Al fin ya parece que el trabajo termina cuando tienes tu libro en las manos, lo miras, lo remiras y lo vuelves a mirar deseando que no tenga ningún fallo, todo con lupa, todo al milímetro para que quede como lo imaginaba tu cabeza.
Sin embargo toca lo difícil.
Conseguir venderlo aunque sea lo justo para recuperar lo que has invertido y con un poco de suerte que todo aquel que lo lea le guste, bueno eso no es difícil sino imposible porque a fin de cuentas todos tenemos al igual que un culo, una opinión.
Te toca llamar a todas las puertas, comentarlo entre tus conocidos e intentar que alguno le pique el suficiente gusanillo como para que te lo compre. La verdad es que para mi alegría ha tenido mejor acogida de lo que pensé en un momento (Es lo bueno de no rodearse de gente cuyo léxico se resume en un QUE PIN QUE PAN)
Aún así probablemente nos queden algunos por vender y tengamos que empezar a ser poseídos por almas de vendedores de enciclopedias o vendedores ambulantes, al grito de "BARATO BARATO" sin embargo, a pesar de todo el sufrimiento que nos ha traído estas casi 400 hojas, a pesar de los quebraderos de cabeza y cambios de última hora, al final, te da pena que todo termine.
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