Cada día que pasa nos atamos mas a nuestros pequeños teclados, nuestras pantallas de eterna información o nuestros ratos libres comienzan a estar dominadas por el www.
Ya no nos molestamos en preguntar a la gente un lugar, nuestros GPS nos muestran (la mayoría de las veces) el mejor camino para llegar a nuestro destino.
Hemos perdido las ganas de conocer el camino y nos molestamos llegar hasta donde queremos llegar, sin importarnos que igual hemos perdido cosas importantes por el trayecto.
La vida social se ha convertido en un ser amorfo que devora el tiempo sin descanso, ahora se llaman redes sociales y según cuenta sirven para mantener el contacto con gente de todo el mundo...en realidad son lugares donde los secretos quedan descubiertos en forma de imágenes, donde perdemos horas por comentar estados de ánimos virtuales o hacernos fan de todo aquello que podamos pinchar con nuestro ratón.
Incluso el porno se ha convertido en una especie de menú a la carta.
Aunque si algo se lleva la palma de toda esta falta de humanidad es sin duda los juegos online.
He de admitir que no entiendo a 9 millones de personas que gastan horas de sueño y tiempo útil en crear un soldado minotauro nivel 43 que tiene una espada devorahombres.
Tengo que aclarar que adoro tanto la fantasía como los videojuegos y que me encanta desconectar de vez en cuando conquistando unos mundos o matando unos marcianos.
Sin embargo no entiendo estar atado a los horarios que marcan cuando debes jugar, cuanto tienes que sacrificar y cuyo objetivo es mantener otra vida lejos de la real.
Simplemente no entiendo esa dependencia hacia algo que debería ser para liberarnos del estres diario, sin olvidar que a pesar de las putadas, la vida real es donde podemos encontrar las cosas que realmente nos llenan.
Somos dueños de una libertad virtual y nos hemos vuelto tan vagos que llegará el día que ni saldremos de casa para disfrutar de la verdadera libertad.
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