La vida esta llena de puertas, algunas de madera maciza, de esas que solo se pueden abrir con al ayuda de un amigo.
Esas puertas que tienen labrados tus miedos, tus pequeños y oscuros rincones en formas de dudas.
Esos pomos enormes, con forma de monstruos de debajo de la cama y que por mucho que empujes, es difícil que puedas transparsarlas por ti mismo.
Hay también puertas giratorias, de esas que te meten y sacan de lugares odiados y amados a cada segundo. A cada giro una sonrisa o una tristeza se dibujan en tu rostro, en tu corazón o se graban en tu alma.
Hay barreras que te impiden continuar, barreras que intentan hacerte retrasar en olvidar, barreras como cadenas, barreras como un ancla que no te vuelve a dejar volar, de esas que duelen, de esas que convierten los buenos recuerdos en malos momentos de soledad.
Barreras que hay que acabar por quemar, para poder seguir caminando entre las cenizas del pasado.
Hay puertas con cerrojos por fuera, de esas que traspasas y te arrepientes tan solo con cruzar el umbral, de esas que tienes que escapar saliendo por una ventana. Saltando con los ojos vendados y sin saber si estas mas cerca del cielo o del suelo. Son golpes que te hacen ver que no todas las puertas son para traspasar, que no todos los cerrojos estuvieron para abrirlos, sobre todo si tu fuiste el que los cerró hace muchos años.
Hoy como cualquier día conoces puertas, nuevas cosas que aprender y comprender. Con esa cosa que te hace volver a soñar que esta no será una nueva puerta anónima, deseando que tras esta puerta no tenga que volver a saltar por ninguna ventana, porque ya no me quedan tiritas para ninguna rozadura mas.
Esas puertas que tienen labrados tus miedos, tus pequeños y oscuros rincones en formas de dudas.
Esos pomos enormes, con forma de monstruos de debajo de la cama y que por mucho que empujes, es difícil que puedas transparsarlas por ti mismo.
Hay también puertas giratorias, de esas que te meten y sacan de lugares odiados y amados a cada segundo. A cada giro una sonrisa o una tristeza se dibujan en tu rostro, en tu corazón o se graban en tu alma.
Hay barreras que te impiden continuar, barreras que intentan hacerte retrasar en olvidar, barreras como cadenas, barreras como un ancla que no te vuelve a dejar volar, de esas que duelen, de esas que convierten los buenos recuerdos en malos momentos de soledad.
Barreras que hay que acabar por quemar, para poder seguir caminando entre las cenizas del pasado.
Hay puertas con cerrojos por fuera, de esas que traspasas y te arrepientes tan solo con cruzar el umbral, de esas que tienes que escapar saliendo por una ventana. Saltando con los ojos vendados y sin saber si estas mas cerca del cielo o del suelo. Son golpes que te hacen ver que no todas las puertas son para traspasar, que no todos los cerrojos estuvieron para abrirlos, sobre todo si tu fuiste el que los cerró hace muchos años.
Hoy como cualquier día conoces puertas, nuevas cosas que aprender y comprender. Con esa cosa que te hace volver a soñar que esta no será una nueva puerta anónima, deseando que tras esta puerta no tenga que volver a saltar por ninguna ventana, porque ya no me quedan tiritas para ninguna rozadura mas.
1 Comentarios:
http://www.goear.com/listen/a5101e3/Tres-puertas-extrechinato-y-tu
Pero nunca abras la del sótano...
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