LEONES BAJO LA LLUVIA

La verdad es que nunca he hablado de fútbol, principalmente porque nunca me ha apasionado, nunca he gritado como un loco ante una ocasión o abrazarme efusívamente con alguien por un gol.
No quiere decir que no me guste ver un buen partido, realmente hay algún día que me levanto futbolero y disfruto pero sin exceso de efusión.
Por eso me extraño que ayer acabase viendo un partido rodeado de forofos que gritaban, animaban y sufrían como si les fuese la vida en ello.
Aunque lo mas extraño es que yo gritaba, animaba y sufría como el que mas, no por el partido, sino por lo que significaba.
Fue quizás porque los genes de mi aita, forofo aferrimo, se activaran después de tantos años, porque la última vez que vi la gabarra apenas levantaba un par de pies del suelo o simplemente porque acabé contagiándome de todos aquellos que sufren, que sienten, que lloran o ríen por once tíos detrás de un balón.
Sigo sin entender como pueden cobrar la millonada que cobran por hacer deporte o que la gente los endiose.
Lo que tal vez si entienda es el sentimiento que despiertan, esa ilusión de poder volver ha hacer feliz a tanta gente, a paralizar a una ciudad o a ver a la gente pasar de la alegría a la tristeza absoluta en diez minutos.
Así que tras esta nueva vena futbolista deseo que el Athletic llegue y gane la final de copa, no por los jugadores, sino por toda la gente que arrastra este estúpido deporte de dar patadas a un balón.