Tras llegar empapado, cansado y con ganas de sentarme he descubierto que todo tiene un precio.
Ya sea en lo físico o psíquico todo requiere un sacrificio personal, dicen que para que la recompensa sea mayor...pero yo no lo creo así.
El sacrificio es muchas veces desmedido, un precio que la mayoría de las veces es excesivo, porque digamos lo que digamos somos humanos y como tales, es imposible que lleguemos a todo.
Puede que le llamen equilibrio, pero el equilibrio no existe y nos movemos en margenes que nuestras vidas siempre están a punto de derramarse a cada segundo que pasa.
Da igual nadie se cree esa mierda que te dan lo que te quitan porque en un segundo puedes perder todo, porque en un segundo puedes ganar todo.
Simplemente es cuestión de suerte, probabilidad o cualquier otra ciencia para nada exacta o simplemente que no somos ni por asomo un dios omnipresente.
Hay cosas que no vemos, cosas que no oímos y como tal no deberíamos hacer promesas para largo tiempo, a nadie y en especial a uno mismo.
Esas son las peores promesas porque luego nos fustigamos por nuestros errores, por nuestros fracasos o cualquier otro desvío de nuestro camino marcado.
Lo que tenemos que pensar es que estamos diseñados para frasacar y aprender, eso que dicen de prueba y error, que tenemos que hacer de tripas corazón ante los momentos chungos y aprovechar cada instante que duren los buenos como si se fueran ha terminar al siguiente segundo.
Ya sea en lo físico o psíquico todo requiere un sacrificio personal, dicen que para que la recompensa sea mayor...pero yo no lo creo así.
El sacrificio es muchas veces desmedido, un precio que la mayoría de las veces es excesivo, porque digamos lo que digamos somos humanos y como tales, es imposible que lleguemos a todo.
Puede que le llamen equilibrio, pero el equilibrio no existe y nos movemos en margenes que nuestras vidas siempre están a punto de derramarse a cada segundo que pasa.
Da igual nadie se cree esa mierda que te dan lo que te quitan porque en un segundo puedes perder todo, porque en un segundo puedes ganar todo.
Simplemente es cuestión de suerte, probabilidad o cualquier otra ciencia para nada exacta o simplemente que no somos ni por asomo un dios omnipresente.
Hay cosas que no vemos, cosas que no oímos y como tal no deberíamos hacer promesas para largo tiempo, a nadie y en especial a uno mismo.
Esas son las peores promesas porque luego nos fustigamos por nuestros errores, por nuestros fracasos o cualquier otro desvío de nuestro camino marcado.
Lo que tenemos que pensar es que estamos diseñados para frasacar y aprender, eso que dicen de prueba y error, que tenemos que hacer de tripas corazón ante los momentos chungos y aprovechar cada instante que duren los buenos como si se fueran ha terminar al siguiente segundo.
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