10/14/2009

A LAS COSAS POR SU NOMBRE

Es realmente extraño como las mismas letras puedan despertar sentimientos tan diferentes. Como un mismo nombre se transforma hasta el punto de hacerte subir o bajar en tu escala de satisfacción.
Comprobar que la asociación de esa palabra, puede hacerte pensar en el mejor de recuerdos o en la peor de las putadas.
Por ejemplo como una diosa, una reina y una zorra pueden compartir nombre, y no, no se trata de ninguna canción del Sabina.
Como algo que debería ser un milagro, acabó siendo una maldición, que a veces aun sufres aunque sea de forma inconsciente.
Hay también casos que te hacen sonreír, como comprobar que a pesar de casi una década de diferencia, hay padres que acertaron al poner el mismo nombre a dos personas que valen tanto, como mandar incluso en el mar de neuronas, sentimientos o rarezas que esconde la cabeza.
Antónimos tan extraños como ser la mejor prima del mundo y la cuñada que no desearía ni al peor de mis enemigos.
Aunque sin duda el caso mas especial son aquellos nombres que desaparecen, aquellos que son devorados por un apodo, por una seña que todo el mundo reconoce y que puede derivar de un rasgo o de tu apellido.
Sin embargo, lo que hay cierto es que hay cosas que da igual como lo mires siguen llamándose igual. Un hijoputa seguirá siendo un hijoputa, un gilipollas siempre será un gilipollas y así con toda la gente que se dedica a poner nombre a los demás sin conocerles.
Hablar por hablar sin haberte visto caer en tu infierno, sin haber visto tocar fondo y levantarte, sin haberte visto sonreír de corazón o llorar como un niño.
Son esos momentos, los que mas perdido te sientes donde olvidas los nombres de los demás y tu mente solo dibuja sus caras, lo que tu sientes por ellos y te recuerdan que hay que ser valiente para llamar a las cosas por su nombre, incluso si lo que estas mirando es un espejo.

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SOLAMENTE UNA PIEZA...