PROMESAS A OLVIDAR

Cada día que pasa es un día menos para el año nuevo, otro mas para sumar a una vida que comienza a ser vieja.
Una vida llena de buenos y malos momentos, seguramente los relevantes han sido casi todos positivos pero como máquinas imperfectas que somos nos marcan los malos.
Un día tras otro buscando el camino a la felicidad, esa vía marcada hacia algo mejor al presente.
Ahí es donde entran las promesas, en forma de señales orientativas que nos marcan el camino. Algunas veces nos guían bien, otras en cambio, nos hacen perdernos o incluso peor, nos hacen caernos por terraplenes embarrados y acabar de culo.
Por eso este año decidiré olvidar las promesas, dejar las palabras y actuar según mis instintos. Buscaré el equilibrio entre mi cabeza y mi corazón, intentando que firmen una tregua y así vuelvan a caminar hacia el mismo camino.
Seguiré martilleando mi teclado con mis gélidos dedos (¿He dicho que todavía sigue haciendo un frío de 1000 demonios?)sobre estas lineas que son mías, buenas o malas pero mías.
Seguiré intentando enlazar palabras para convertirlas en algo dulce, sutil o atrayente.
O por el contrario las afilaré como agujas cuando lo crea necesario, dependerá del día y el momento.