Finalmente se acabó el buen tiempo, la manga corta y los morenos de playa.
El frío ha llegado, con fuerza, con ganas de recordarnos que se acabó la alegría del verano, que él dominará los siguientes meses nos guste o no.
El sol saldrá lo justo y si cuando lo haga no calentará, no nos dará ese calor que nos da vida, que nos hace mas activos.
Será un sol helado, de invierno y aunque sea la misma luz que meses atrás parece que sea un desconocido.
Aunque sin duda lo que peor llevaremos será la lluvia.
Esa agua que te llega hasta los huesos, que te hunde y te hace tiritar sin remedio deseando que llegue la hora de salida para volver a casa.
Son días de humor de perros, de ladridos, malas miradas y suspiros de añoranza por querer buscar un sitio donde no llueva.
Son horas de gente acelerada, de malos modos y de los hijoputas de rigor, es tiempo de suspirar y contar hasta mil antes de sacar tu malas formas a pasear.
Aunque a veces no puedes aguantar y un mensaje o una llamada hacen que te cagues en todos los santos.
Por eso es tiempo de tener a tus paraguas mas a mano, esos que te abrazan y te miman cuando tu moral comienza a estar bajo mínimos.
Esos mismos paraguas que te dan una toñeja cuando te pasas de ladrar.
Por eso nunca olvidar esos paraguas, nunca perderlos y sobre todo recordar que los tienes porque los demás, siempre se acaban rompiendo.
El sol saldrá lo justo y si cuando lo haga no calentará, no nos dará ese calor que nos da vida, que nos hace mas activos.
Será un sol helado, de invierno y aunque sea la misma luz que meses atrás parece que sea un desconocido.
Aunque sin duda lo que peor llevaremos será la lluvia.
Esa agua que te llega hasta los huesos, que te hunde y te hace tiritar sin remedio deseando que llegue la hora de salida para volver a casa.
Son días de humor de perros, de ladridos, malas miradas y suspiros de añoranza por querer buscar un sitio donde no llueva.
Son horas de gente acelerada, de malos modos y de los hijoputas de rigor, es tiempo de suspirar y contar hasta mil antes de sacar tu malas formas a pasear.
Aunque a veces no puedes aguantar y un mensaje o una llamada hacen que te cagues en todos los santos.
Por eso es tiempo de tener a tus paraguas mas a mano, esos que te abrazan y te miman cuando tu moral comienza a estar bajo mínimos.
Esos mismos paraguas que te dan una toñeja cuando te pasas de ladrar.
Por eso nunca olvidar esos paraguas, nunca perderlos y sobre todo recordar que los tienes porque los demás, siempre se acaban rompiendo.
2 Comentarios:
Cuidado con las toñejas...que enganchan...jajajja
Un refugio. Pequeño, con fuego, que transforme la lluvia en un sonido amigo, como si fueran chorros de manantiales que cayeran al vacío, haciendo libre al agua, creando riachuelos y pozas.
El refugio puede estar en casi cualquier lado donde tus sentidos se posen, sin resentimientos, sin malas formas ni agobios.
El trabajo no debe poder con nosotr:).
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