10/31/2011
DESENCUENTO DE HADAS 4
¡¡VOY A SECUESTRAR UN PAR DE MUSAS!!
Entonces decides buscar otro enfoque, si entendemos como enfoque dar mil vueltas en el sofá. Tumbaté, sientaté, vuelve a tumbarte, un cigarrito y vuelta a empezar. Conclusión, segundo archivo a la papelera de reciclaje.
Los suspiros se transforman en bufidos y empiezas a estar tentando en borrar todo, toda la carpeta, todas las horas de trabajo no remunerado, abres la ventana e incluso das a la palabra ELIMINAR....ahí es donde dudas, donde decides no estar seguro de hacerlo y apagas el ordenador para evitar males mayores.
Cansado, intentas que tu cabeza deje de pensar en hilos, argumentos y personajes, por supuesto, sin exito. Sientes que rozas peligrosamente la apatía, al comprobar, que las pinceladas de tu cabeza no consiguen transmitirlo en un papel.
Sin embargo si algo me ha sorprendido en esta faceta de mi vida, es sin duda, la constancia.
Digamos que siempre he sido un ser inconstante, usease, de esos que empiezan mil cosas pero no terminan ninguna. Daba igual el aspecto de mi vida, los deportes que intenté, los estudios que no finalicé o mis pequeños escarceos con la pintura, el dibujo o el guión....todo quedó en agua de borrajas cuando me falló la motivación y hubo que dar otro paso.
Por decir que incluso en temas de corazón soy reacio al sacrificio incondicional sin saber antes si me espera un premio. Así soy yo como cantaba el maestro del bombín, bueno ni eso cantaba porque en vez de "soy" era "estoy" pero como me gusta esa estrofa la adapto y punto, que para eso esto es mio.
A lo que iba, consigo desconectar a base de un chute de series y un poco de lectura rápida en forma de viñetas, eso sí, sin poder evitar el glorioso dolor de cabeza que el exceso de nicotina y el pensar demasiado, que siempre me regala mi cuerpo en señal de venganza.
Te tumbas, cierras los ojos y justo antes de dormir....las jodidas musas aparecen, esa inspiración tan caprichosa que te hace llamarte a ti mismo estúpido por no haberlo visto. Ahora parece sencillo, hasta diría que simple, pero esa pequeña pieza es el eje que te faltaba para que tus hilos, tus historias indomables acaben enlazadas.
Entonces olvidas el dolor de cabeza, los cabezazos contra la mesa, o los mil y un insultos que dedicas a tu ordenador. Olvidas todo y sonríes feliz, saboreando esa sensación que pinta ese famoso EUREKA en tus labios, a sabiendas que antes o después volverás a la casilla de salida y temiendo que la siguiente vez, las musas decidan otro compañero de cama.
Leia Mais…
10/25/2011
DESENCUENTO DE HADAS 3
Finalmente y tras lo que le pareció una eternidad, consiguió deshacerse del abrigo, para comprobar, que había vuelto a viajar a otro lugar.
Ante sus ojos había una enorme extensión de tierra donde escavadoras y camiones trabajaban sin descanso.
- Bueno ponte el casco y al tajo.
La voz de Timbre le hizo recordar a Erika que en aquel loco viaje tenía a una molesta compañera como guía. Bajó la mirada y a sus pies vio al hada, enfundada con un minúsculo casco amarillo y sentada cómodamente sobre un casco del mismo color pero de mayor tamaño.
- Quiero saber si el abrigo…
- ¿Qué abrigos?- Contestó sonriente Timbre
Cuando Erika miro hacia el suelo, comprobó que a sus pies ya no estaban lo abrigo con el que se había enrollado segundos antes. Era como si nunca hubiesen existido.
- Bueno coge el casco y póntelo.
- Y una mierda.- Replico la joven.- Estoy harta de este juego.
En ese instante un ruido atronador inundó todo, la joven miro hacia la dirección.
Llegó justamente a ver como una pequeña figurita quedaba sepultada bajo un montón de tierra. Una de las escavadoras había perdido su carga y había enterrado vivo a uno de los trabajadores.
Erika se agachó, cogió a todo correr el casco y se lo puso en la cabeza mientras corría en la dirección del accidente. Cuando llegó ya había seis seres cavando sin descanso con palas, picos e incluso sus propias manos desnudas. Aquellos hombrecitos apenas superaban el metro y medio de estatura, por lo que Erika no tuvo problema para identificar a esos pequeños seres.
Frente a ella, contando al que estaba enterrado vivo, estaban los siete enanitos.
- Di algo.- Dijo uno con el gorro de obra rojo y que cavaba con sus propias manos.- Tenemos que saber que sigues vivo.
- ¿Eres tonto?- Contesto otro con el gorro verde.- No le llamamos Mudito por sus discursos.
Finalmente de entre la tierra apareció una mano, luego una cabeza y finalmente, todo un enano manchado de arena de pies a cabeza.
Erika respiro aliviada al comprobar que el recién desenterrado escupía un poco de tierra, pero que por lo demás, parecía estar sano y salvo.
Sus demás compañeros le quitaron el polvo y lo levantaron.
- ¿Estas bien?- Preguntó el del gorro rojo.
El enano respondió levantando el pulgar de su mano derecha hacia arriba.
- Nunca debimos salir de la mina.- Replicó uno con el gorro verde.
Erika no se dio cuenta de que tres nuevas figuras habían llegado hasta el lugar del accidente. Ante ella había tres cerditos andando a dos patas, pero lo mas sorprendente no era eso, sino los caros trajes de chaqueta y corbata que los tres vestían.
- ¿Se puede saber porque habéis parado de trabajar?- Dijo el mas alto de los tres cerdos.
- Mudito ha sufrido un accidente.- Replico el enano del gorro rojo.
- Pues yo lo veo bien.- Contestó el mediano de los cerdos.- Así que seguir trabajando.
Los enanos murmuraron unas cuantas frases inaudibles, aunque por la mirada que echaban a los cerditos, no serían palabras agradables de escuchar.
Recogieron sus herramientas y se alejaron no sin antes lanzar unas cuantas miradas al trío trajeado.
- Menos mal que no le ha pasado nada.- Dijo el mediano de los cerditos.- Hubiese sido un problema.
- Ni que lo digas.- Contestó el alto.- No podríamos acabar los pisos a tiempo.
- Tendríamos que tapar al herido.- Dijo el pequeño.- Descubrirían que estas casas no valen ni una décima parte del dinero que vamos a ganar con ellas.
- Por no contar con la dulce Blancanieves.- Dijo el alto de los cerditos.- El dineral que le tendríamos que pagar por matar a uno de sus pequeños esclavitos.
- Ya la pagamos un dineral por alquilar sus servicios.- Dijo el pequeño.- Pero salen mas barato que contratar a trabajadores legales.
Los tres cerditos pasaron a pocos centímetros de Erika y Timbre pero siguieron adelante como si no existieran.
- ¿No nos pueden ver?- Preguntó la joven.
- Claro que pueden.- Contesto el hada.- Lo que pasa es que no significamos nada para ellos.
La joven vio alejarse a los tres cerdos cuando un grito le hizo volver a prestar atención a los enanitos.
- ¿Sois tontos o que?- Oyó gritar a una mujer.- ¿Sabéis el dinero he perdido?
Erika vio que había llegado una furgoneta sobre los extenuados enanos.
La puerta de la furgoneta se abrió y de ella bajo una mujer entrada en carnes y vestida con un vestido manchado. Erika en seguida identifico a esa persona con problemas de sobrepeso como Blancanieves, aquel vestido azul y amarillo era inconfundible.
- Mudito casi muere enterrado.- Dijo el enano con el gorro verde.
La respuesta que le dio Blancanieves fue una fuerte toñeja en la nuca del pobre enanito.
- Si se llega a morir hubiese perdido un montón de dinero y esos tres cerdos no me pagarían.
- Trabajamos demasiado.- Replico el enanito del gorro rojo
Otra toñeja fue la respuesta que recibió.
- Ahora todos a la furgoneta.- Chillo Blancanieves.- Que me tenéis negra.
Los enanitos subieron obedientes en la parte de atrás de la furgoneta y Blancanieves cerró la puerta tras ellos.
- Bueno creo que aquí no tenemos mas que hacer.- Dijo timbre.
- Espera.- Contesto Erika.- Ni se te ocurra de lanzarme mas polvos, empujarme o cualquier otra de tus locuras.
Timbre sonrió e hizo un gesto a la joven para que se girara, Erika le hizo caso y ante ella había un enorme edificio blanco, sin apenas ventanas y con una enorme puerta negra.
- Bienvenida al sanatorio Maravillas.- Dijo Timbre mientras abría las puertas con tan solo un chasquido de sus pequeños dedos.
10/24/2011
DESENCUENTOS DE HADAS 2
Bueno aquí os dejo otro trozo de este cuento desde mi punto de vista un tanto especial....
Apenas una rendija de luz iluminaba aquel lugar, pero aun así, Erika no podía distinguir nada a su alrededor. Lentamente comenzó a palpar intentando buscar algo que le resultara lo suficiente familiar como para orientarse.
Sus manos se movieron a su alrededor, hasta que notaron algo suave, lo recorrió en la oscuridad y finalmente intuyó que podía tratarse de un abrigo de piel.
- ¿Dónde…- Erika no pudo acabar la frase porque algo la tapó la boca.
- Shiii.- Oyó contestar a Timbre.- Calla que nos descubren.
Erika respiró por la nariz y enseguida la inundó el perfume del hada. Aquel era un olor que le recordaba a las bolsitas que su madre ponía para proteger la ropa de las polillas.
- Venga, mira por el agujerito.- Dijo Timbre.
La joven hizo caso al hada, se acercó al fino hilo de luz que se colaba por una rendija y lo que sus ojos vieron, a punto estuvo de hacerla gritar de no ser por la mano del hada.
Al otro lado había una pequeña habitación, con una pequeña cama y un gran lobo tumbado sobre ella. Un lobo vestido con un camisón de señora, que se revolvía impaciente.
La joven oyó una especie de chasquido y el lobo se quedó totalmente quieto.
- Abuelita, abuelita.- Dijo una voz.- Que manos mas grandes tienes.
Erika intentó buscar la procedencia de aquella melosa voz femenina, aniñada y dulce que sabía pertenecía a caperucita. Aquella joven que acabó siendo comida por el lobo cuando iba a donde su abuelita.
Estuvo a tentada de salir del armario y salvar a aquella dulce joven de una muerte segura. Tenía que avisarla y hacerla ver que aquel peligroso animal no era su abuelita. Pero algo hizo que no saliese. El extraño brillo de los ojos del lobo, le decían que aquel animal no tenía intención de hacer daño a nadie.
Aquellos ojos que tan solo reflejaban terror.
- Son para besarte mejor.- Respondió el animal tartamudeando.
Otro chasquido inundó toda la habitación y el animal volvió a moverse como si estuviese sufriendo algún tipo de ataque.
Fue entonces cuando Erika vio los grilletes que ataban a la cama al lobo, como cada una de sus cuatro patas estaban fuertemente esposadas con unas esposas de terciopelo rojo.
Entonces una figura entró en su campo de visión y pudo comprobar que efectivamente esa voz pertenecía a Caperucita. Pero no era para nada la dulce y angelical jovencita que todos los cuentos describían. Era cierto que iba vestida de rojo pero no precisamente con una capa. Aquella caperucita rondaba los veinte años y vestía un ajustado vestido de cuero rojo que dejaba poco a la imaginación, y en sus manos, un enorme látigo de cuero negro, que volvió a hacer chascar muy cerca del asustado animal.
- ¿Pero tan difícil es?- Dijo enojada caperucita.- Son para tocarte mejor.
- Lo siento mi señora.- Contesto el lobo.- No volverá a pasar.
Erika no pudo seguir mirando y se apartó de la rendija.
- ¿Qué clase de locura es esto?- Dijo ante la sonrisa de Timbre.
- ¿Esto?- Contesto el hada volando hasta la altura de los ojos de la joven.- La dulce Caperucita.
- Pero caperucita era una dulce niña.
- Caperucita creció.- En la boca de Timbre se dibujó una sonrisa.- Y comprobó que es mas divertido ser una chica mala que ser devorada.
La joven sintió de nuevo el suave tacto de aquel abrigo y en ese momento, por su cabeza se pasó una macabra idea.
La sonrisa de timbre se hizo aun mas pronunciada, como si hubiese leído la mente de Erika y la estuviese demostrado que no estaba equivocada.
- Bueno, es hora de nuestra siguiente parada
Timbre extendió una de sus manos y sopló un polvo brillante sobre la cara de la joven, quien tras perder el equilibrio y se enredó con el suave abrigo.
- Por cierto.- Oyó entre risas Erika.- Si es de piel autentica.
10/23/2011
DESENCUENTO DE HADAS
Al final me voy a animar a colgar algo en el blog (una burda manera para no tener que pensar que escribir en el...jeje) y he decidido poner el relato que me sirvió para escribir en lo que ando enfrascado ahora. Aunque lo que me quita mis horas de sueño es mucho mas oscuro y duro, este borrador de relato lo hice en tono de humor no se muy bien porque la verdad....sin mas, os dejo el primer trozo de desencuentros de hadas espero que os guste!!!
Entró en la cocina como todas las mañanas, con las legañas bien situadas y bostezando. Esa era su rutina, su día a día antes de que el estrés de la ciudad la envolviese.
Abrió el armario y vio aquel viejo tarro de colacao con la etiqueta descolorida, demostrandole que el tiempo que llevaba allí se contaba como años.
Algo la hizo cogerlo, no sabía muy bien porque la curiosidad la había llamado en forma de abrirlo, pero algo dentro de ella la instaba a ver que había dentro.
Tan pronto como la destapó, una nube marrón la envolvió mezclándose con sus legañas. Aquello la pilló de sopetón, no pudo cerrar los ojos a tiempo y el escozor en forma de dos lagrimones resbaló por sus mejillas.
Tras unos segundos y unos cuantos estornudos después, pudo volver a abrir los ojos. Para su sorpresa ante ella había una pequeña figura humana con dos alas muy similares a las de una libélula y mirándola con cara de pocos amigos. Estaba vestida con unos vaqueros descoloridos y una camiseta de tirantes negra, nada parecido a lo que ella recordaba de la vestimenta de aquellos seres.
Ante ella, a pesar de lo increíble de la situación, había una pequeña hada.
La sorpresa hizo que la joven no pudiera cerrar la boca, sin separar la mirada de aquel pequeño ser, que inútilmente intentaba quitarse los restos de cacao.
- Ya era hora que abrieses el dichoso tarro.- Dijo el pequeño ser.
- Pero.- Contesto tartamudeando la joven.- ¿Qué eres tú?
- Un genio y te voy a conceder tres deseos, no te jode.
La joven no sabía que decir y seguía mirando a aquel pequeño ser malhablado.
- A ver.- Dijo la criatura dando una vuelta.- Pequeña, forma humana y con alas de bicho.
La joven se quedo pensando durante un segundo sin creer la palabra que su cabeza le instaba a contestar.
- ¿Un Hada?
- Bingo.- Dijo el hada.- Y ahora. ¿Me das un cigarro?
- Llevo seis meses sin fumar.
- Si es que siempre me tocan las peores.- Resopló.- Hazte hada que es un trabajo cojonudo… ¡y una mierda!
La joven aun no podía creer encima de la mesa de la cocina hubiese un hada, que fuese tan mal hablada y que además le hubiese pedido un cigarro.
- ¿Y como piensas fumártelo?
- ¿Pues con la boca tal vez?
- ¿Pero desde cuando las hadas fuman?
- Joder, otra que
La joven se acercó a mirar mas de cerca a aquel extraño ser, que para nada se parecían a las dulces hadas que había imaginado en su niñez.
- Las hadas son dulces y siempre sonríen.- Dijo en voz alta la chica.
- Claro y las princesas son castas y puras.
- ¡Pues claro que sí!
El hada se agachó y cogió un puñado de cacao del suelo y lo levantó en su palma junto a la cara de la joven.
- Antes de nada.- Dijo la criatura.- Me llamo Timbre.
- Yo soy Erika.
- Encantada Erika.- La cortó el hada.- Ahora visitemos tus cuentos de hadas.
Sin darla tiempo a replicar Timbre sopló sobre la joven el cacao, Erika con la boca abierta, no pudo evitar tragar una enorme nube de colacao.
La joven tosió como si realmente se fuese a ahogar. Agachó la cabeza, intentando buscar un poco de aire que sus pulmones no lograban encontrar.
Cuando finalmente la tos dio paso de nuevo al aire y pudo respirar, descubrió horrorizada que ya no estaba en su cocina.
Ante ella había una sala de estar, un policía nacional y un montón de gente sentada en silencio.
- ¿Pero donde estoy?
- Juzgado de lo civil numero tres.- Respondió una vocecilla en su hombro.
Erika miró a su hombro derecho y vio sentada al hada fumándose un cigarrillo.
- ¿Cómo hemos llegado aquí?-El humo hizo toser a Erika-¿Y de donde has sacado ese cigarro?
- Se lo he mangado a ese de ahí
Timbre señaló a un tipo sentado junto a Erika con un enorme tatuaje en el cuello.
- ¿Qué hacemos aquí?- Volvió a repetir la joven cada vez mas nerviosa.
- Tú calla y observa.
De la puerta del fondo salió una mujer de unos cuarenta años, vestida de negro y con un zapato de cristal en una de sus manos. De joven debió tratarse de una mujer realmente bella, pero los años no se habían portado muy bien y su maquillaje corrido por las lágrimas que surcaban sus mejillas, no hacía sino acrecentar sus arrugas.
Detrás de ella, un hombre de su misma edad, entrado en kilos y vestido con un caro traje.
- ¿Ahora lloras?- Dijo el hombre levantando unos papeles.- Mejor sonríe que ya tienes lo que quieres.
La mujer se giró, se secó las lagrimas con uno de sus manos y para cuando dejo de nuevo a la vista de los presente sus ojos, una profunda mirada de odio estaban reflejados en ellos.
- Quedarme con la mitad de tu mierda de castillo no me devolverán mi felicidad.- Gritó la mujer.- Pero te quitaré la tuya.
- Eres una zorra.- Gritó el hombre.
- Sí, una zorra que tiene el dinero que dabas a tus amantes.
- Nunca debí casarme con una muerta de hambre como tú.- Contesto el hombre.- Debí dejarte pudrirte con tus hermanastras.
La mujer sin pensárselo dos veces le lanzó el zapato de cristal.
El zapato voló e impacto en plena frente del hombre, que sin poder evitarlo cayó de culo llevándose por delante una papelera cercana.
- Joder que leche.- Dijo Timbre con una sonrisa
- ¿No me digas que?- Dijo Erika todavía alucinada.
El ataque de tos la hizo cerrar los ojos, intentado de alguna forma sacar aquel maldito humo de sus pulmones. Cuando los abrió ya no estaban en el juzgado sino en un lugar mucho mas oscuro.
- Pues sí.- La cortó Timbre.- Te presento a Cenicienta y su querido Príncipe Azul.
Erika fue a contestar pero el hada le soltó una enorme bocanada de humo en plena cara. Otra vez se encontraba con la boca abierta.
10/20/2011
UNA BUENA NOTICIA....¿Y AHORA?
Leia Mais…
10/17/2011
ADAPTACIÓN AL CAMBIO
Como, algunas veces he comentado en estas líneas entre borrones, la adaptación de las personas a los cambios siempre ha sido algo que me ha hecho pensar. Desde un cambio físico, véase unos kilos de más después de semanas de carne, hasta psicológicos como puede ser meter o sacar a gente dentro de tu círculo invisible de seguridad personal, siempre ha sido algo, por lo menos para mí, digno de intentar analizar.
Leia Mais…
10/13/2011
EL GRAN DICTADOR
Toda tiranía tiene un final puesto que solo hay un tirano que es eterno. El tiempo. Ante el nos acabamos doblando en señal de pleitesía cuando nuestro cuerpo ha vivido los años suficientes como para perder la verticalidad.
10/11/2011
ARBOLITOS SIN ARENA
10/10/2011
LA ETERNA PAREJA
Era el amor y el odio, la extraña pareja condenada a encontrarse por toda la eternidad. A pesar de buscar refugio en brazos mas afines, el amor en el cariño y el odio en el rencor, sus caminos siempre volvían a cruzarse en un mismo punto.
La tristeza.
La de uno de añoranza, la del otro la de la eterna duda del error.
Fue tal fuerte su lazo que cuando el ser humano fue humano, se vió infectado casi al momento por ellos. Por un lado, por el dulce aroma del amor, por el otro, con acido olor del odio, pero siempre dejando tras de sí el oscuro agujero del recuerdo.
Aquella lucha hizo peligrar las frágiles almas de aquellos pequeños seres mortales, y temiendo que fuesen teñidas con la locura, fue el tiempo quien tuvo que finalmente tomar cartas en el asunto.
Primero habló con el amor. Obligandole a no perder su mirada en las nubes del cielo, sino a mirar al camino, sin prisas, observando con calma cada paso.
Después habló con el odio, y tras mucho insistir, consiguió arrancarle la promesa de olvidar mirar las pisadas que había recorrido. Daba igual que fuesen huellas en la calzada o resbalones en el barro, puesto que lo importante, era observar siempre los pasos que aun le faltaban por recorrer en el camino.
Así fue como el tiempo pudo mediar entre la eterna pareja, que aun hoy en día, cruzan sus caminos en la tristeza.
10/09/2011
CIRCULOS NO PERFECTOS
Leia Mais…
10/05/2011
LA CIUDAD ETERNA
Cualquier regreso guarda en el baúl de la memoria pequeños retazos de recuerdos. Vivencias que como el vino, se avinagran hasta perderse en el presente o bien se convierten en pequeñas dosis de buenos sorbos cuando algo te lo hace recordar en el futuro.
Este viaje no ha sido diferente a cualquiera de mochila al hombro y zapatillas de deporte.
Un pequeño salto a través de un océano a un país con tantas similitudes como diferencias, un lugar conocido pero sorprendentemente desconocido cada paso, a cada hora, a cada día en el que el madrugar era simplemente para poner la grabadora de tus pupilas listas para enmarcar una nueva fotografía al natural, de esas que captas en el momento y no es hasta volver a estar tumbado en tu cama cuando te dignas a mirarlas de nuevo. Imágenes estáticas donde el agua de unas cataratas, el caos de una ciudad o una buena conversación al compas de una parrilla despiertan ahora una mezcla de sensaciones, sonrisas o miradas perdidas de melancolía.
Tal vez todo se resuma en una sola secuencia, de esas de planos fijos y que absorbe todo a su alrededor como si de un gigantesco agujero negro, eso es para mí Buenos Aires. Tal vez podía hablar de quebradas, de cerros de colores o mil y una vivencias por carreteras donde camino rural sería ser muy optimista para definir una calzada. Pero no, no es eso lo que ha devorado parte de mi sonrisa o me ha aportado parte de felicidad, no de la de las perdices, sino de esa agridulce que te ofrece la realidad. Eso es para mi Buenos Aires.
Un ser vivo con miles de caras, de ruidos, olores o sabores contrastados, desde el rancio humo de los millones de tubos de escape hasta el sabor de una buena carne a la parrilla. El dulce sabor de sus dulces o su agria hierba, mate y termo. Eso es para mí Buenos Aires.
Los colores vivos de un barrio, de la pasión por el Azul y Amarillo de una hinchada de esas de balón y dos porterías o el negro color en la que se sume cuando el sol cae y pierde el sonido para que el silencio de los cartoneros recorra sus calles. Eso es para mí Buenos Aires.
Espacio de monumentos, de casas de colores atípicos o plazas que no olvidan lo que el pasado les arrebató, por mucho que quieran enterrar el terror que cualquier dictadura arrastra cuando los genocidas son finalmente ahogados por la lucha de la libertad. Lugar de héroes anónimos, de esos que pelearon y desaparecieron o trileros que insultan aquella lucha con burdas imágenes de lo absurdo, del engaño o la teatralidad lejos de los genios de los cientos de escenarios que pueblan los teatros. Eso es para mí Buenos Aires.
Esa mezcla que hace que todo parezca demasiado pequeño, y por mucho que te quieras colocar medallas de urbanita, te das cuenta al recorrer sus cuadras que sigues siendo demasiado pequeño para sobrevivir a ese caos, tan atrayente cuando tu pie derecho pisa sus aceras, como repelente cuando es el izquierdo el que da el paso.
Eso es para mí Buenos Aires.