Me encanta lo políticamente incorrecto, es mas, creo que incluso es mas correcto que lo que realmente estamos acostumbrados a escuchar. Es algo como decir las cosas como son, sin camuflarlas bajo palabras azucaradas, cuando realmente pensamos ideas con sabor a vinagre. Si alguien es un gilipollas que se muestre como es, como un gilipollas y punto, porque aunque intente camuflarlo siempre habrá pequeños detalles que te harán saber que esa persona no es trigo limpio. Las cosas mejor de cara, sin medias tintas porque realmente se valoran mas, porque realmente así conoces a las personas que te rodean. Es mejor que sean naturales, espontáneas y que un "coño" o "joder" no suenen a nada mas de lo que significan. Creo que no podría medir mis palabras, creo que es mejor ni plantear medirlas porque a fin de cuentas no me ha salido tan mal haber elegido este camino. Así que lo dicho a ser como cada uno quiera ser sin pensar si a otro le va a molestar y nada mejor que los reyes de lo políticamente incorrecto para expresarlo.
Hay días que currar se convierte en el principio del fín de tus baterías, son días en los que suena el despertador, lo sientes y al girarte ves que diluvia fuera de tu trinchera con forma de nórdico. Tal ves el amor-odio hacia Bilbo es sin duda ese, esa negrura en los días tristes, esa lluvia y ese frío que solo el viento de la ría puede ofrecerte, es sin duda lo que te hace apreciar, saborear y palpar los días soleados y las cálidas compañías. Es tener que ducharte entre tiritonas a las siete y media de la mañana, y lo que es peor, que sea sabado y pensar que deberías estar durmiendo, con resaca o en cualquier otro lugar que un autobus sobre el que oyes la lluvia golpear. Después unas horas de frío, lluvia y de postre algún que otro vividor de las malas sombras que no sienten o padecen ninguna de esas miserias que tu sufres, mas que nada, porque mientras tenga otro bar de matinales al que ir no hay lluvia que los pueda acabar con su fiesta. Luego café con neuronas, pensando ideas de tiempos mejores en los que fuiste un amago de guionista y sientes que comienzas a estar en reserva. Aún te queda un amago de fiesta aguada y quedar con tu sonrisa. Prefieres empezar con la sonrisa porque realmente, las ganas de andar, de seguir mojandote. Entonces ves que estar en reserva era una idea demasiado optimista, demasiado incluso para salir de fiesta, de cenar con los amigos. Notas que te agobian los bares llenos de lamentos rojiblancos, que el café no es droga suficiente para que despiertes y el frío y la lluvia deberían hacer que tu humor no mejorase, sino que se convirtiese en una sucesión de gruñidos y quejas. Sin embargo solo queda tu cansancio porque tu sonrisa no te falla, tu sonrisa te acaricia, te vacila y te hace sentir que vale la pena pasar sueño mas cansancio por encontrarla. Hoy vuelve a llover en bilbao y a pesar de eso aun tienes fuerzas para no olvidar la sonrisa.
A veces ser un payaso no es malo, sino todo lo contrario. Es divertido liberar tensiones, ser tu mismo y hacer el payaso porque te sale, porque sabes que el que recibe esa broma, tontería, frase mal dicha o palabra inventada no va a juzgarla. Sino intentar superarla con otra peor. Son momentos de felicidad plena, sin juicios de valor, son frases como "Poke somos mu malos" repetida hasta la saciedad, son tardes de hacer el colibrí, de fotos con lenguas sacadas o vídeos imitando películas sobre dinosaurios. Son tardes de crucigramas mientras te inventas las palabras o reírte mirando como la gente hace el koala. Si te pones fríamente a pensarlo son cosas realmente estúpidas, muchas de ellas rozan lo políticamente incorrecto y además pueden incluso herir la sensibilidad de algunas personas. Aunque realmente nos tiene que dar igual todo eso porque esa gente que hace tonterías, esa gente que nos rodea y a las que las hacemos sonreír con nuestras bobadas son las que saben entenderte. Son las que sabes que tras ese maquillaje y nariz roja, se esconde una persona que no te falla en los momentos que la risa se convierte en llanto, en esas que dejarían el mejor de sus trucos para que no vieran una lágrima caer por tu mejilla.
Ah, hoy llueve, no se ve la luna y hace un frio de cojones...pero aun así exigo y deseo que la luna siempre me sepa a poco.
Todos nosotros escondemos una casa en nuestro cuerpo, es nuestro último refugio cuando todo lo demás ha fallado, nuestro lugar sagrado en el que nadie mas puede entrar. Cada casa refleja a la persona que la que cobija. Son por ejemplo los ingenieros indecisos, que hacen y deshacen una y otra vez los planos y jamás acaban de fabricar nada, mueren con la idea de la perfección que su dudosa cabeza jamás les deja construir. Los hay que quieren hacer las cosas al revés, eso de empezar la casa por el tejado como dice la canción. Son gente que nunca miraran un mapa, nunca preguntarán o si quiera se molestarán en mirar unos planos y claro, acaban sepultados bajo su propio tejado. Los hay con la fachada perfecta, de horas de gimnasio. Paredes que cualquiera observa con envidia y deseo. Sin embargo son solo fachadas y como en la sagrada familia, cuando pasas a su interior ves que no hay nada dentro y lo que hay, solo son viejos muebles repletos de bichos. También esta el caso opuesto. Fachadas horrendas que esconden autenticas obras de arte, de esas que son únicas e irrepetibles pero como cualquier buen anticuario, tienes que tener tiempo y suerte para encontrar. Otro caso son los soñadores, esos que hacen sus casas sin tejados para que sus sueños vengan a ellos y la luz de la luna les ilumine directamente cada noche. El problema, es que cuando llueve tristeza, son los primeros en coger pulmonía. Tenemos a los desastres, esos que hacen puertas y ventanas donde quieren o pueden sin un orden o los perfeccionistas que asocian la simetría y la perfección a cada milímetro de su pulcro hogar. Sin embargo, aunque pensemos que hemos construido nuestra casa perfecta, esta estará siempre en reformas. Tendremos albañiles y carpinteros cada día de nuestras vida, en cada una de nuestras decisiones. Cambiaremos una puerta, tiraremos una pared o moveremos un cuadro, da igual, el cambio nos hace sentirnos vivos. Esta claro que a veces, tapiaremos puertas que con el tiempo querríamos volver a abrir y rara vez lo hacen. Crearemos balcones defectuosos para ver el mar que acabarán cediendo bajo nuestros pies, por mala calidad de los materiales. Las puertas no pegaran con las paredes, las ventanas estarán sin cristales o mil y un detalle que nos harán renovar nuestra casa día a día para nunca poder decir que nos cansamos de la decoración.
Anhelamos lo que queremos y deseamos poder ser lo que siempre quisimos ser cuando eramos jóvenes y nos comíamos la vida a bocados. Sin embargo el tiempo pasa, evolucionamos, crecemos y tras mil errores buscamos tranquilidad en días que en pasado intentabas evitar. Intentamos ser felices, pero somos unos perfectos imperfectos y por lo tanto las cagamos, dudamos y a veces acertamos. No entendemos que el mundo es egoísta, que no podemos salvar a nadie que no quiere ser salvado y mucho menos, sin haber encontrado nuestra propia salvación. Somos imperfectos y eso es algo con lo que siempre tendremos que vivir, sentir y poder disfrutar de la los días que nos queden por vivir.
En esta vida siempre hay que estar agradecido, sobre todo de los enemigos que día a día intentaron ponerte zancadillas para que tus dientes rebotaran contra el suelo. Agradecer a esos "amigos" que siempre estuvieron ahí...aunque mejor que hubiesen encontrado la salida mucho antes de tiempo. Gracias por haberme hecho descubrir que el narcisismo puede ser estúpido, las mentiras pueden ser gilipollas y sobre todo que a veces se cumplen a pesar de estar solo en su enferma mente. Aunque sobre todo me quedo para saber separar la hierba mala de la buena, esa que te hace cambiar de continente para sentir lo que realmente son los Buenos Aires. Esa que estudia la mente y a veces la vence el corazón, por mucho que quiera organizarlo e intentar que deje de latir de forma anarkica. O esa que aunque un pequeño músico de grandes patillas y gorra tocase en el infierno le iría a ver. Gracias por haberme enseñado realmente a quedarme con la gente, que cuando lo he necesitado, siempre han estado ahí. También es digno de agradecer a esa parte de la familia que dejó de serlo, que solamente comparte unas letras después de un nombre. Agradecerle por no tener que compartir el fabuloso tiempo que he pasado junto a la gente que he adorado, querido y respetado como lo que ellos olvidaron, como una familia. No puedo olvidarme de agradecer a esa princesa de cartón, esa que definió su amor como usar y tirar, como una necesidad de pedir y no querer dar ni siquiera unas palabras de despedidas. Agradecerla que con su portazo para despetar y comprobar que incluso llegaste a buscar en otros brazos lo que tu corazón no sentía, lo que la monotonía había hecho perfecto y sin embargo no era otra cosa que una mierda. Aprender a engañarte para poder sentir. Aunque sobre todo agradecer a tu peor enemigo, tú mismo. Darle las gracias por no hacerte conformista, por no dejarte ser feliz hasta que realmente has podido aprender a disfrutarlo. Darle gracias porque ha sabido hacer sangrar las heridas envenenadas, esas que cierran estando infectadas y que sabes que van a doler cuando te las vuelvan dejar en carne viva. Esa venganza que tu cabeza guardó durante años por engañar a tu corazón. Ahora que te miras al espejo y compruebas que no cierras los ojos al ver la imagen que te devuelve. Ahora has aprendido a brindar y recuperar a buenas amigas perdidas a miles de kilómetros, a que te sobre una mano para contar a tus amigos, pero saber que darías cada uno de esos dedos por cualquiera de ellos. Saber que cada vez que te mires la muñeca sonreirás y serás un poco mas feliz porque hay grabados un millón de recuerdos. Aunque sobre todo saber lo que es sentir, que sonrías en un café y que tu cabeza haga volar las dudas, los pasados y solo pensar en el futuro reflejado en unos ojos, sin prisa, sin trampas y sobre todo exprimiendo los segundos. Las heridas dejarán sus cicatrices, esas que te recordarán lo que fuiste, lo que viviste y sobre todo lo que esta en el pasado, bien queda en el pasado. Por eso gracias a todos mis enemigos....gracias por venir y agur, hasta nunca.
Si creyese que Dios fuese el creador del mundo entendería que hubiese hecho todas las cagadas que vemos día a día. Porque empezar el Lunes a hacer algo es como no querer hacerlo, porque es un día donde tienes que recuperarte de los buenos momentos del fin de semana. Te cuestan las palabras, no entiendes a quien te habla y realmente al mirar a los lados en vez personas, parece que estas rodeado de zombies de una película de serie B. Son los Lunes, lo días en los que quieres sobrevivir al final del día de trabajo. Lo bueno es poder desconectar, poder reír y lanzas puñales en forma de sonrisas para poder relajar. Porque a veces no hablar, no significa falta de comunicación...nada mas lejos de cualquier fantasía.
Todos evitamos que los días se vuelvan iguales, que no haya emoción de la diferencia de lo que nos queda conocer.
Todos buscamos domingos de noches de sonrisas, de miradas a través de vasos de cristal y de evasión de resacas que llegarán cuando sale el sol. Nos queremos creer que cada momento tiene que ser especial, que todo debe fluir, que nada puede ser igual y la perfección se consigue con el cambio. Son días en los que miras por la ventana y el frío te salpica en la cara mientras consumes un cigarro mas por dependencia que deseo. Son noches de lluvia oscura, de esa que moja antes de tocarte, de esas que cae sin que ningún paraguas pueda protegerte del chaparrón. Sin embargo son días donde realmente no quieres cambiar nada, domingos cualquiera, de esos que renegabas como de los infiernos y jamás pensases llegarías a desayunartelos. Esos de manta y película, sin otra previsión que dejar que el tiempo pase minuto a minuto. Son Domingos que a pesar de hacer cosas rutinarias, se convierten en únicas, se convierten en sonrisas con nombre y apellido, siguen siendo sonrisas pero su matrícula hace que sepas donde las aparca tu memoria. Son caricias que antes te brindaba el alcohol y ahora lo hacen el las almendras bañadas en chocolate, de esas que su dulzura está con cada bocado, de esas que no puedes cansarte de probar. Son trincheras iluminadas, de esas con luz y no llena de sombras, de películas de dudoso gusto y no de personas de de dudosa reputación. Las altas horas de la madrugada se convierten en primeras horas de la tarde de un domingo cualquiera, de un domingo en el que te alegras de haberlo pasado en casa. Porque habrá mas noches para acabar haciendo el gato, para brindar en los tejados de cualquier fiesta, de cualquier noche porque llega el momento que las noches son copias, que la monotonía se esconde tras la luna. Son momentos en pesar que sin duda que debes volver a saber saborear las noches, dejar que vuelvan a dejar de ser monótonas y disfrutar, sobre todo disfrutar, de las trincheras, sonrisas y caricias de un domingo cualquiera.
De un domingo cualquiera, único y con ganas de volver a disfrutar.
Escribir ahora mil cuatrocientas palabras, a doble espacio sería algo que mi cabeza no estaría dispuesta a soportar. Tal vez 1400 miradas, buenas y malas, amargas y dulces o llenas de amor u odio tendrían mas cabida en este lugar, en esta hora, donde la oscuridad nos hace que seamos un poco mas ciegos. Seguramente 1400 abrazos abarcarían mas sentido que estas líneas, abrazos cálidos que hacen que recuperes calor perdido, abrazos fríos y de larga espera, de esas donde no hay estufas que consigan calentar tus fríos huesos, hartos de sufrir el invierno del desengaño y la mentira. Sin duda 1400 besos llenarían este vacío, porque a fin de cuentas un beso siempre es algo bueno, algo tierno, algo apasionado o simplemente tranquilizador para intentar no ahogarte en este mar de días grises, de personas grises. Aunque hasta los besos se pueden envenenar, te pueden ahogar si compartiste con Judas la cama y trinchera o peor aún, si esos mismos besos de Judas fueron dado por tus propios labios. Los fantasmas de armario pueden llegar a 1400 o incluso rozar el infinito, porque vivir es arriesgarse, vivir es equivocarse, vivir es amar a la buena y mala suerte, resumiendo, vivir es vivir. Tal vez tus errores se quedarían cortos si dijeses que fueron, son o serán menos de 1400. Serías optimista si tus heridas pueden acabar con menos de 1400 puntos de sutura o tus venganzas han dejado atrás mas de 1400 lágrimas por la que sentirte culpable y no saber evitar. Tal vez 1400 tan solo sea un número, cuatro dígitos sin otro sentido que un titulo en un absurdo blog, un tesoro para mí corazón y un refugio para mi sonrisa. 1400 entradas como mínimo necesitaré para exorcitar a todos mis miedos, para aprender a caminar sin miedo a tropezar o volver a caer. Lo que si puedo decir es que 1400 son suficientes latidos para sentir, suficientes momentos para sonreír, pocos buenos momentos que vivir y sobre todo, mil cuatrocientas palabras nunca podrán ni si quiera resumir mi felicidad.
A quien le importa como esta mi alma Tan negra como el alquitrán de mis pulmones tan blanca como el recuerdo de esqueletos pasados. Tan gris como como las aceras Donde se estrellaron mil y uno de mis sueños.
A quien le importa como esta mi corazón Tan rojo como la sangre derramada Tan sordo como el latir del desamor Tan ruidoso como el replicar de las noches en soledad Donde se apagaron mil y uno de mis sueños.
A quien le importa como esta mi caminar Esquivo de marabuntas de traje y corbata Exclavo de su pasión de paso libre Insumiso de vientos de caminos fáciles Donde se perdieron mil y uno de mis sueños.
Termino coloquial, peyorativo en algunos casos, usados para para referirse al individuo de apariencia o comportamiento inusual, que se muestra interesado u obsesionado en un tema muy específico del que se considera fanático. Esos temas, suelen estar centrados en la ciencia ficción, la fantasía, el manga, el anime, los videojuegos, los comics y la informática.
Después de leer la definición de Freak o Friki, he de admitirlo, soy un friki.
Me encantan los comics, los videojuegos, el anime, la fantasía y la ciencia ficción...lo tengo todo, soy el mas friki de los frikis. Aunque pensando friamente creo que hay gente que me supera y no hablo de esas personas que se disfrazan como si todos los días fuera carnavales y hacen de su vida un infinito capítulo de "El señor de los anillos". No, me refiero a los frikis permitidos, esos que se sumerjen en lo socialmente aceptable y sin embargo, no se diferencian en exceso de los miles Luke Skywalkers que pueblan el mundo. Es ponerte a pensar y descubres que hay bastante mas de un millón de frikis que simulan vivir en la edad de piedra, se camuflan y se tiran al monte para buscar su presa. Vale que llevan escopetas en vez de arcos y flechas como pasaría en "El señor de los anillos" pero bueno todo vale si nos ceñimos en el número de licencias de caza que se han otorgado en enpaña en los últimos años. El número de personas que practique el hobby es importante para que no se considere una frikada. Haciendo unos cálculos pueden estar por los 3 millones. El número de consolas ha sido de mas de 10 millones de unidades. Teniendo en cuenta ese dato tenemos pensemos otra característica de los frikis y son sin duda las convenciones. Toda esa gente rara vestida como sus ídolos de ficción, con sus orejas puntiagudas, sus ropas llamativas y haciendo un ruido de mil demonios. Ahora pensemos en un campo de fútbol un domingo cualquiera ¿Similitudes? O mejor aún, en una plaza de todos donde un friki sanguinario vestido de payaso, tortura y asesina a un toro...Bien pensado los fanáticos de Star Wars jamás intentaron matar al actor que hizo de Anakin Skywalker....y eso que se lo merecía mas que los toros. Bueno pasemos a otro detalle para definir a un friki y es sin duda, las ganas de coleccionar cualquier cosa de su serie preferida, figuritas, juegos, comics o los DVD originales. Algo así, para que os hagáis una idea, como ese fenómeno creado con una tal Hanna Montana o cualquier otro icono que las grandes marcas meten a fuego en las cabezas de los niños. Después de todo esto...¿Quienes son los verdaderos freaks? Solo queda una respuesta....fanáticos, tíos raros y locos con los que no se pueden razonar mas lejos de sus aficiones, de sus complejos de Peter Pan o su total ausencia de realidad. Pensando, pensando me vienen a la mente los conciertos de músicos de hilo musical, que entre bulerias y ave marias, tienen que sortear las bragas, tangas o sujetadores que les lanzan sus aférrimas fans. O pienso en las discotecas cualquier sábado, con esa maravillosa música y esos ojitos de teletubbies que aparece en la cara de la gente, esa ausencia de noción de tiempo o lugar. Por eso es divertido ver como un comic, está considerado como una subcultura, como algo que no llega al nivel de lo culturizable que puede ser por ejemplo Gran Hermano. Me parece igual de estúpido el que se disfraza, como el que se pone su camiseta preferida para ir al fútbol. Me parece estúpido cuando realmente no se ve que todos los comics, todos los videojuegos o libros de fantasía poseen una historia. Poseen algo que contar, mas allá del género o procedencia, mas allá del medio, esconden un trabajo imaginativo digno de tener en cuenta. Me parece igual de tonto, la gente que reniega de ello, como aquella que hace una religión de una simple historia. Todo puede ser aceptable en su medida y cuando digo todo, es saber que Leonado da Vinci fue un genio como ninguno, que Neruda te puede hacer soñar con sus poemas o Mozart con su música. Son gustos, simplemente eso, gustos, todos respetables y ninguno mejor que otro. Porque también podría decirse que Frank Miller es un gran novelista gráfico, que Akira Toriyama revolución el concepto de Manga en Occidente o que una figura de WarHammer pintada a mano es una pequeña obra de arte. Son gustos y como cada uno tenemos los nuestros.....TODOS SOMOS FREAKS!!!
La vida esta llena de piratas, sin parches o loros, sin barcos o patas de palos. Vivimos en un mundo de corsarios que nos invaden intentando que compremos, que temamos y obligarnos a desear cosas que realmente no deseamos. Por eso cada uno de nosotros se guarda sus tesoros, sus pequeñas posesiones que escondemos y defendemos con uñas y dientes. Son Tesoros que a veces escondemos demasiado bien, a veces se pierden para siempre e incluso perdemos a propósito porque no era el momento para poder disfrutarlo. Hay tesoros que se marchan para siempre, otros que aun no han nacido, hay de todos los colores y caracteres, los hay altos, bajos, los hay feuchos y preciosos. Los hay que están a miles, a cientos o al lado de casa. Los hay que desentierras después de muchos años, otros que los ves una vez cada semana o los que disfrutas cada vez que dan las ocho de la tarde. Son tesoros que dificilmente podrán ser saqueados, porque a pesar de brillar, no son oro, a pesar de ser preciosos, no son diamantes y a pesar de ser bellos no son joyas. Son tesoros con mapas ocultos que nadie excepto tu puede interpretar, mapas que no están en papel, mapas que si tienen tinta esta metida bajo la piel. Son tesoros ocultos, con mapas inexistentes. Aun así son tus tesoros.
Realmente los Lunes son un día que mata a los valientes que aprovechan el fin de semana como los buhos. Hay muchas formas de consumir las horas de la luna de los domingos, solos o acompañados, felices o infelices...pero todos con la misma luna que jamás conquistó ningún ser humano. Esa deuda con tu cama luego hay que recuperarla los Lunes en la ciudad, en un día made in Bilbao, gris y frío. Las horas pasan para todos, llenas de sus problemas, de sus soluciones inexistentes y utopías disfrazadas de pesadillas. Todo lo que te rodea te hace un balance, como en la rebajas, describiendo el tanto por ciento que vas a sonreír en tu vida. Esa mezcla exacta de vinagre y rosas, como hace poco ha dicho el maestro, esa balanza sin equilibrio en la que las malas experiencias aunque ocupen menos que las buenas huelen mucho peor. Es ese hedor de los errores del pasado, de los fracasos y las mentiras. Es esa dichosa memoria selectiva que tenemos nos hacen mezclar los olores, hasta el punto que el perfume mas sensual puede convertirse en el peor de los olores. Nuestra memoria cobarde nos hace escondernos el corazón tras las costillas y no sacarlo a pasear por miedo a que se infecte, a que esta vez si que se pueda llegar a pudrirse. Nuestra cobardía sentimental que tan tonta nos parece y sin embargo no podemos quitar la vista de las cicatrices que pueblan nuestras almas. Es difícil, no se puede negar, que volver a ser valiente después de tantas ostias es casi un imposible, casi un impensable. Por eso recordaremos que incluso en la basura crecen flores, que aunque la vida sea como un estercolero solo tienes que aprender a mirar bien y a sentir mejor. Veras amigos, confidentes, miradas dulces o incluso ese perfume sensual, personal e intransferible que acabará atrapándonos a cada uno de nosotros.
A veces nos atamos a cosas que no tienen importancia, esas que a pesar de su materialidad no llenan lo que deben de llenar. Son detalles, esos que nos agarran a la monotonía las que nos agobian, las que a pesar de tener mas y mas cosas tangibles, nos sentimos mas y mas vacíos. Tal vez nos acostumbramos a comprar y no sentir, a vivir para consumir y no simplemente para disfrutar de esos pequeños detalles que puedes encontrar si se mira bien. Son las conversaciones imposibles, los paseos interminables, las discusiones o la compra de disfraces horteras. Somos felices o intentamos serlo y a veces cosas se tuercen o nos hacen temer serlo, es el lado oscuro de la memoria. A veces es mejor no pensar, dejar de lado las cenizas de las cadenas y disfrutar de los buenos momentos. Es domingo y empiezas a comprender que no tiene porque ser un día inútil, un día que la resaca te hace perder y que ahora disfrutas como ese pequeño bálsamo de libertad antes de volver a aprisionarte con las esposas de la monotonía del Lunes. Una canción tranquila para disfrutar de las pocas horas de tranquilidad.
Chico conoce chica, chica conoce chico....surge el flechazo y sin dudarlo viven felices para siempre. El cine americano nos confunde siempre para sacarnos de la realidad, casi siempre, demasiado. Creemos posible dividir el día a día en tres actos, en un principio, en un nudo y en un final con el "The end" grabado antes de que todo se ponga en negro. Pero la realidad es mas dura, mas de carne y hueso, sin pantallas, sin guiones y con mil y un saltos de fe en forma de improvisación de realidad. Sin embargo las películas carecen de memoria. Olvidamos que esas personas son actores, que interpretan un papel sin pasado, un papel sin errores mas lejos de noventa minutos. Son seres inventados, sin cicatrices de dudas pasadas o con la complejidad que cada persona tiene o puede llegar a recordar. Somos imperfectos, con nuestros errores y aciertos, con nuestra hermosa imperfección que hace que buscamos complementarnos. Por eso la realidad será mucho mas bonita que cualquier película, vale a veces tiene momentos tensos, pero sin embargo hace que sientas aún mas que eres feliz. Por eso que se quemen todas las historias de amor, que se cambien por una mirada o una caricia. No hay que querer una película de hollywood, lo que yo quiero es TODO.
Hay mañanas torcidas de esas que las sientes tan pronto como abres un ojo y sabes que ese día será de los duros. Te duchas, sales a la calle y el calor invade tu cuerpo, es antinatural, sabes que no durará y asumes que la lluvia te acompañará aunque deseas que te dure el calorcito. Según llegas a Bilbao te das cuenta porque un buen grupo tituló a una buena canción "llueve en Bilbao" o mas bien hoy se pudo llamar "El diluvio del fin de Bilbo". Así ha partido el día con agua, frío invernal de esos que Enero nos regala y sobre todo, el viento asesino de paraguas que hacía que mojarte no se convertiese en una decisión, sino en una orden si querías mantener tu preciado anti lluvia. Ha sido día de horas congeladas, de minutos que se diluian con lentitud entre los charcos. Segundos de gente corriendo, de coches pitando y mil y un suspiro al notar que el sol se ha cansado de pelear a las 6 de la tarde. Así ha sido el día, aunque si dijera que aun así he sonreído, si diría que he soportado una granizada o un maratón de mas de doce horas fuera de casa sin ganas de que acabase. Si diría que la lluvia, el frío y viento de la oscura calle de las 9 de la noche, es quizás la hora mas cálida del día, podríais pensar que estaría loco. Sin embargo, creerme, no es locura lo que siento.
Siempre que miras ese gran trozo de queso que puebla cada noche el cielo comprendes que es demasiado para ti. Es la luna, esa esfera blanca que los días de frió parece una vigilante inmóvil, que observa cada uno de tus movimientos o lamentos. Sin embargo hay días que el frío no es suficiente, que decides mirar al cielo y señalarla para que se dé por aludida. Hay días en los que da igual el frío, el calor de una sonrisa es mucho mas potente. Hay días en los que la lluvia se evaporan en tormentas de conversaciones. Hay días que el invierno no impide pasear por las calles. Hay días en los que cuando miras al cielo, la luna te sabe a poco.
Creo que va siendo hora de continuar con el pequeño viaje, que andaba como el clima, helado entre entradas.
La verdad es que han pasado demasiadas cosas en poco tiempo, pero no es excusa para no continuar recordando esos buenos días al otro lado del charco. Bueno lo habíamos dejado muertos de frío en los Andes, entre chocolates calientes, montañas gigantes y el cubito de hielo mas grande del mundo. La verdad es que como somos personas de extremos pues nada mejor que coger otro avión y pasar de algún que otro grado bajo cero, a mas de treinta. Llegar, sudar como cerdos y agarrarte a cualquier sitio viajando con taxistas suicidas para acabar en un hostal con piscina y rodeados de todo tipo de fauna de dos o cuatro patas. Llegamos a la carrera y casi sin dejar las mochilas y con el pasaporte en la boca saltamos a Brasil para ver una de las imágenes mas impactantes que la naturaleza puede regalarte. Eso sí, íbamos a ver cataratas y agua, pero lo primero que nos recibió fue una de esas tormentas tropicales que te calan hasta los huesos en menos de dos segundos. Empapados pero felices descubrimos que aun quedan sitios que te quitan el aliento, una selva, muchas cataratas y sobre todo esa sensación de estar en mitad de ninguna parte te hacen sentirte afortunado y único. Con esa experiencia al final del día en la retina, volvimos a esa especie de camarote de los hermanos Marx que teníamos por hostal, donde, el requesón en los oídos, el poco interés de la gente y la gran cantidad de personas que se acumulaban entre la humedad y el calor, nos hizo pasar sin pena ni gloria. Al día siguiente volvimos al otro lado, ver la cara B de Iguazu, desde los ojos argentinos. Esta vez la cara B fue mejor que la cara A. Es un lugar único, difícil de describir y muy fácil de sentir la perdida de las horas hasta que el día se consume. Agua y selva por todos lados, acabar debajo de una catarata y sobre todo un saludo para Willy, ese pequeño coatí que emulando a un ladrón de guante blanco que dejó sin comida a mas de un despistado. Fue uno de los mejores días de esas vacaciones, rodeado de bichos, disfrutando de un viaje a través de un río con sus cocodrilos incluidos o su ultima sorpresa en forma de gigante caída de agua en la que realmente te sientes, otra vez, tan pequeño como único.
Todas las grandes historias, esas que perduran a través del cruel tiempo en las hojas de los libros, empiezan por pequeños detalles. Da igual que sea una canción, una conquista, una guerra o una paz. Da igual el motivo de la resolución, porque todo empieza por una pequeña chispa que da principio a todo. Las mejores cosas y los peores desastres empiezan por la unidad. Tal vez olvidamos ese detalle según empezamos a ver los resultados y por ello muchas veces no vemos venir la tormenta hasta que la tenemos encima. Todo empieza por un detalle, cualquier jarrón empieza a romperse por una pequeña fisura que rara vez vemos o sentimos. Todo se basa en la unidad. Amistad, amor, trabajo o sueños, todo empieza por un pequeño paso con el que se empieza el camino de la meta. Aunque no sea a veces agradable, es bueno recordarlos, es bueno valorarlos porque la felicidad no dura para siempre, generalmente dura menos de lo que estamos preparados para disfrutar. Por eso hay que valorarlos y darte cuenta porque algo a dejado de funcionar o en contra, porque algo sigue funcionando a pesar de una confesión vergonzosa sobre tu pasado gris oscuro. Es el detalle de la comodidad, el detalle de la importancia de tu interlocutor y ver que tu pequeño crimen imperfecto al corazón, eso solo eso, un error pasado. El presente se forma de pequeños detalles nuevos, nuevas sonrisas de un segundo o trazar conversaciones imposibles sobre política. Temas que nunca tratas con naturalidad y sin embargo la comodidad de la situación te hace que el tiempo no corra y poder seguir en paz. Por eso un pequeño detalle como una confesión puede ser una liberación, una carga menor y comprobar que el carácter también te puede atraer, que tener ese pequeña dosis de expresividad con razón, es lo que cierra el circulo de la suma de pequeños detalles que siempre quisiste buscar para caminar.
El miedo es un compañero demasiado destructivo, demasiado previsible y sobre todo, un dictador con mano de hierro que nos hace convertirnos en la sombra de lo que en un día fuimos y añoramos cada noche. Son momentos de amoldarte a las situaciones, de odiarte por no poder ser como quieres, como tu sangre te dice que seas y sin embargo, tu corazón reniega como un judas cualquiera. Es una situación agobiante, de esas en las que la soledad te llama cada día, que temes perder todo y camuflas momentos de ira con palabras bonitas, con buenos gestos. Sin embargo nada de destruye, sino se transforma. No puedes mantener la sonrisa eternamente, no puedes aguantar esa olla a presión que se convierte tu vida y por ello, al final la pagan justos por pecadores. Momentos de odio a la sombra que reflejan los espejos, odio por sentirte atrapado en un cuerpo que no es el tuyo, odio por moldearte a las situaciones o a las personas. Aunque todo llega a su fin. Hay una variable, generalmente dolorosa, en mi caso una gran perdida, que te hace mirar a ese miedo a la cara. Levantar tu vista del suelo, ver que ese fantasma del espejo no es tan temible, que la soledad no se puede obligarla a marchar, que no se puede volver a sentir porque quieras, sino que simplemente ocurre. Necesaria paz después de tanta guerras de suicidas intento por volver a darlo todo, por querer darlo todo. Es mirar a ese miedo a no saber volver a sentir y darte cuenta, que si una vez lo hiciste, puedes volver a vaciarte, puedes volver a querer sin mascaras ni disfraces. No buscar, simplemente que te encuentre. Yo he tenido suerte, muchísima suerte porque el mismo día que decidí ese cambio de dirección, me encontró lo que tanto tiempo buscaba. Esa persona que me ha hecho volver a hacer sonreír como un tonto. Un feliz tonto. Por eso ahora creo en mi palabra, por eso ahora no dudo y quien lo haga estará equivocado. Da igual lo que sea, la mayor estupidez del mundo o el secreto mas inconfesable del mundo, da exactamente igual, no tengo porque ser diferente, no tengo porque amoldarme a nadie. Mas que nada porque sé que la gente que me quiere así quiere que sea y no puedo hacer otra cosa que no fallarles. Y el que no este a gusto con ello, que no tenga miedo en marcharse, sin rencores ni malas palabras, pero que no tenga miedo a cerrar la puerta.
Todos tenemos una banda sonora, una decisión de canciones que mas o menos nos han ido acompañando en esta vida, día a día, mes a mes, año a año. Desde pequeños y bajo la dictadura del coche de tus aitas empiezas a oír tus primeras notas, tus primeros grupos, tus primeras canciones. Incluso alguno aun te sigue años después, uno de esos eternos cantautores de eterno bombín y con la idea de escribir la canción mas bonita del mundo.
Es extraño como maduras, como tu música se va adaptando a tus gustos, a tus estado de animo o simplemente porque algo las hace especial.
Hay las que dicen al corazón que se calle, las que dan un nombre, las que despiden en cualquier fiesta a un amigo durante meses o simplemente, las que a pesar de sonar como lija son terciopelo.
Son tantos momentos, tantas letras o melodías que es imposible ni siquisiera pensar en ellas, cada una con su historia, con su momento o incluso su poesía.
Hay canciones que siempre despertarán ese amor/odio como una ciudad como Madrid, las que pueden hacer pensar en cosas que te ponen rojitas las orejas o incluso, las que pueden significar tantas cosas buenas como un abrazo y tiempo después tan poco como la añoranza de no tener que abrazar.
Es solo necesidad, es tan simple como infinitos los gustos de melodías personales aunque acaben siendo vidas cruzadas.
Siempre hay gente con la que cruzas una, dos o incluso miles de esas canciones, esas que sakean tus sonrisas, esas que ni te plantean que si te callaras estarías mucho mas guapo.
Son nuestros verdes para daltónicos, nuestros ritmo de zapatos negros y sonrisas iluminadas cuando oyes alguna en cualquier lugar.
Por eso hoy toca una canción que siempre me gustó, siempre me gusto la música, el acompañamiento y la letra. Una canción que siempre me gustaba tararear cuando quería que algo saliera bien.
Es una de esas canciones que apenas nadie sabe que me guste tanto, una de esas rarezas mías y que ahora parece tener un poco mas de sentido.
Así que si queréis bailamos.....o mejor DANZAD, DANZAD MALDITOS cada uno de vosotros con vuestro ritmo, cara uno con vuestra memoria genética en forma de melodía.
A veces las historias van y vienen en tu cabeza sin que nada pueda hacer para que eso deje de ocurrir. A veces tienes la idea pero te faltan las ganas. A veces tienen las ganas pero te faltan las ideas. Así que hay que aprovechar estos momentos, en los que genios, gigantes y cíclopes se mezclan en tu imaginación mientras te invaden las ganas de reflejarlo en un papel. Así que mejor no pasar la oportunidad.
Desde que nacemos somos bélicos, es nuestra naturaleza, nuestra herencia genética nos empuja a emular a nuestros abuelos de las cavernas. Sé de alguien que con su bonita mirada me lo negará, pero seguiré pensando que los niños son malos por naturaleza, bueno no malos, sino con instintos destructivos, instintos primitivos de cazador que tenemos grabados en nuestras pupilas. Todas las pupilas tienen esa memoria, ese cúmulo de errores y aciertos que nos hacen evolucionar, que nos hacen madurar. Nos gusta las guerras, las personales e impersonales, las adoramos y son esas pequeñas batallas que nunca estarán en ningún libro, las que nos hacen sonreír o llorar. Somos seres primitivos, demasiado primitivos, como para aprender a evitarlas, aprender a que tal vez no tengamos que solucionar el mundo mas lejos de nuestra cabeza. Somos estrategas de lo personal, interpretamos gestos, analizamos situaciones y generalmente nos equivocamos. Pero para eso tenemos nuestra parte irracional. Es nuestra cara B nuestros sentimientos, sensaciones y intuiciones las que realmente nos hacen salir de esa ansia de control. Son esos pequeños trozos irracionales las que nos hacen que cada beso sea único a pesar que siguen siendo los mismos labios, que cada mirada sea diferente a pesar que son los mismos ojos o que cada sonrisa se quede mas tiempo en la memoria que cualquier palabra. Donde la razón nos dice que deberíamos parar, es nuestro corazón el que nos dice que debemos continuar, que debemos tirar la vergüenza a la basura, sacar unas cartas e intentar hacer un truco de magia que sabes de sobra que no te va a salir. Es la verdadera fe que mueve montañas, sin dioses ni religiones, la fe personal de saber sentirte especial, con tus defectos y virtudes pero especial. Es nuestra forma de intentar solucionar nuestro mundo y el de los demás, cuando en batallas personales siempre hay que pelear en soledad, como el héroe de tu propia película. Son pactos de café para evitar que las guerras ajenas no te salpiquen, para que nunca seamos ni soldados ni rehenes de una guerra que casi ni sabemos que existe. Es la forma irracional de comprender la sonrisa de una mandarina porque sabes que tu también la tienes en tu boca, porque sabes que un equilibrio desequilibrado, ha conseguido que vuelvas a sonreír sin analizar la situación. Son conversaciones sobre ideas y principios, sin tener que llevarte las manos a la cabeza, sin otra cosa que querer conocer mas sobre esa persona y poder contarle lo que sea sin necesidad de medir tus palabras. Es jugar al equilibrio inexistente, cada uno con sus fantasmas, con sus esqueletos en el armario pero sin asustarte, sino escuchando que tal vez, solo tal vez, hay mas detalles que te unen cada día. Es nuestra ganas de batalla continua, nuestra adicción continua de ver el mundo con esos ojos bélicos, esas guerras que no tienen porque ser de sangre ni dolor. Mejor que sean de caricias, besos y placer.
Esta noche llegan los reyes majos, esos que desde oriente traen regalos a los niños, bueno a los niños del primer mundo que para el resto el hambre y la miseria es suficiente. Es el final de estas fechas tan señaladas, en los que los reyes bondadosos son mentira y los que deberían ser de fantasía son tan reales como el mensaje que dan cada año. Se acabaron las noches de paz y amor, bueno, realmente no existen nunca pero como es navidad hay que aparentar. Se acabaron las promesas de principio de año, esas que no se cumplen y que cada año nos repetimos atragantandonos con las uvas. Doce campanadas, doce promesas y un montón de horas de madrugada donde todo esta permitido porque es navidad. Navidad sin otra nieve que no sea la de los lavabos de los bares, navidad de reencuentros de sonrisas falsas o frías palabras de falsa modestia. Al final acaban estas fechas, las luces se irán, el frío se quedara y empezarán las rebajas de todo aquello que las tiendas no nos han logrado vender. Al final acaban estas fechas donde se celebra el nacimiento del salvador, salvador de ricos y poderosos y sobre el que no se puede opinar, sobre el que nadie puede pensar, simplemente tener fé y celebrar. Celebremos entonces las guerras, el hambre y la peste, celebremos que las mujeres no puedan decidir sobre su cuerpo. Celebremos también el paro, la miseria y que nos estemos cargando el planeta a bocados. Porque hagamos lo que hagamos, digamos lo que digamos, los caminos del señor son inescrutables....pues que alguien me diga por donde se mueve ese señor para no andar por esos sitios tan chungos.
- Estado en que se encuentra un cuerpo cuando las fuerzas que actúan sobre él se compensan y anulan mutuamente - Contrapeso, compensación, armonía entre cosas diversas - Estabilidad, situación de una cosa que, pese a no tener una base sólida, se mantiene sin caerse - Ecuanimidad, mesura, sensatez en los actos y juicios - Actos de prudencia o astucia para sobrellevar una situación peligrosa, arriesgada o complicada
Incluso leyendo su definición creo que nadie conoce ciertamente el sentido del equilibrio, nadie a encontrado esa tecla, que hace que la cuerda en la que nos balanceamos a diario se convierta en una alfombra roja. Somos seres que sentimos, pensamos y tenemos memoria. Somos eternos escritores de nuestra historia circense. Historia donde no hay una red que nos proteja de los golpes, ni salvaguarda que nos haga las heridas menos dolorosas. Somos equilibristas buscando su equilibro, sin darnos cuenta de la paradoja, que cuanto mas equilibrados estemos mas fácil será que caigamos al vacío. Es una ley básica, de esas de base alquímica. No puedes conseguir algo sin sacrificar nada a cambio y a veces se nos olvida, olvidamos que equilibrar nuestra balanza hacia un lado puede hacer que caigamos, que nos peguemos una ostia como un piano y luego nos demos cuenta que tal vez sin buscar el equilibrio perfecto hubiéramos llegado mas lejos. Buscamos equilibrios sentimentales, nos caemos mil veces y repetimos la operación hasta que nos duele tanto las heridas internas que no nos apetece seguir subiendo al alambre. A veces no volvemos a pisarlo, nos engañando diciendo que es un acto de prudencia para no tener que caer de nuevo y así seremos felices. No nacimos para ser felices, es la puta realidad, nacimos para sufrir esas caídas y es ese sufrimiento el que nos hace valorar cada paso sin caer, esas experiencias de placer y superación. Esos pasos en forma de besos imperfectos, de caricias que no están sacadas de películas, esas confesiones inconfesables o ese descubrimiento de cosas que siempre estuvieron presentes, hace que queramos dar otro paso, que queramos seguir caminando en el alambre aun sabiendo que podemos volver a caer. Porque dentro de nosotros sabemos, que cuando las luces se apaguen y el alambre se corte, serán todas esas pequeñas cosas imperfectas y sin equidad, las que acaben dando el equilibrio de la felicidad.
Una década ya desde que estrenamos siglo y como cuando estresan cosas cada vez que pasa el tiempo notas que empieza a ser viejo. Hace diez añitos se podía fumar sin problemas, ahora en cambio, deberemos escondernos como delincuentes para echar ese cigarro que enriquece al gobierno. Es el principio de un año nuevo, de esos que aún huele a limpio, que te da tanta pena que se ensucie. Año nuevo en el que has decidido mantener la calma, dejar de acelerar que ya a sido demasiadas prisas y dolores de cabeza. No hacen falta promesas estúpidas que no vas a cumplir, no hace falta planear cada instante, cada segundo para intentar que sea bueno, único e irrepetible. Es tiempo de tomar las cosas con paz y tranquilidad, de disfrutar de los segundos y no pensar en ellos, disfrutar de las conversaciones, de los gestos, de las frases o de las imágenes que se te regalan cada día. Darte cuenta de tus limitaciones, de que no puedes estar en todos lados, con todo el mundo y a veces debes de parar, sentir y disfrutar, disfrutar de lo que tienes, disfrutar de lo que te ofrecen y lo que tu puedes ofrecer. Es un año de dejar atrás cenizas que una vez fueron hogueras, dar de alimentar fuegos que ya te han estado iluminando durante mucho tiempo y sobre todo es tiempo de alimentar nuevas piras, nuevos sueños y sensaciones.
Debimos haber crecido con menos barreras, con menos plumas para amortiguar las zancadillas de la vida. El problema hubiese sido sacrificar nuestra inocencia, nuestros sueños de cuentos con finales felices, nuestros príncipes azules o nuestras damiselas en apuros. Tal vez la utopía de buscar las almas gemelas nos hiciera cometer demasiados errores, demasiados experimentos en los que realmente no supimos lo que era sentir, sino que simplemente queríamos sentir. Buscar piezas en un puzzle que nunca supimos ni la foto para hacerlo, buscando la perfección que realmente no existe, nunca existe el cuento perfecto. No existe los flechazos, ni ángeles aniñados armados con flechas ni arcos, tal vez en nuestras fantasías, pero no en la realidad. Cuando bajas de las nubes y pisas el asfalto descubres que el mundo ideal esta de reciclaje. Hay demasiados gestos fríos, demasiadas personas grises y poca gente que realmente pueda llenar tus necesidades, que puedan llenar tus dudas con soluciones. Yo he tenido suerte y he ido encontrando personas que a pesar de todo, se han ido quedando a mi lado. Pero siempre queremos mas, siempre necesitamos mas. Necesitamos encontrar a alguien con la que compartir todo, no solo una parte de ti, es esa pieza del medio del puzzle, la mas difícil de identificar y que sin embargo da sentido a todo lo demás. A veces forzamos e intentamos que una pieza cuadre en ese lugar, no engañamos y camuflamos algo tan primario como el deseo en algo mas profundo. Algo que al salir de una cama desaparece y deja un vacío mayor. Realmente no buscamos salvadores, no buscamos princesas o príncipes azules, realmente queremos algo mas que alguien que nos marque nuestro camino. Cada uno tenemos nuestros aciertos y errores, nuestra propio vuelo a los cielo o descenso a los infiernos, y contra eso, nadie nos puede ayudar. Nadie puede pulir nuestros errores, mas que nada, porque ni nosotros mismos hemos podido con ellos. Necesitamos a alguien que comprenda nuestros fallos, que respete nuestros miedos o disfrute con nuestras virtudes. No necesitamos una sombra protectora. Lo que realmente necesitamos un apoyo para caminar, un compañero para disfrutar o una barricada cuando las cosas se tuercen. Necesitamos un confidente, un amante, un maestro, un alumno, un bufón, un jefe....necesitamos un todo. Todos necesitamos un pluriempleado, duro y flexible, suave pero que no se quiebre. Todos necesitamos ser esa persona para el otro lado, sin exigir o pedir nada a cambio. Todos necesitamos esa canción que se escapa de la monotonía de tu vida, esa melodía que te acelera el corazón sin necesidad de escucharla, esa película que adoras sin necesidad de verla, esa persona que no necesitas tocarla para sentirla. Es no buscar ninguna alma gemela, sino una persona de carne y hueso, una persona que adores sus virtudes y quieras sus imperfecciones. Una persona como como lo somos cada uno de nosotros.
