Cada día sientes que te rodean, los dioses mas sanguinarios o los demonios mas benévolos.
Es una contradicción, es algo tan extraño, que de no llega a ser tan serio, incluso resultaría trágicamente cómico. Hay crucifijos en coches de narcotraficantes, asesinos, violadores o cualquier otro despojo de la sociedad que siente que necesita perdón divino por alguno de sus oscuros pensamientos carnales.
Hay demonios tatuados en brazos de buenas personas, demonios interiores de esos que no son rojos ni tienen cola, aunque seguramente les vendas tu alma.
Es un mundo raro, donde lo que mas te apetecería que alguien te diera una prueba, un respiro en forma de demostración que jamás existió el cielo o el infierno.
De lo contrario, si existiera y me lo demostraran no creo que fuese un club demasiado concurrido por la gente de bien, mas que nada, porque esta mejor visto violar a niños que abortar por haber sido violada.
Aunque incluso dentro de nuestro ateísmo, dentro de nuestra no creencia en un poder superior, nos regimos por dioses, antes conocidos, ahora absorbidos por la multinacional de la cruz.
Sino quien no ha visto a Apolo reflejado en los ojos de su músico favorito, sintiendo cada una de las canciones, cada una de las letras que egoistamente pensamos que nos dedica, que nos canta y que sentimos.
Quien no ha encontrado a Baco en una amistad etílica de altas horas de la mañana, de esas de amistad sentirá, tragos y chupitos.
Conocer a Afrodita, da igual que sea rubia o morena. Sentir que su perfume es especial, que su mirada única y que sin embargo, casi nunca acaba quedándose a tu lado.
Aunque todo el mundo parece tener devoción enfermiza por dioses.
Tanta, que a pesar de poder haber elegido un dios compasivo, la mayoría hemos optado por rendir pleitesía al dios de la guerra.
Avaricia, guerra y asesinatos de libertad es nuestro pan del día a día, ese es nuestro mejor homenaje a Ares.
Así pues dentro de nuestro ateísmo, de nuestro sacar pecho a no querer creer en figuras o estatuas, nos regimos por una religión que generalmente tiene la cara de algún rey en un trozo de metal y lo adoramos como nuestro salvador.
Tal vez deberíamos recordar que los dioses los crean los hombres y por lo tanto tal vez sea hora de volver a destruirlos.
Es un mundo raro, donde lo que mas te apetecería que alguien te diera una prueba, un respiro en forma de demostración que jamás existió el cielo o el infierno.
De lo contrario, si existiera y me lo demostraran no creo que fuese un club demasiado concurrido por la gente de bien, mas que nada, porque esta mejor visto violar a niños que abortar por haber sido violada.
Aunque incluso dentro de nuestro ateísmo, dentro de nuestra no creencia en un poder superior, nos regimos por dioses, antes conocidos, ahora absorbidos por la multinacional de la cruz.
Sino quien no ha visto a Apolo reflejado en los ojos de su músico favorito, sintiendo cada una de las canciones, cada una de las letras que egoistamente pensamos que nos dedica, que nos canta y que sentimos.
Quien no ha encontrado a Baco en una amistad etílica de altas horas de la mañana, de esas de amistad sentirá, tragos y chupitos.
Conocer a Afrodita, da igual que sea rubia o morena. Sentir que su perfume es especial, que su mirada única y que sin embargo, casi nunca acaba quedándose a tu lado.
Aunque todo el mundo parece tener devoción enfermiza por dioses.
Tanta, que a pesar de poder haber elegido un dios compasivo, la mayoría hemos optado por rendir pleitesía al dios de la guerra.
Avaricia, guerra y asesinatos de libertad es nuestro pan del día a día, ese es nuestro mejor homenaje a Ares.
Así pues dentro de nuestro ateísmo, de nuestro sacar pecho a no querer creer en figuras o estatuas, nos regimos por una religión que generalmente tiene la cara de algún rey en un trozo de metal y lo adoramos como nuestro salvador.
Tal vez deberíamos recordar que los dioses los crean los hombres y por lo tanto tal vez sea hora de volver a destruirlos.
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