12/02/2009

A 12000 KILOMETROS

La distancia siempre es un buen ángulo para ver las cosas, tal vez desde mas atrás se vean las cosas de distinta manera.

La distancia te hace tomarte las cosas con otra calma, sentir que no puedes y sobre todo, no debes controlar todo lo que te rodea.

No puedes pretender que la vida se pare porque no estas tú y compruebas como la gente puede caminar sin ti.

Esto te hace liberarte, quitar las barreras que te ataban a tus ficticias obligaciones y comprobar que debes comenzar a sentir.

No pensar, disfrutar, disfrutar como lo has echo de ver unas ballenas, de casi tocar un glaciar o andar para observar las mejores vistas que nunca has visto tus ojos.

Es otra perspectiva, otra forma de comenzar a ver las cosas y sentir que alguien te falta, alguien que tus obligaciones por no sentir te han echo casi perderla.

Es tal vez su calor, tan ajeno en estas preciosas tierras que incluso la mejor de las miradas a una vista que tus ojos no podrán borrar, hace que sea insignificante sin esa persona.

Por eso me gustaría volver aquí, tal vez incluso parte de mí no se quiera ir jamás pero tengo claro que cambiaría a mis compañeros de viaje, no porque me desagraden, sino porque siento que algo me falta.

Han sido 12000 km de calma para darme cuenta, un océano y sobre todo, los millones de buenos recuerdos y sentimientos que tu cabeza dibuja cuando no tiene otra cosa que pensar.

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