LA LUNA SABE A POCO

Nos hicimos ladrones de noches, fue lo que elegimos cuando vimos el primer concierto, cuando amanecimos en una calle o disfrutamos de una fiesta de verano.
Anhelamos esta parte del año el resto de él, lo queremos, lo deseamos, lo buscamos sin cansarnos a pesar de haber visto demasiadas lunas, haber fumado demasiadas horas y bebido de muchos segundos.
Nos hicimos y crecimos con la música de noche, de esa de estrellas que nunca estuvieron sobre el escenario, sino sobre nuestras cabeza.
Nuestros recuerdos siempre están ligados a esa luna, nuestros amores, nuestros brindis, nuestras noches de sonrisa y felicidad.
Aunque como en todo cada vez cuesta mas encontrar esa luna, tal vez porque la hemos dado demasiados mordiscos, tal vez porque ya no la miramos con los mismos ojos y se esconde de vergüenza porque ya no ve en nuestros ojos la luz que hace años brillaba con tantas ganas.
Tal vez porque aprendimos a no vivir haciendo trampas para encontrar al sol y despedir a la luna.
Seguramente el mirar a tu alrededor y ver que incluso la monotonía tiene su encanto, ver que tal vez la luna ya no te llena como antes, te haga replantearte que va siendo hora de cambiar.
Sin embargo entonces miras al cielo y la vez de nuevo, blanca y algo dentro de ti vuelve a desear quererla pegar otro mordisco.