Erika recorrió aquellos pasillos limpios y totalmente inertes. Las blancas luces iluminaban el blanco pasillo totalmente vacío y sin otro ruido que sus propias pisadas.
La joven andaba sin rumbo, simplemente hacia delante por aquel interminable pasillo sin ventanas y con un ambiente sofocante a causa de la falta de ventilación.
Lentamente una puerta negra comenzó a aparecer al final del pasillo y la joven se fue acercando hasta comprobar, que la parte superior era una especie de ventana con barrotes.
- Adelante mira.- Oyó hablar a Timbre.- Ya eres una experta en esto.
La joven miró enojada al hada pero su curiosidad le impidió replicarle nada, en vez de eso, Erika se acerco mas para ver la habitación que se escondía tras aquella oscura puerta.
- Me encanta su té señor sombrerero.- Oyó decir desde dentro de la habitación Erika.
Aquella era una estancia forrada de bonito color rosa pero al igual que en resto del edificio, ninguna ventana existía dentro de aquella estancia. En vez de eso, unos cuadros con bonitos paisajes colgaban por toda la estancia para hacerla mas habitable.
Una cama en una de las esquinas, un pequeño aseo en el lado opuesto y una pequeña mesa con cuatro sillas, era el resto del mobiliario de la habitación.
La joven que había hablado estaba sentada en una de las sillas, con un juego de té sobre la mesa.
Erika observo en silencio a través de los barrotes.
Se estaba acostumbrando a espiar a la gente, sobre todo porque todos ellos eran los personajes de aquellos cuentos que le hacían dormir cuando era pequeña.
Aquella joven rubia, con sus precioso pelo liso, su vestido blanco y azul no podía tratarse de otra persona que Alicia.
- ¿Cómo dices?- Preguntó Alicia mirando a una de las sillas vacías.- Me voy a ruborizar con tanto piropo señor sombrerero.
Erika observaba en silencio a aquella joven hablando con sus amigos imaginarios. Alicia comenzó a reír a plena carcajada.
- Que razón tienes señor conejo.- Dijo entre risas Alicia.- La verdad es que me ha hecho correr mucho detrás de usted.
Alicia volvió a romper en una sonora carcajada.
- ¿Qué te tutee?- Pregunto Alicia.- Esta bien conejito, quieres mas té.
Erika se separó de los barrotes y se giró para mirar a Timbre. El hada estaba haciendo un gesto con su pequeño dedo índice en la sien.
- La pobre chica perdió la chaveta la segunda vez que acabó en maravillas.- Explicó el hada.
- ¿La segunda vez?
- Si, primero salió de aquel manicomio en forma de país, pero como lo echaba de menos decidió regresar.
Erika no entendía muy bien lo que le estaba explicando el hada y Timbre dándose cuenta de ello, resopló sonoramente.
- Haber, Alicia sufrió desde niña alucinaciones y se llegó a inventar incluso un mundo entero.
El hada voló hasta los barrotes.
- En un primer momento consiguieron que regresase a la realidad a base de terapia.
Timbre lanzó una mirada al interior de la habitación y por primera vez, un gesto de tristeza se dibujo en su cara.
- A ella no le gustaba el mundo real lleno de tristeza.
El hada se separó de los barrotes con un suspiro y tras hacer un chasquido con sus pequeños dedos apareció de la nada un rotulador en la mano de Erika.
- ¿Bueno te apetece un trago?- Pregunto Timbre.- Yo ando sedienta tras tanto viaje.
Erika sabía que a Timbre la incomodaba estar en aquel lugar y a pesar de tener unas ganas enormes de preguntarle el motivo, no lo hizo.
En vez de eso se dio la vuelta y se dispuso a regresar por el pasillo que habían llegado.
- ¿Se puede saber a donde vas?- La preguntó el hada
- Pues a la salida.
- Te he dado un rotulador.- Replico el hada.- Pinta una.
Erika estaba dispuesta a exigirle una explicación, pero en vez de eso, se acerco a la pared mas cercana y pintó el contorno de una puerta.
Tras acabarla la joven se quedó mirándola sin saber que hacer.
- ¿A que esperas?- Espeto el hada.- Ábrela.
Erika sin saber muy bien porque, empujo aquel cacho de pared que cedió al instante.
- ¿Vamos a dejar a Alicia ahí dentro?- Preguntó la joven mirando a Timbre.
- Alicia hace mucho que dejó de estar en esa habitación.
El hada se posó en el hombro de la joven.
- Vamos. Te invito al primer trago.- Dijo Timbre mientras la joven pasaba la puerta.
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