3/17/2009

TODOS TENEMOS ISLAS

Sentimos la vida y la vivimos como nos viene, sin dudar, sin poder moldearla y no duda en quitarnos o darnos cosas sin ningún tipo de intercambio equivalente.
Nos crea o creamos islas desiertas, esas que la soledad nos llama o nos encuentra y nos acerca a ella como si fuese una luz para las moscas.
Podemos estar solos, físicamente hablando. Estar perdidos en una ciudad extranjera, por un golpe de la vida o simplemente porque a base de distanciarse se olvida que atrás queda gente que te importa.
Esa soledad es fácil de combatir con un teléfono, una foto o un recuerdo que te haga volver a coger fuerzas para ahuyentarla y coger fuerzas para seguir para adelante.
El problema es cuando estas rodeado de gente y te sientes solo, ese realmente es un virus jodido de combatir. Los golpes del corazón, los reveses del día a día o la agobiante rutina nos hacen cerrarnos, fruncir el ceño y olvidar la sonrisa en un oscuro armario.
Da igual los recuerdos, las llamadas o las fotos, nada sirve para llenar ese vacío ficticio.
Eso nos atormenta, nos encierra en nuestra isla y nos volvemos ciegos para no tener que ver lo que en realidad existe.
Nosotros no elegimos a la gente importante de nuestra vida, ellos nos eligen a nosotros y SIEMPRE existe alguien, uno, dos tres...no son muchos pero gracias a ellos nuestra isla, nunca será una isla desierta, sino una que a veces crece tanto la hierba de las dudas que no nos deja ver que al otro lado, en la otra playa siempre habrá alguien para encontrar nuestra sonrisa.



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SOLAMENTE UNA PIEZA...