¿HAY CUENTOS POR INVENTAR?

Hace tiempo escribí sobre los cuentos, irónicamente entonces y con tristeza ahora. No creo en los cuentos, no en los adaptados con finales bonitos y lacrimógenos en los que el bueno gana siempre y el amor rompe cualquier barrera.
No me creo que Hansel y Gretel salieran de la casita de chocolate. Que esa bruja que había devorado miles de niños dejara escapar a esos dos, que va, aunque como ocurre en la actualidad es que nadie haría nada con esa bruja.
Los tres cerditos jamás tendrían una casa, ni siquiera de paja, en los tiempos que corren y el lobo se los hubiese comido de una tacada.
Pulgarcito sería burlado en su colegio, humillado hasta la saciedad y foco de toda la maldad infantil. Su vida sería consumida con cada golpe, hasta que decidiera que su vida no fuese lo suficiente importante y decidiera saltar por una ventana.
O todas las princesas con ese flechazo a primera vista y sin darse cuenta que ni siquiera conocían a su marido. Tal vez algunas estén divorciadas o peor acompañando al pobre pulgalcito.
No se, no me gustaron nunca los cuentos por eso cree los míos propios, cuentos generalmente oscuros y sin mucho optimismo.
Se lo que se siente cuando Susanita dejo al ratón y este se emborracho de sus lagrimas o desearía poder gritar en un desierto por un amigo.
También se lo que es sentir caerte y que lo único que te sujete es una fina cuerda en forma de amigos...
Si hoy no ha sido un buen día, hoy a sido el día de mi ultimo cuento, tal vez para siempre, por lo menos por hoy.
Hoy es el cuento de la luna que reflejaba en mi cuarto, que me hacía verme cada día como un chico afortunado y sin embargo, ahora solo veo el fracaso.
Hoy decidí echar a mi luna, mandarla lejos y quemarla pero no pude, no pude porque se que es parte de mí.
Es mi particular visión de mis éxitos y fracasos.
No puedo tirarla porque ahora que vuelvo a sonreír, aunque sea con una mala película, la necesito para escribir.
Porque para bien o para mal es con los ojitos tristes cuando escribo mejor.