2/10/2009

EN LA LINEA DE META

A veces cuando terminas algo, cuando al fin pones el punto y final a una etapa de tu vida, no puedes evitar mirar atrás.
Pasa lo mismo cuando escribes, cuando acabas ese relato tan especial que llevas mas de un mes trabajando, mimando y odiando casi tanto como respirar.
Ese relato que has querido que fuera único, sin tapujos y lleno de esa ironía que tanto te cuesta expresas a veces.
Esas lineas que han ocupado muchas horas de tu día y han robado otras tantas a las noches. Son ideas puestas en orden, caótico muchas veces pero perfectamente ordenadas en tu cabeza desordenadas.
Son un millón de neuronas suicidas, sacrificadas por un nuevo giro, por una nueva frase que te transporte hasta la siguiente y evites así los jodidos bloqueos.
Entonces todo fluye, todo es fácil.
Sin darte cuenta tus dedos replican en el teclado como si quisieran seguir el ritmo que tus oídos están escuchando.
Te saltas las tildes, los puntos o las comas...no es momento para contar piedras, sino para andar todo el camino.
Tus neuronas pintan casi al instante lo que tus ven y sin tiempo a pensar tienes que hacer que tus dedos lo describan.
Luego lo corriges, mucho no vale otro tanto hay que reescribirlo, pero sin embargo ahí lo tienes como una escultura sin pulir.
Lo pules y mimas con todo tipo de detalles que en un principio olvidaste y al releerlo acabado te preguntas de donde ha salido todo aquello.
En que parte de tu depravada imaginación ha salido una caperucita masoca, cerditos esclavistas o Alicias encerradas en manicomios.
La verdad es que te cuesta encontrar un sentido a todo aquello y sin embargo sabes perfectamente que es tuyo.
Lo cierras, lo envías a alguien especial y descubres que no tienes nada que hacer, nada que escribir.
Entonces una nueva idea loca asoma por tu cabeza abres otro borrador y vuelves a imaginar.




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SOLAMENTE UNA PIEZA...