CRONICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

Aquel era un encuentro que hacía mucho tiempo que ella había evitado de todas las maneras.
Aquella era su vieja compañera, la que había nacido en el mismo momento que ella misma nació y sin embargo, siempre sería su mayor enemiga.
Sabía que había perdido aquella batalla y su contrincante estaba esperando que asumiera su derrota.
Ella lo había intentado de todas las maneras, de todas formas y con todos los estímulos posibles.
Todo ello resultó inútil.
Ya no había pintores, ya nadie escribía lo que sentía o leía lo que los demás sentían. Ya no había historias, ni revoluciones, ya no había nada que se saliese de lo que era matemáticamente probable.
La locura había sucumbido a su poder y ahora le tocaba a ella, era inevitable y por eso veía la sarcástica sonrisa de su enemiga.
Sabía que tocaba ahora, ya no había museos que ver, ni cuentos por inventar, todo estaba informatizado de un color gris neutro.
La televisión había matado los cerebros de los seres humanos y ella no podía volver a existir, ya no quedaba nada por lo que seguir en aquel mundo.
La razón le tendió una pistola a la imaginación y ella no dudo en cogerla, se acercó el cañón a la sien, no sin antes derramar una última lagrima por la humanidad.
Apretó el gatillo.