Aquellos días a bordo de aquel pesquero le enseñaron a pensar, a disfrutar de los momentos de soledad que produce el mar. Claro esta después de sobreponerse a los mareos del principio.
La tripulación escucho encantada su historia, siempre ávida de nuevas leyendas con la que llenar sus cuentos de mar. Todos se volcaron con aquel joven que lejos de tomarse el viaje como un turista, puesto que había pagado su peaje con creces, intentó aprender cuanto podía sobre como faenar.
Aprendió a hacer nudos, a desenredar redes y como convivir en las inmensas horas de paz que el mar te ofrecía. Aprendió a encontrarse con uno mismo y mientras el sol bronceaba su morena piel, supo que debía encontrar su nombre a toda costa.
Los marineros lo apodaron "dulce" por su inexperiencia ante aquel nuevo mundo azul en el que se había embarcado.
Cuando un mes después llegaron a su destino todos aquellos lobos de mar se despidieron deseándole que encontrara su identidad y pidiendo que sus caminos se volviesen a cruzar algún día.
Renaciendo
Hace 9 años
1 Comentarios:
Más te vale que al final NO encuentre su nombre, porque si no me jodes el cuento... queremos más!!! Es una orden! Ar!!!
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