SE OBRÓ EL MILAGRO

Pues tras mucho tiempo, quizás demasiado para que mi hígado no tenga secuelas futuras, me he levantado una mañana de Domingo con la cabeza realmente lúcida.
Es realmente bueno levantarte el Domingo sin estar cargado, con las tripas revueltas y la boca como si te hubieses comido un cenicero lleno de colillas.
Aunque quizás lo mejor es la tregua que has dispuesto darle al corazón, dejar de pensar en el futuro y centrarte en el presente, no recordar el pasado y mirar hacia delante. La verdad es que es fácil de decir pero costar, lo que es costar, cuesta un huevo dejar todo atrás y cerrarlo en algún lugar oscuro y húmedo de tu memoria, cerca de todos aquellos hechos sin importancia que tu memoria se emperro en guardar.
Así es como ando disfrutando, realmente mucho y bien, sin comerme la cabeza y viviendo el día a día, sin preocuparme si me equivoco o no porque a fin de cuentas si piensas demasiado en lo que vas a hacer y las consecuencias tu presente se convertirá en pasado y ya no habrá nada que puedas hacer por recuperarlo.