EL QUE CALLA OTORGA

Cuando oyes una canción que realmente te llama la atención, te golpea, te voltea y revuelve como una montaña rusa.
La oyes y comienzas a pensar que tal vez nunca hablamos lo que deberíamos y llenamos los silencios de estúpidas palabras, mientras que nos guardamos lo realmente importante.
Las palabras que no dices a tus amigos, a tu pareja o a cualquier otra persona importante para ti, se acumulan en tu pecho.
He dicho el pecho, nada de mierdas de corazón, sino en un sitio a la derecha o izquierda de él.
Se alojan en uno de tus pulmones, en aquel que este mas sano por la polución y el humo de tabaco.
Empieza siendo algo pequeño, minúsculo y no lo damos importancia, sino nuestros secretos, nuestros silencios íntimos.
Lamentablemente eso crece y acaba ahogandonos, son demasiadas palabras sin decir, son demasiadas cosas calladas y jamás olvidadas. Son el mal que causa que las paredes se nos hagan claustrofobicas, cuando son del mismo tamaño que antes, nuestra pareja se convierte en un compañero de piso, dejamos que las personas que nos importen nos parezcan cada vez mas lejanas y no sepamos ni siquiera quienes somos.
Sentimos que la realidad a dejado de ser emocionante y divertida, llevamos demasiada mierda encima, tanta que dejamos de perder lo que sentimos a cada soplo de aire.
Buscamos nuevas emociones, nuevas sensaciones que llegamos a internar mas lejos todos esos secretos.
Buscamos amor en otros brazos, nos revelamos con los que nos quieren, vivimos en soledad o nos matamos emocionalmente sobre la realidad que era perfecta y se ha convertido en sombras.
Eso solamente es la salida fácil, la mierda siempre acaba volviendo a salir, da igual que plantemos cosas bonitas encima de un cementerio, el olor a muerto permaneces hasta que exhumemos los cuerpos.
Por eso hay que soltarlo, a veces golpear la realidad con la verdad o susurrarle palabras bonitas para evitar que esos secretos se pudran, mueran y acabes convirtiendo en un cementerio tus pulmones.