Cada uno de nosotros podemos llegar a arder, a prender nuestro interior con unas llamas que a veces nos dan el calor que necesitamos o nos nutren del odio que nos devora el alma.
Un beso bajo la lluvia de otoño.
Un puñal clavado por una mano amiga.
Una pasión desatada debajo de un nórdico.
Una perdida sin poder ofrecer una despedida.
Cada una de ellas, cada uno de nuestras pequeñas partes inflamables, duermen ajenas a lo que les rodea, hasta que se les acerca la cerilla que desencadena el infierno.
Fuego para sentir una pasión.
Llamas para odiar a un enemigo.
Fuego para marcar el camino de un sueño.
Llamas para que laman con sus caricias el dolor de tus heridas.
Todos somos humanos, somos volubles y tenemos una pequeña fábrica inflamable debajo del pecho, sin saber si eso acabará ofreciéndonos el calor que necesitamos para que no se enfríe nuestro corazón, o bien, nos consumirá hasta que no quede nada me que las cenizas del recuerdo.
Renaciendo
Hace 9 años
1 Comentarios:
Me encanta!!! y que razón tienes!!!
Xiberu
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