Cuando llega el Domingo es momento de juicios, esos momentos de balanza, donde se ponen las cosas buenas y las malas.
Ese resumen de lo que ha dado tus días de descanso, bueno descaso sería una mala palabra, digamos mejor desconexión.
Desconectar en una tienda de campaña, desconectar cerca de unos altavoces a todo volumen, desconectar con unos tragos y mejor compañía.
Tal vez la gente no entienda lo que supone eso, seguramente estemos ya demasiado mayores para dormir en un suelo duro, mal comer, beber y fumar como si se acabara el mundo y botaramos como posesos durante horas con cada uno de los conciertos que sonaron en nuestros oídos y vimos en nuestros ojos.
Desde Gatibu hasta Talco, desde el rock hasta el ska, todo estaba permitido, todo por dos días para empezar a saber que aunque no me guste mi gasolina se acaba.
Tal vez es todo lo que ha pasado o tal vez que nada cambia, que sigo encontrar el modo de desconectarla y siempre pensando un paso mas de lo aconsejable.
Aunque a pesar de todo, no cambiaría estos dos días por nada del mundo, ha sido divertido y cada una de las piezas de este puto puzzle que es la vida, ha sido importante.
Hemos discutido y hecho las paces dieciséis veces, hemos reído y llorado, hemos gritado y susurrado, aunque lo importante es que hemos disfrutado.
Alguno hoy no tendrá voz, otros tendremos unos cuantos moratones, algunos golpes, alergias y quemaduras.
Tendremos dolor de cabeza por beber de mas, de espalda por dormir de menos, de piernas por no saber cuando parar de botar y con todo ello, no me arrepiento de nada, ni de un segundo de estos dos días y espero que mi cabeza encuentre la tranquilidad si el año que viene mi cuerpo tiene fuerzas para regresar.
Ese resumen de lo que ha dado tus días de descanso, bueno descaso sería una mala palabra, digamos mejor desconexión.
Desconectar en una tienda de campaña, desconectar cerca de unos altavoces a todo volumen, desconectar con unos tragos y mejor compañía.
Tal vez la gente no entienda lo que supone eso, seguramente estemos ya demasiado mayores para dormir en un suelo duro, mal comer, beber y fumar como si se acabara el mundo y botaramos como posesos durante horas con cada uno de los conciertos que sonaron en nuestros oídos y vimos en nuestros ojos.
Desde Gatibu hasta Talco, desde el rock hasta el ska, todo estaba permitido, todo por dos días para empezar a saber que aunque no me guste mi gasolina se acaba.
Tal vez es todo lo que ha pasado o tal vez que nada cambia, que sigo encontrar el modo de desconectarla y siempre pensando un paso mas de lo aconsejable.
Aunque a pesar de todo, no cambiaría estos dos días por nada del mundo, ha sido divertido y cada una de las piezas de este puto puzzle que es la vida, ha sido importante.
Hemos discutido y hecho las paces dieciséis veces, hemos reído y llorado, hemos gritado y susurrado, aunque lo importante es que hemos disfrutado.
Alguno hoy no tendrá voz, otros tendremos unos cuantos moratones, algunos golpes, alergias y quemaduras.
Tendremos dolor de cabeza por beber de mas, de espalda por dormir de menos, de piernas por no saber cuando parar de botar y con todo ello, no me arrepiento de nada, ni de un segundo de estos dos días y espero que mi cabeza encuentre la tranquilidad si el año que viene mi cuerpo tiene fuerzas para regresar.
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