1/11/2010

APRENDER A NO TEMER

El miedo es un compañero demasiado destructivo, demasiado previsible y sobre todo, un dictador con mano de hierro que nos hace convertirnos en la sombra de lo que en un día fuimos y añoramos cada noche.
Son momentos de amoldarte a las situaciones, de odiarte por no poder ser como quieres, como tu sangre te dice que seas y sin embargo, tu corazón reniega como un judas cualquiera.
Es una situación agobiante, de esas en las que la soledad te llama cada día, que temes perder todo y camuflas momentos de ira con palabras bonitas, con buenos gestos.
Sin embargo nada de destruye, sino se transforma.
No puedes mantener la sonrisa eternamente, no puedes aguantar esa olla a presión que se convierte tu vida y por ello, al final la pagan justos por pecadores.
Momentos de odio a la sombra que reflejan los espejos, odio por sentirte atrapado en un cuerpo que no es el tuyo, odio por moldearte a las situaciones o a las personas.
Aunque todo llega a su fin.
Hay una variable, generalmente dolorosa, en mi caso una gran perdida, que te hace mirar a ese miedo a la cara.
Levantar tu vista del suelo, ver que ese fantasma del espejo no es tan temible, que la soledad no se puede obligarla a marchar, que no se puede volver a sentir porque quieras, sino que simplemente ocurre.
Necesaria paz después de tanta guerras de suicidas intento por volver a darlo todo, por querer darlo todo.
Es mirar a ese miedo a no saber volver a sentir y darte cuenta, que si una vez lo hiciste, puedes volver a vaciarte, puedes volver a querer sin mascaras ni disfraces.
No buscar, simplemente que te encuentre.
Yo he tenido suerte, muchísima suerte porque el mismo día que decidí ese cambio de dirección, me encontró lo que tanto tiempo buscaba.
Esa persona que me ha hecho volver a hacer sonreír como un tonto. Un feliz tonto.
Por eso ahora creo en mi palabra, por eso ahora no dudo y quien lo haga estará equivocado.
Da igual lo que sea, la mayor estupidez del mundo o el secreto mas inconfesable del mundo, da exactamente igual, no tengo porque ser diferente, no tengo porque amoldarme a nadie.
Mas que nada porque sé que la gente que me quiere así quiere que sea y no puedo hacer otra cosa que no fallarles.
Y el que no este a gusto con ello, que no tenga miedo en marcharse, sin rencores ni malas palabras, pero que no tenga miedo a cerrar la puerta.

0 Comentarios:


SOLAMENTE UNA PIEZA...