COMO PEZ EN EL AGUA

Hoy he vuelto a la piscina después de mucho tiempo, bueno realmente no tanto pero la última vez fue solo un ratito y para quitarnos la mugre.
Esta vez ha sido diferente, era algo para hacer algo mas de deporte, nadar un rato y recuperar el tiempo que la gripe me ha robado.
Aunque ha sido un desastre.
No me quedan pulmones, las agujetas aparecen a nada que muevo los brazos y llegar al tercer largo es casi una misión imposible, por no contar, la maravillosa hazaña de sortear niños, de no ceder a la tentación de hundirlos y acabar unos años a la sombra.
La verdad es que solo la compañía ha salvado una horrible tarde de chapoteos de agua.
Para ser sinceros hay que decir que yo esperaba una tarde al aire libre, una tarde de Agosto en una piscina de verano, de esas que están rodeadas de hierba.
Lamentablemente el día no ha acompañado tanto como la compañía y me ha tocado estar a cubierto, en una de esas piscinas de invernadero.
Aun así algo si me ha liberado, es esa sensación de libertad que te hace sentir sumergirte dentro del agua, ese silencio, esa sensación de estar flotando y perder la noción de todos tus problemas durante unos segundos.
Bueno todos, lo que se dice todos los problemas no. El de que te estas quedando sin aire no lo puedes cambiar, porque recuerdas que tus pulmones están hechos un asco.
Entonces das la vuelta a la tarde, te vas a tomar un café y hablar de los Monty Payton, de grabaciones etílicas o no tener vergüenza para comprar unas gominolas.
Te pasas por tu pequeño hogar-cueva-lonja y disfrutas tomando una cerveza de recuerdos difusos, de esos que se confunden con la noche.
Es entonces cuando te das cuenta que la vida es para vivirla y que si el día no sale como te gustaría busques una manera para cambiarlo.