Todo lo que tiene un comienzo termina, es una ley inquebrantable que nos sigue con cada una de nuestras acciones. No hay nada eterno, para eso estan los finales, para no acomodarnos e intentar aprovechar al máximo el tiempo que dure nuestro ciclo vital.
Hay finales que dan pena, que crean añoranza y nos hacen ver que tal vez deberíamos aprender a exprimir mas nuestro tiempo. Hay finales que no nos afectan demasiado o tal vez nos afecta de forma indirecta hacia el nuevo principio, si como suele ser habitual, celebramos la entrada de un año nuevo con una señora borrachera y su posterior resaca infernal. Pero sobre todo, hay finales necesarios de esos que cierran ciclos o otorgan un descanso necesario para poder abrir nuevos principios y dirigir la vista hacia otra dirección. Son el final de los momentos de excesos, de no dormir y darse cuenta que como todo el mundo, todos tenemos un límite que tu cuerpo se encarga de recordartelo cuando cruzas la línea roja.
Esa delgada frontera que transforma el sueño en obsesión y las ganas en esfuerzos muy por encima de las limitaciones personales. Son momentos de reflexionar y sucede como cuando comes a diario tu comida preferida, que al final, terminas por cogerla cierto asco.
Es aprender a cerrar proyectos y dejarlos ahí, escondidos en la memoria durante un tiempo, invernando, esperando que la motivación que te inundó una vez regrese de nuevo impolutas, sin manchas y con nuevas ideas para hacer ese pequeño galimatías en algo tangible y viable. Porque hay que tener en cuenta que la mayoría de los sueños requieren dos factores fundamentales, dinero y tiempo. Dos incognitas de la ecuación que separa el éxito del fracaso, dos materias primas de las que ahora no estamos sobrados.
Menos si se trata en un proyecto en equipo, de esos que se puede caer todo el chiringuito si uno de los pilares tambalea y en estos instantes, puedo casi asegurar que no es uno, sino los dos pilares maestros estan con grietas que hay que oxigenar sino queremos un mal final.
Por eso apoyo la idea de comenzar el año con otras cosas en la cabeza, llamarlos pájaros si os apetece, proyectos empezados y otros por empezar, pero antes, bajar el telón de el que nos ha llevado tantos meses para dejarlo madurar y si las fuerzas o las ganas quieren, darle la vuelta de tuerca necesaria para tranformarlo de un proyecto casi artesanal en una novela industrial.
Sin embargo esa es otra historia, ahora es tiempo de despedir el año y pensar en no beber mucho ese último día que los excesos se pagan y ya creo que hemos cotizado demasiado en esta historia.
Renaciendo
Hace 9 años
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