Al final me voy a animar a colgar algo en el blog (una burda manera para no tener que pensar que escribir en el...jeje) y he decidido poner el relato que me sirvió para escribir en lo que ando enfrascado ahora. Aunque lo que me quita mis horas de sueño es mucho mas oscuro y duro, este borrador de relato lo hice en tono de humor no se muy bien porque la verdad....sin mas, os dejo el primer trozo de desencuentros de hadas espero que os guste!!!
Entró en la cocina como todas las mañanas, con las legañas bien situadas y bostezando. Esa era su rutina, su día a día antes de que el estrés de la ciudad la envolviese.
Abrió el armario y vio aquel viejo tarro de colacao con la etiqueta descolorida, demostrandole que el tiempo que llevaba allí se contaba como años.
Algo la hizo cogerlo, no sabía muy bien porque la curiosidad la había llamado en forma de abrirlo, pero algo dentro de ella la instaba a ver que había dentro.
Tan pronto como la destapó, una nube marrón la envolvió mezclándose con sus legañas. Aquello la pilló de sopetón, no pudo cerrar los ojos a tiempo y el escozor en forma de dos lagrimones resbaló por sus mejillas.
Tras unos segundos y unos cuantos estornudos después, pudo volver a abrir los ojos. Para su sorpresa ante ella había una pequeña figura humana con dos alas muy similares a las de una libélula y mirándola con cara de pocos amigos. Estaba vestida con unos vaqueros descoloridos y una camiseta de tirantes negra, nada parecido a lo que ella recordaba de la vestimenta de aquellos seres.
Ante ella, a pesar de lo increíble de la situación, había una pequeña hada.
La sorpresa hizo que la joven no pudiera cerrar la boca, sin separar la mirada de aquel pequeño ser, que inútilmente intentaba quitarse los restos de cacao.
- Ya era hora que abrieses el dichoso tarro.- Dijo el pequeño ser.
- Pero.- Contesto tartamudeando la joven.- ¿Qué eres tú?
- Un genio y te voy a conceder tres deseos, no te jode.
La joven no sabía que decir y seguía mirando a aquel pequeño ser malhablado.
- A ver.- Dijo la criatura dando una vuelta.- Pequeña, forma humana y con alas de bicho.
La joven se quedo pensando durante un segundo sin creer la palabra que su cabeza le instaba a contestar.
- ¿Un Hada?
- Bingo.- Dijo el hada.- Y ahora. ¿Me das un cigarro?
- Llevo seis meses sin fumar.
- Si es que siempre me tocan las peores.- Resopló.- Hazte hada que es un trabajo cojonudo… ¡y una mierda!
La joven aun no podía creer encima de la mesa de la cocina hubiese un hada, que fuese tan mal hablada y que además le hubiese pedido un cigarro.
- ¿Y como piensas fumártelo?
- ¿Pues con la boca tal vez?
- ¿Pero desde cuando las hadas fuman?
- Joder, otra que
La joven se acercó a mirar mas de cerca a aquel extraño ser, que para nada se parecían a las dulces hadas que había imaginado en su niñez.
- Las hadas son dulces y siempre sonríen.- Dijo en voz alta la chica.
- Claro y las princesas son castas y puras.
- ¡Pues claro que sí!
El hada se agachó y cogió un puñado de cacao del suelo y lo levantó en su palma junto a la cara de la joven.
- Antes de nada.- Dijo la criatura.- Me llamo Timbre.
- Yo soy Erika.
- Encantada Erika.- La cortó el hada.- Ahora visitemos tus cuentos de hadas.
Sin darla tiempo a replicar Timbre sopló sobre la joven el cacao, Erika con la boca abierta, no pudo evitar tragar una enorme nube de colacao.
La joven tosió como si realmente se fuese a ahogar. Agachó la cabeza, intentando buscar un poco de aire que sus pulmones no lograban encontrar.
Cuando finalmente la tos dio paso de nuevo al aire y pudo respirar, descubrió horrorizada que ya no estaba en su cocina.
Ante ella había una sala de estar, un policía nacional y un montón de gente sentada en silencio.
- ¿Pero donde estoy?
- Juzgado de lo civil numero tres.- Respondió una vocecilla en su hombro.
Erika miró a su hombro derecho y vio sentada al hada fumándose un cigarrillo.
- ¿Cómo hemos llegado aquí?-El humo hizo toser a Erika-¿Y de donde has sacado ese cigarro?
- Se lo he mangado a ese de ahí
Timbre señaló a un tipo sentado junto a Erika con un enorme tatuaje en el cuello.
- ¿Qué hacemos aquí?- Volvió a repetir la joven cada vez mas nerviosa.
- Tú calla y observa.
De la puerta del fondo salió una mujer de unos cuarenta años, vestida de negro y con un zapato de cristal en una de sus manos. De joven debió tratarse de una mujer realmente bella, pero los años no se habían portado muy bien y su maquillaje corrido por las lágrimas que surcaban sus mejillas, no hacía sino acrecentar sus arrugas.
Detrás de ella, un hombre de su misma edad, entrado en kilos y vestido con un caro traje.
- ¿Ahora lloras?- Dijo el hombre levantando unos papeles.- Mejor sonríe que ya tienes lo que quieres.
La mujer se giró, se secó las lagrimas con uno de sus manos y para cuando dejo de nuevo a la vista de los presente sus ojos, una profunda mirada de odio estaban reflejados en ellos.
- Quedarme con la mitad de tu mierda de castillo no me devolverán mi felicidad.- Gritó la mujer.- Pero te quitaré la tuya.
- Eres una zorra.- Gritó el hombre.
- Sí, una zorra que tiene el dinero que dabas a tus amantes.
- Nunca debí casarme con una muerta de hambre como tú.- Contesto el hombre.- Debí dejarte pudrirte con tus hermanastras.
La mujer sin pensárselo dos veces le lanzó el zapato de cristal.
El zapato voló e impacto en plena frente del hombre, que sin poder evitarlo cayó de culo llevándose por delante una papelera cercana.
- Joder que leche.- Dijo Timbre con una sonrisa
- ¿No me digas que?- Dijo Erika todavía alucinada.
El ataque de tos la hizo cerrar los ojos, intentado de alguna forma sacar aquel maldito humo de sus pulmones. Cuando los abrió ya no estaban en el juzgado sino en un lugar mucho mas oscuro.
- Pues sí.- La cortó Timbre.- Te presento a Cenicienta y su querido Príncipe Azul.
Erika fue a contestar pero el hada le soltó una enorme bocanada de humo en plena cara. Otra vez se encontraba con la boca abierta.
6 Comentarios:
gracias mikel por compartir con nosotr@s ,los tesoros de TU BAUL ,de tu `propiedad ,de tu puño y letra y fruto tan solo de TU INGENIO.
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