Todos buscamos nuestra redención, da igual cuanto tardemos, da igual lo seguro que estemos de nuestras acciones.
Da igual la religión, la falta de ella o los valores bajo los que nos movamos o vivamos, siempre tenemos nuestras pequeñas manchas negras.
Esta claro que hay errores que los cometemos queriendo, que sabemos que esta mal y aun así tiramos hacia delante sin valorar las consecuencias, son actos que el tiempo nos hace ver equivocados, actos que sabiendo la maldad que desatan nunca son demasiado serios.
A fin de cuentas somos personas con corazoncito y por ello nuestro mal consciente siempre esta atado a nuestra consciencia.
Sin embargo los errores sin razón, aquellos causados por la ceguera del momento o la situación tienden a calar mas hondo, mas dentro del pecho del afectado de lo que jamas quisieramos o deseáramos.
Son heridas sin maldad pero llenas de dolor, heridas sangrantes que se llenan de reproches momentáneos o de palabras expresadas sin pensar que se clavan mas hondo que cualquier cuchillo.
Bajo el lema "Quien bien te quiere te hará llorar" creamos guerras personales, batallas íntimas y escaramuzas diarias sin darnos cuenta de las consecuencias.
Son nuestra forma de volver a los instintos de supervivencia, muchas veces en ataques preventivos en forma de ira por no saber lo que nos pasa, por no entender porque no ves el cielo del mismo azul que el resto de la humanidad.
A fin de cuenta siete es un número demasiado bajo para considerarlos como pecados capitales, hay mas que siete, muchos mas que siete los que nos rodean, los que nos golpean o con los que golpeamos día a día.
Por eso hay que saber cuando decir basta y saber elegir cuando enterrar el hacha de guerra, cuando sentarte a fumar una pipa de la paz y sobre todo, cuando va siendo hora de asumir, superar y sobre todo, no volver a repetir todos aquellos pecados inconscientes que te hacen suplicar por una redención.
Renaciendo
Hace 9 años
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