La fijación que tenemos por la suciedad desde que somos unos críos es tal, que es imposible que un niño no llegue de barro de rodillas los días de lluvia.
Tal vez cuando crecemos, nos queda la herencia del pasado y por ello, nos metemos en camisas de once varas, a veces sin querer, otras sin quererlo evitar.
Es nuestra forma de llenarnos de barro, salpicando de culpabilidad de color marrón que ensucia desde nuestra conciencia hasta el sentimiento mas puro.
Somos imperfectos y nuestras imperfecciones hablan de nuestros, errores como una radiografía en la consulta de un doctor.
Siempre sabemos lo que hacemos y sino lo sabemos por lo menos lo intuimos, otra cosa es que intentemos vendarnos los ojos con lágrimas, de falsa ignorancia.
No existe el amor a primera vista o de lo contrario, todos estaríamos todos los días recogiendo corazones partidos en mil pedazos.
Puede ser atracción o incluso me aventuraría a decir una especie de nexo, un vinculo nuevo que afianzar o cortar con el tiempo.
Nada de cuatro palabras, tan malditas como queridas, tal odiadas como amadas.
De la misma manera, un amor no se acaba de un día para otro, no es algo tan sencillo como perseguir otra estrella echando culpa del asesinato del sentimiento ajeno al corazón.
Y si somos capaces de dejar de sentir en un destello ajeno, es simplemente porque nos mentimos en los que sentíamos y malversamos la palabra "eterno".
Así somos, en todos nuestros aspectos, en todos nuestros sueños y nuestras búsquedas acaban siempre perdidas, antes siquiera de encontrar el mapa que nos conduzca al tesoro.
Tal vez por eso no he querido dar de nuevo el paso, tal vez aun sigo pensando que el espejismo de la princesa urbana, de esa de gesto serio y corazón caliente, me salvará de estos pensamientos.
Seguramente con el paso del tiempo, te das cuenta que hubo mas mentiras en tu pasado que un par de besos al amparo de una noche sin luna, algo mas personal y que vació tus cuentos de hadas, cuando a pesar de una despedida en silencio, no fue pena lo que sentiste, no fue siquiera un corazón roto o vergüenza por no haber sido lo que se espera de alguien al que le dicen que le quieren.
Es quizás el porque ahora soy tan inconformista, porque no quiero empezar nada mas lejos que dure una noche.
No buscando la necesidad de sentir algo que siempre desaparecía con las primeras luces del día.
Tal vez por eso ahora vivo en mi pequeña trinchera de sonrisa, creadora de espejismos de cercanía y sin embargo tan lejana a mi corazón como dientes tiene mi boca.
En fin que empiezo a divagar y creo que después de haber visto a uno de los maestros en directo, mejor dejar una canción suya, que resume mucho mejor que yo, esta guerra sentimental donde no habrá ni victoriosos ni vencidos, sino tan solo víctimas.
2 Comentarios:
No existen ni principes azules ni princesas rosas, pero debemos vivir la vida como nos viene, disfrutarla, y no cerrar puertas...aprovechar las oportunidades.....y la persona con quién compartir nuestras vidas ( aquel/lla que nos respete, nos quiera con nuestros defectos y virtudes y nosotros a el/ella),llegará.....o a lo mejor lo/la tenemos cerca y no lo vemos...
Yo he aprendido algo de mi matrimonio frustrado.......el amor no es para siempre.......hay que vivir el momento en el que lo vivimos....y si hay suerte lo viviremos hasta nuestro ultimo día de vida...
Como dice el gran maestro Ismael Serrano, el amor es eterno mientras dura, el problema es que para cada persona tiene una duración diferente...
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