10/24/2011

DESENCUENTOS DE HADAS 2

Bueno aquí os dejo otro trozo de este cuento desde mi punto de vista un tanto especial....


Apenas una rendija de luz iluminaba aquel lugar, pero aun así, Erika no podía distinguir nada a su alrededor. Lentamente comenzó a palpar intentando buscar algo que le resultara lo suficiente familiar como para orientarse.

Sus manos se movieron a su alrededor, hasta que notaron algo suave, lo recorrió en la oscuridad y finalmente intuyó que podía tratarse de un abrigo de piel.

- ¿Dónde…- Erika no pudo acabar la frase porque algo la tapó la boca.

- Shiii.- Oyó contestar a Timbre.- Calla que nos descubren.

Erika respiró por la nariz y enseguida la inundó el perfume del hada. Aquel era un olor que le recordaba a las bolsitas que su madre ponía para proteger la ropa de las polillas.

- Venga, mira por el agujerito.- Dijo Timbre.

La joven hizo caso al hada, se acercó al fino hilo de luz que se colaba por una rendija y lo que sus ojos vieron, a punto estuvo de hacerla gritar de no ser por la mano del hada.

Al otro lado había una pequeña habitación, con una pequeña cama y un gran lobo tumbado sobre ella. Un lobo vestido con un camisón de señora, que se revolvía impaciente.

La joven oyó una especie de chasquido y el lobo se quedó totalmente quieto.

- Abuelita, abuelita.- Dijo una voz.- Que manos mas grandes tienes.

Erika intentó buscar la procedencia de aquella melosa voz femenina, aniñada y dulce que sabía pertenecía a caperucita. Aquella joven que acabó siendo comida por el lobo cuando iba a donde su abuelita.

Estuvo a tentada de salir del armario y salvar a aquella dulce joven de una muerte segura. Tenía que avisarla y hacerla ver que aquel peligroso animal no era su abuelita. Pero algo hizo que no saliese. El extraño brillo de los ojos del lobo, le decían que aquel animal no tenía intención de hacer daño a nadie.

Aquellos ojos que tan solo reflejaban terror.

- Son para besarte mejor.- Respondió el animal tartamudeando.

Otro chasquido inundó toda la habitación y el animal volvió a moverse como si estuviese sufriendo algún tipo de ataque.

Fue entonces cuando Erika vio los grilletes que ataban a la cama al lobo, como cada una de sus cuatro patas estaban fuertemente esposadas con unas esposas de terciopelo rojo.

Entonces una figura entró en su campo de visión y pudo comprobar que efectivamente esa voz pertenecía a Caperucita. Pero no era para nada la dulce y angelical jovencita que todos los cuentos describían. Era cierto que iba vestida de rojo pero no precisamente con una capa. Aquella caperucita rondaba los veinte años y vestía un ajustado vestido de cuero rojo que dejaba poco a la imaginación, y en sus manos, un enorme látigo de cuero negro, que volvió a hacer chascar muy cerca del asustado animal.

- ¿Pero tan difícil es?- Dijo enojada caperucita.- Son para tocarte mejor.

- Lo siento mi señora.- Contesto el lobo.- No volverá a pasar.

Erika no pudo seguir mirando y se apartó de la rendija.

- ¿Qué clase de locura es esto?- Dijo ante la sonrisa de Timbre.

- ¿Esto?- Contesto el hada volando hasta la altura de los ojos de la joven.- La dulce Caperucita.

- Pero caperucita era una dulce niña.

- Caperucita creció.- En la boca de Timbre se dibujó una sonrisa.- Y comprobó que es mas divertido ser una chica mala que ser devorada.

La joven sintió de nuevo el suave tacto de aquel abrigo y en ese momento, por su cabeza se pasó una macabra idea.

La sonrisa de timbre se hizo aun mas pronunciada, como si hubiese leído la mente de Erika y la estuviese demostrado que no estaba equivocada.

- Bueno, es hora de nuestra siguiente parada

Timbre extendió una de sus manos y sopló un polvo brillante sobre la cara de la joven, quien tras perder el equilibrio y se enredó con el suave abrigo.

- Por cierto.- Oyó entre risas Erika.- Si es de piel autentica.

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SOLAMENTE UNA PIEZA...