Hay días que necesitas tus caprichos, tus momentos de premio sin castigo y decides gastarte tus duros en tus pequeños vicios legales.
Al igual que siempre seré un amante de los vinilos, tengo claro que mi viejo tocadiscos me seguirá vaya donde vaya. Podéis llamarme viejo o lo que os dé la gana, pero creerme cuando os digo, que no hay ninguna música que suene tan bien cuando es tocada por una aguja.
Por eso me he comprado un disco, porque creo que hasta la música esta perdiendo el tacto, el gusto de sentir que tienes algo entre las manos que se hará música con un leve toque al "play".
Es como el resto de las cosas del mundo, mas distante, mas intangible, mas mentirosa y de éxito fácil con una fácil promoción.
Por eso al poner este disco he descubierto el placer de volver a escuchar música, a volver a saltar de estilos y cerrar los ojos para disfrutar, sentir y saborear cada una de estas estrofas, de un pequeño genio que no quiso crecer para no tener que vender.
Es uno de esos pequeños raros con mano izquierda, esa que la carga el diablo y dibujan su penitencia en estribillos de sentimientos.
Son poesías hechas canción, sin rima, ni palabras pomposas que definan cosas tan reales como pueden ser el odio el amor.
Sin focos ni mariposas que mientan sobre algo tan visceral como a veces es que tu corazón lata mas de lo debido.
En fin mejor dejaros con una canción, otra mas que habla del mismo destino y a la vez resume bastante bien la música que a mi me hace sentir.
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