Ayer hacía frío, lluvia, nieve y todas las inclemencias que podía tirarte el cielo y sin embargo, nos pusimos nuestros disfraces y salimos.
Porque en carnaval no importa el tiempo, no importan los problemas y solo importa disfrutar tras una mascara.
Olvidarnos de todos los malos momentos, pensar que estamos en los 70, ser caperucita roja o superman.
En carnaval nadie es quien dice es y todos sabemos quienes somos.
Es una noche que es especial, especial porque a pesar de disfrazados tienes a los tuyos cerca, a esos que emulan a un rey de ficción, a un pueblerino con cadenas o a alguien con fiebre de fin de semana.
Adoras poder salir, disfrutar y sentir una mano que te agarra y te dice que aunque mañana no sea carnaval, aunque al día siguiente vuelva el mal humor por el tiempo, al final, siempre habrá una sonrisa para descubrirte que ninguno de los disfraces se puede comparar con una cara sin pintar.
Porque en carnaval no importa el tiempo, no importan los problemas y solo importa disfrutar tras una mascara.
Olvidarnos de todos los malos momentos, pensar que estamos en los 70, ser caperucita roja o superman.
En carnaval nadie es quien dice es y todos sabemos quienes somos.
Es una noche que es especial, especial porque a pesar de disfrazados tienes a los tuyos cerca, a esos que emulan a un rey de ficción, a un pueblerino con cadenas o a alguien con fiebre de fin de semana.
Adoras poder salir, disfrutar y sentir una mano que te agarra y te dice que aunque mañana no sea carnaval, aunque al día siguiente vuelva el mal humor por el tiempo, al final, siempre habrá una sonrisa para descubrirte que ninguno de los disfraces se puede comparar con una cara sin pintar.
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