A veces nos perdemos, bueno casi siempre andamos perdidos, da igual que sea en una calle, un pueblo, una ciudad o un país.
Aunque generalmente como mas perdidos acabamos es cuando lo hacemos dentro de nosotros, esas comidas de cabeza que nos quitan el sueño, que nos roban la tranquilidad e incluso el buen humor.
Somos así, impacientes buscadores de sonrisas, de volver a sentirnos felices, tranquilos como lo fuimos antes de perdernos.
Buscamos nuestra personal "Rosa de los vientos" para volver a encontrar el norte, sin darnos cuenta, que una vez que las cosas cambian, también lo hace nuestra dirección.
Miramos al cielo para llenarnos mas aún de dudas, buscando la estrella que nos había guiado y que por lo general ha desaparecido.
Entonces es cuando pedimos ayuda a nuestros ángeles de la guarda y si tienes suerte vienen unos cuantos. El problema es que no se parecen en nada a esos dulces seres alados que tocan arpas con melodiosas canciones.
Estos no son divinos, sino de carne y hueso como tu.
Son personas que están cerca y con las que discutes, ríes e incluso lloras, son personas que te amargan y endulzan la vida pero que gracias a sus detalles y sus guías no guiadas acaban por mostrarte el nuevo rumbo de tu vida.
Renaciendo
Hace 9 años
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