Las relaciones en una vida son como hilos que se acomodan a tí y vas creando a tu lado de forma de telaraña.
Es una telaraña de seda, hilos de una marioneta que vive y convive para ser lo mas feliz que puedas en tu teatro diario.
Pero como en todo tener demasiados hilos acaban por liarlo todo, comienzas a equivocar los términos y lo que antes era buscar tu felicidad, acaba siendo buscar la felicidad de cada uno de tus hilos.
Quieres hacerlos todos especiales, tanto que no puedes elegir los realmente importante, no puedes separarlos y el nudo que se crea puede hacer que los que realmente mueven tu marioneta acaben inútiles, incluso que lleguen a romperse.
Es una decisión dura pero al final te das cuenta, sientes que debes usar la tijera para cortar algunos de los cables y que esa marioneta pierda toda la libertad de movimiento que tenía.
Cierto es que estará mas limitada de movimientos, que algunos desapareceran para siempre y sin embargo, los movimientos que te quedan son los que realmente te hacen feliz.
Son esos movimientos que te gustan, esos gestos que quieres perfeccionar y que te hacen sonreír y olvidar todos aquellos hilos que estaban ahogandote.
Necesitas la necesidad de ser libre para sentir, sin pensar lo que sientes, sin tener que pedir perdón por querer, por pasar el mayor tiempo posible practicando tu mejor movimiento, ese que cada día será mejor y aunque nunca se logre rozará la perfección.
Por mucho que nos disguste necesitamos ser egoístas si queremos darlo todo.
Pero como en todo tener demasiados hilos acaban por liarlo todo, comienzas a equivocar los términos y lo que antes era buscar tu felicidad, acaba siendo buscar la felicidad de cada uno de tus hilos.
Quieres hacerlos todos especiales, tanto que no puedes elegir los realmente importante, no puedes separarlos y el nudo que se crea puede hacer que los que realmente mueven tu marioneta acaben inútiles, incluso que lleguen a romperse.
Es una decisión dura pero al final te das cuenta, sientes que debes usar la tijera para cortar algunos de los cables y que esa marioneta pierda toda la libertad de movimiento que tenía.
Cierto es que estará mas limitada de movimientos, que algunos desapareceran para siempre y sin embargo, los movimientos que te quedan son los que realmente te hacen feliz.
Son esos movimientos que te gustan, esos gestos que quieres perfeccionar y que te hacen sonreír y olvidar todos aquellos hilos que estaban ahogandote.
Necesitas la necesidad de ser libre para sentir, sin pensar lo que sientes, sin tener que pedir perdón por querer, por pasar el mayor tiempo posible practicando tu mejor movimiento, ese que cada día será mejor y aunque nunca se logre rozará la perfección.
Por mucho que nos disguste necesitamos ser egoístas si queremos darlo todo.
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