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Pasaron los carnavales y lo hicieron como solo ellos saben hacerlos entre chupitos de Gozilla, mucho kalimotxo y mil y una vidas perdidas.

Una noche en la que los champiñones no nos hicieron crecer, las estrellas no nos hicieron inmunes y ninguna flor nos hizo tirar fuego.
La verdad que según pasaban las horas todo comenzaba a ser más y mas difusas...pero es que el carnaval es lo que tiene.
Empiezas a hablar con niños, mikolapices y Napoleones sin saber muy bien quien se trata, algunos los conoces de antes y no los reconoces, a otros no los conocías de antes y sigues sin conocerlos.
Todo fue raro y sin embargo tan normal que hizo que recordara tiempos mejores, tiempos sin preocupaciones en los que todos eramos como una familia. El tiempo en el que eramos TXIRIPA unos descerebrados que no pensaban que se irían lejos a vivir, que nos fraccionásemos hasta casi el olvido y sin embargo como todo vuelve a su origen, como a pesar de todo, al final siempre regresamos a lo que somos.
Somos y seremos una cuadrilla, tal vez seamos un desastre y siempre lo seremos pero días como este Sábado demuestra que a pesar de los giros de la vida y los caminos por donde hemos acabado siempre acabamos igual.
Haciendo el tonto, pareciendo que tenemos 15 años y soltando mil y un cánticos rodeados de quince katxis de kalimotxo mientras golpeamos con unos desatascadores encima de una mesa cantando la canción de Supermario Bros.
En fin así somos y así nos va.