quieres decir?
-          -   ¡Que si mi paquete se ha perdido en el triángulo de las Bermudas!
Eso parece que la ha convencido y allí, parado en un semáforo he entablado una conversación con un señor Barbudo y afable que me ha dicho en menos de lo que se pone en verde, que no puedo recogerlo hasta el segundo aviso y que espere un día después de recibir la notificación más o menos hasta el martes.
Tiempo de la conversación 10 segundos.
Tiempo de la llamada 20 minutos 23 segundos.
¡Ganador el Cartero Barbudo por goleada!
Entonces el milagro ha ocurrido.
200 metros después el buen hombre me ha hecho señas para que bajase de nuevo la ventanilla y las palabras mágicas han surgido de su boca.
-          -   ¿Dónde vives?
-          -    En Santutxu.
-          -   Pues es mi zona, creo que tengo tu paquete aquí.
¡Aleluya!
Así que ahí estamos, en mitad del Arenal, sujetando los paquetes a rebosar del buen hombre para que buscase entre la decena de bultos el que llevaba mi nombre. En mitad de la calle y echando una firma como los famosos, finalmente he conseguido lo imposible, venciendo al sistema gracias a la inestimable ayuda del cartero que se merece ser el trabajador del mes y que le den como paga extra el sueldo de la máquina.
Entonces me he percatado, barbudo, bonachón y con un medio de transporte repleto de regalos de navidad…
!Eskerrik Asko Olentzero!   



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SOLAMENTE UNA PIEZA...