Es lo que siempre pasa con las liebres y las tortugas que existen en esta vida, es como en la fábula.
Es ver a todas esas liebres que visten de gris, aquellas que tienen el camino marcado desde que apenas levantan un par de palmos de suelo.
Que estudiar, que buscar, que visitar y como vivir.
Todo como si fuese una mala película en la que el blanco y negro predomina, en la que vivir significa controlar todo a su alrededor.
Son corredores, son auténticos velocistas de línea recta que no miran a su alrededor y que da igual que o quien esta bajo sus pies.
La meta y la gloria es lo primero que llena sus mentes planas.
Lo peor es que al mirar a las tortugas se ríen de ellas, de lo poco que tienen, de lo poco que son a su lado y lo lento que andan.
Que estúpidas son las liebres al no ver que las tortugas no corren porque no puedan, sino porque no les da la gana de hacerlo.
Las tortugas no corren, viven y se equivocan de camino.
Se pierden, andan y desandan caminos con total alegría, sin mirar al reloj, sin tener que dejar de disfrutar de una buena conversación o una caricia.
Ciertamente es, que al meterse en caminos no marcados las tortugas se llevan mil y una ostias pero para eso llevan su caparazón.
Su pequeña barricada personal en forma de recuerdos, sueños y vivencias.
Siempre dejando parte de su vida en cada una de las paradas, en cada una de las pequeños lugares desconocidos que nutren ese caparazón y sonríen solo al recordar a la gente que quedó allí.
Por eso da igual que sea por mar, tierra o aire la tortuga siempre acabará lo mas lejos posible de la meta.
Porque lo que no entiende la liebre es que da igual lo que hagas, lo que disfrutes o lo que vivas la meta es la misma para todos y va vestida de negro y sin muchas ganas para celebrar.
Así que le digo a la pequeña tortuga a la que a veces la posee su parte de liebre, a esa persona que a veces se ahoga al comprobar que la vida gira como le de la gana y a veces le dan ganas de maldecirla. Que tan solo tiene que cerrar los ojos y elegir un plan no escrito.
Que jamás pierda las ganas de volar, porque también existen las tortugas voladoras y ella es una de mis alas.
Renaciendo
Hace 9 años
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