Hoy me han hecho volver a recordar un juego de esos que te evocan a mas de décadas de distancia en el pasado. Esos juegos que los veías en una pantalla con 8 colores y en una añorada segunda dimensión. Un juego tan simple como romper ladrillos de colores con una bola, tan simple como aguantarla con una barrita. Tan complicado como un fallo significaba perder una vida. Una vida, solo una es la que tenemos para estrellarnos contra esos ladrillos, contra los problemas, las soluciones y las preguntas sin respuestas que devoran a veces nuestra cabeza. Con el tiempo como enemigo, con la dama de negro como final de partida. Sin embargo a veces hay que disfrutar del momento, salir pitando a la calle y saber que los viernes no son para pensar, sino para soñar. Por eso os dejo esta canción acelerada que siempre suena cuando alguien me llama, este ritmo tan eléctrico como raro, tan peculiar que me hace sonreír y bailar en mitad de una cocina a las 11 de la noche. No no estoy loco, porque no bailo solo, bueno igual es que mi pareja de baile le falten mas tornillos que a un servidor. Una última cosa, si la huesuda pregunta por alguno de nosotros, le decís que vuelva mas tarde, que nos hemos ido a disfrutar de la noche.
No he llegado nunca a saber porque diablos titulé a este blog con esa frase, es una sucesión de palabras sin sentido, tres para ser mas exactos. Es las ganas de decir tantas cosas y no saber por donde empezar, quizás por vergüenza o quizás por orgullo una coraza en forma de sonrisa silenciosa recorre tu rostro. Tu boca se retuerce pero no salen palabras por ella, es tu mayor defensa, tu peor enemigo. Son tus miedos, tus reflejos y sobre todo tus silencios. Esa lacra que aun no ha curado del todo y sabes que nunca lo hará, porque las situaciones te han hecho así porque los palos te han vuelto demasiado duro. Sin embargo deseas sentir y lo vas a perseguir porque el pasado no puede marcarte mas que momentos puntuales en días como por ejemplo un jueves. Momentos de tomar aire ponerte una canción mas o menos melancólica y sonreír con buenos momentos pasados e intentando dibujar un futuro mejor.
A veces sentimos la necesidad de mutilar nuestro cuerpo ya sea con agujas o emocionalmente. Es algo incompresible, casi sádico, la forma que asumimos unos dolores y otros en cambio nos hace llorar. Es una ambigüedad tan inútil como incoherente y sin embargo las hacemos una y otra vez como una jodida adicción. Tal vez es nuestra forma de sentirnos vivos, de elegir nuestro sufrimiento y luego exhibir nuestras cicatrices con falsa modestia. Tal vez es nuestra forma de controlar las cosas incontrolables, las cosas que nos dan miedo, que nos duelen y poder así intentar dar un reves a la imprevisible vida. Es algo raro, siempre lo ha sido pero como todo, creo que tiene un motivo, un secreto que guardamos en cada uno de nuestros milímetros de tinta, de nuestros pendientes o nuestros cortes de pelo fuera de lo común. Nuestras pequeñas, particulares e intimas salidas de un tiesto en el que nunca quisimos ser plantados.
Abril es un mes de cambios, de los primeros días buenos y el exilio del frío...aun así no me gusta Abril, no es un mes que me agrade o me entristezca que se acabe. Mejor empezar mayo maldiciendo este mes que nos deja....Hasta dentro de 12 meses maldito abril.
Quizás sea porque es Lunes, porque las migrañas me han vuelto a golpear o simplemente porque mi forma de existir en este mundo no pueda ser cambiada. Tal vez porque siempre fui imperfecto y quizás la vagancia, la desgana y ser un patoso innato hizo que mi camino nunca terminara. Seguramente por eso casi nunca acabé nada de lo que empecé, quizás por falta de ganas, sin duda porque la motivación no fue nunca una de mis virtudes. Nunca fui guapo, ni estuve bueno y ahora el tiempo me recuerda cada día que mis ideas se ven un milímetro mas que hace unos meses. Sin duda fui malísimo en los idiomas, en las matemáticas me defendía como una tortuga panza arriba y la historia me parecía atractiva hasta que había que estudiarla. Siempre estuve en la luna, con la cabeza dándole vueltas a mundos imaginarios donde era el héroe y no el chico gris que nunca tuvo un amor de instituto. Por eso me da miedo no estar a la altura, no saber si puedo con lo que me depara el futuro o simplemente no encontrar el campo de flores con el que todo el mundo se llena la boca. Tengo miedo, soy cobarde y mi cabezoneria no tiene límites cuando creo tener razón y me cuesta admitir mis errores. Es mi parte dura, esa que las postillas del corazón me ha hecho crear para dejar de sufrir. Son las negativas, son las vergüenzas y sobre todo las puñaladas traperas que jodieron un sentimiento que añoro recuperar. Soy yo y ahora con una firma sobre un papel, una ilusión en el pecho y millones de ideas en la cabeza quiero poder acabar con algo que he deseado empezar. Eso es lo que me mueve ahora y tal vez, solo tal vez pueda que este primer paso me haga hacer cambiar los malos hábitos, que tenga suerte y vuelva a hacerme sentir en todos los aspectos de la vida.
A veces llega el fin de semana y realmente las fuerzas son tanescasas que para desconectar no necesitas salir de casa. Miras a tu alrededor y ves que no necesitas salir y devorar la noche para disfrutar de unas horas de desconexión- Escribes y sientes que las cosas que imaginan tu cerebro, se transmiten a tus dedos sin problemas, sin tener que pensar cada palabra una y otra para elegir la mejor forma de explicar tus pobres ideas. Sientes que ponerte música y tirarte en el sofá es una gran idea, una genialidad en la que no vale mirar el reloj. Una cena de sábado y una charla sin muchas pretensiones puede ser tan buena como unas horas de tragos nocturnos. Usar horas y horas para crear un trailer de un espacio de tu vida que aunque no se pueda repetir, sientes que todavía quedan alguno igual de bueno. Así que fin de semana tranquilo NUNCA vendrá mal.
Realmente la creatividad es algo que apasiona, esta claro que no ganas ni un duro con ella pero imaginar mundos dominados por seres fantásticos no tiene precio. Crear una historia, darle vueltas y moldearla a tu gusto mientras cierras los ojos y imaginandote la imagen para para ilustrar la siguiente línea. Es realmente placentero.........pero agota. Te funde las pilas, mas aún si eso ocurre el jueves y sientes que se te cierran los ojos a las 9 de la noche, por haber robado demasaidas horas al sueño. Asi que hoy necesito un poquito de follón.
Asi que musica cañerita para un jueves sin fuerzas.
A veces cuando hablas de alguien especial sientes que la vas a cagar con cada una de las palabras que vas a intentar dedicar. La complejidad de las relaciones, sobre todo cuando son íntimas, hace que las palabras se resistan a salir y describir algo basado en sentimientos y que queda lejos de la fría razón. Este es un caso de esos. Piensas por donde empezar, por donde explicar como en dos años has tenido un compañero a quien no parabas de decir que le odiabas por tu boca, cuando tanto tú como él, sabe que es cariño lo que te ha llenado cada uno de tus minutos oscuros. Es difícil resumir los gritos a la luna de las madrugadas, las noches que intentamos robar y que el sol nos recordó que no se puede secuestrar a su amante nocturna. Trileros de barra y txozna, así me gustaría recordarnos, como dos sinvergüenzas que jugaban a saber donde estaba la bolita de la buena suerte. Trileros de mochila, carretera y sueños. Siempre los sueños como motor de movimiento, de sentimiento, de razonamiento. De sueños realizados, utopías que a pesar de saber que no se pueden alcanzar jamás nos causaremos de perseguir. Años de mear en la calle del fin del mundo, rebeldía de un alma joven a pesar de la cana y las treinta primaveras. A borracheras en el puto último punto del hemisferio sur para rozar durante unas risas la libertad. Se que ahora esta mal y como a mí a veces le cuesta mas hablar que escribir, porque aunque sea un quejica patológico, siempre lo hace con esa particular ironía del inconformista, bueno siempre no, solo si sobre lo que se queja no es realmente trascendente. Somos mendigos del amor y sin embargo no perdemos la sonrisa, el buen rollo y las ganas de no buscar un camino fácil para no perdernos el paisaje. Patosos a golpes y sangre, a heridas y sonrisas de niño con una travesura en la cabeza. Bufones de sonrisa de corazón, de estupidez sana en la que no hay critica, sino complicidad. Debatientes cabezones como una pared de granito cuando buscamos un tema sobre el que pelear, da igual que sea algo tan irracionar como una copa de vino. Por eso se que ahora no esta bien, ahora que le ha tocado sentir y sufrir las caras B de esta puta vida, como hace pocos meses la sentí yo. No habrán palabras, nunca las ha habido, simplemente letras que no dirá que ha leido y sin embargo sé que lo hará, porque tanto el como yo hemos aprendido a conocer a nuestro vecino de al lado. Tan solo recordarle que pase lo que pase seguiremos con la sonrisa pegada a la boca, somos estúpidos, somos idiotas, pero sobre todo somos felices aunque sea de forma intermitente. Es cierto que tengo mas compadres y comadres, de esas que marcan un trozo de tu pecho como un tatuaje. Sin embargo ha sido con el con quien iré de nuevo al fin del mundo. Por eso tan solo estas líneas estúpidas de un estúpido que se confunde, que no sabe hablar, que se avergüenza como un tomate, que no sabe escribir sin darle una patada al diccionario. Este humano imperfecto al que tanto has arropado cuando tenía días negros, al que tanto has gritado cuando me cegaba el mal camino, te dedica estas palabras a ti, solo a ti, porque aunque nunca acabes de creertelo, vales mas de lo que jamás admitirá tu negativa cabeza. Porque las puñaladas del día a día duelen como si se te fuera la vida en ello, mas aún si esa cuchillada va dirigida a alguien cercano por eso, aunque no te apetezca yo intentaré sacarte esa sonrisa. Esa estúpida sonrisa que nos enseña a esquivar y no dejar que la vida nos mate.
Hay semanas que empiezan mal, realmente mal y no sabes realmente lo que hace que el sol que decora el cielo se convierta en nubes en tu mirada. No estas cansado físicamente, es mas, te sientes realmente descansado a pesar de haber dormido algo mas que un par de horas. El problema es de la cabeza, tu coco no quiere pensar con la alegría que se mueve tu cuerpo. Es algo como una nube de recuerdos pasados, de sensaciones perdidas en buenos momentos que sin embargo, jamás te abandonarán porque son parte de ti. El lunes sabe usar eso a su favor y jugar sucio, sabe de tus miedos, de tu eterna guerra por pelear contra tu triste vergüenza, esa que te hace temer cagarla en cada momento. Te ahogas y sientes que te has metido en un sueño que la realidad lo ha hecho demasiado grande, enorme e imposible de cumplir. Buscas ese sentimiento que te hizo empezar a soñar y sin embargo, son tus pesadillas las que se dibujan en tu memoria. Fantasmas del pasado detrás de unas gafas de sol, de esos que tu cabeza te dice que no pueden ser reales y sin embargo tus entrañas te aseguran que no es ninguna alucinación. Sientes que tu corazón sufre con esa imagen, que se vuelve a encoger y convertirse en ese niño temeroso, esa triste sombra que buscaba querer sin tener que sufrir, que aún sigue buscando como un drogadicto lo que es volver a sentir. Piensas que tal vez es hora de volverse normal, dejar tu particular mundo de Oz atrás y volver a la realidad. Conformarte con este destino lleno de baches y zancadillas, de sueños sin cumplir y resignación a seguir viviendo un día a día gris. En resumen, unas ganas de llorar y dejarte caer de rodillas. Entonces tu boca dibuja una sonrisa, una de esas muecas irónica y cabrona que te ha acompañado durante muchos años. Sonries y decides que no puedes dejar caerte porque un lunes te reviente un poco la cabeza, no así, no sin luchar. No puedes por orgullo, por ganas de comerte tus sueños por grandes que sean, sin importar que te roben horas de sueño o te expriman cada neurona de creatividad. No puedes por respeto, porque hay mucha gente que te ha levantado cada vez que has caído y sería un insulto dejarte vencer por un Lunes gris. Por los que aún te levantan, por los que están y por los que tan solo te queda su recuerdo. No puedes porque si algo has aprendido es que tu corazón va por libre y las veces que lo has intentado domar solo te ha dado coces a la conciencia. No se puede forzarle a sentir, si tu eres como eres, es en esencia porque el late como le da la santísima gana. Es cierto que el pasado cercano ha estado lleno de recuerdos podridos de falsas palabras, sin embargo, lo único que recuerdo del Domingo pasado es "perder" cinco horas montando un vídeo de un viaje imposible. Por eso te pones una canción y decides que no vas a bailar al son de ningún camino marcado. Que tu espalda dibuja tu inconformismo, tus ganas de seguir dándole mordisco a los días y hacer único cada momento vulgar. Por eso si el Lunes o cualquier otro día os quiere robar la sonrisa, levantar bien alto la mano, extender bien el dedo y mandarlo a la mierda. Porque el destino es una mentira inventadas por cobardes, los valientes prefieren andar sin saber a donde les llevará el camino.
Cada día te juntas con personas únicas, de esas que tal vez están un poco sordas para seguir el reloj de la monotonía. Son gente que no viste como lo que las modas nos dicen que vistamos o compremos lo que los anuncios dicen que compramos. Es difícil entender que no todo es mirar una televisión, que hay gente que prefiere mirar por la ventana que ver que les pasa a los famosos de la telebasura. Casi no se puede entender que viajar en un todo incluido no es viajar, sino que es como ir a un parque de atracciones y que se echen las manos a las cabeza cuando cojes una mochila y acabas viajando sin saber donde vas a dormir a la noche siguiente. Que te guste observar, disfrutar y dormir poco porque tu cuerpo no esta tan cansado como tu cabeza. Es difícil entender que hay gente que devora sus segundos, los exprime hasta la saciedad para hacer cosas que se salen de lo que se denominaría normal. Pero hay que saber que lo que se sale de lo normal no es raro, sino extraordinario y único que tan solo será disfrutado por la gente que sabe ver lo que esconde cada una de sus miradas. Puede ser un dibujo, un viaje, un sueño o cualquier cosa que no se puede comprar ni vender, cosas inmateriales en el mundo real y sin embargo tesoros que no se pueden tasar para los ojos inteligentes que saben apagar la televisión y lanzar una mirada fugaz a una noche lluviosa como la de hoy.
Al ver a Alicia te das cuenta que tal vez su mundo, sus queridas maravillas no son tan diferentes ni imaginarias como quisieran nuestras fantasías. Todos tenemos nuestro pequeño conejo blanco con alma de corredor. Da igual lo que sea, lo que busquemos o deseamos porque siempre tiene que ser contrareloj. Es una carrera continua sin fin, para llegar a escalar hasta donde nuestra ambición quiera comer. A veces da igual los sacrificios, otras quieres sacrificar lo que sea para conseguir lo que te llene. El problema es cuando el deseo se convierte en una obsesión tan grande, que sientes que el aire no te llena a los pulmones. Es nuestra carrera contra el tiempo, tiempo por sentir, tiempo por no seguir jugando al poker de la vida sin encontrar una escalera de corazones y mantener tu cabeza encima de los hombros o esperar un poker de reinas. Es tiempo para saber si es mejor convencerse con lo que tienes o seguir jugando con cartas ciegas esperando que tengas un toque de la diosa fortuna. El problema es que puedes perder lo que tienes si la suerte deja de enseñarte tu sonrisa. No saber si lo inteligente es seguir soñando y maltratando el corazón con cada caída o bien no pensar en otra cosa que levantarte cada día. Si el mundo real fuese en el que Alicia viviera, lamentablemente para ella sería expulsada de sus maravillas, porque en la realidad esta prohibido soñar.
Creo que vivimos en un tiempo en la que sacamos pecho por estar ciego y no saber separar los ojos de la caja tonta. Vivimos par y por el presente, pero no en el estilo famoso del "carpe diem" sino en algo mas material, mas físico y sin tener tiempo para soñar. Nos hemos sumergido en la espiral del consumismo por consumir y bajo el lema "tanto tienes tanto vales" no hay ni un centímetro de margen para salirte del corral. Nuestras pequeñas revoluciones son las que nos marcan la vida a través de una pantalla, sin ser naturales sino simplemente seres artificiales que viven por vivir. Nos cuidamos mas y usamos todo tipo de suplementos para estar mejor, mas sanos y lo mas importante mas divinos. No buscamos salud, sino belleza y la forma de conseguirlo no tiene moral o dignidad. Todo por ser los primeros en una carrera que si te niegas a correrla, es como si no existieses. Un mundo en el que el raro es el que lee, el que imagina, el que crea y no se preocupa por como viste el que tiene a su lado, sino en lo que le puede ofrecer. No nos importa el físico si te ofrece un nuevo rumbo en el que pensar y valorar el camino que has tomado, equivocado o no. Sin embargo el fútbol puede mas que la cultura, el poder es robar y mearse en la justicia o la inteligencia es follarte a alguien famoso y poder así sacar dinero contándolo en todas las teles que quieran comprar basura. Es mirar los mil y un programas de telerealidad, una telerealidad que cuando tus ojos miran por la ventana no la encuentra por ningún lado. Es ver que el paro crece, las hipotecas ahogan y cada vez cuesta mas llegar a fin de mes sin renunciar al placer del descanso. Sin embargo da igual porque el fútbol esta entretenido y la liga super reñida. Así que ya sabéis seguir sonriendo y disfrutando de nuestra mejor decadencia, sin que el olor a mierda de nuestros cerebros porque han empezado a pudrirse por falta de uso.
No puedo prometer que no tendré miedo No puedo prometer que mi mala leche no me dominara No puedo prometer que no romperé promesas No puedo prometer que elija el buen camino No puedo prometer que no caeré dos veces en el mismo error.
Solo puedo prometer seguir sonriendo todo lo que pueda y no vender o comprar sentimientos, no tener miedo al mañana y sobre todo que el viernes es un buen día para empezar a seguir sonriendo.
Todo ha ido como ha tenido que ir y como soy un cabezón, me ha costado mas de un año darme cuenta que no se puede controlar lo que el día a día te tiene preparado en cada esquina. Me siento con ganas de escribir esto porque hoy ha sido un Lunes atípico de principio a fin, sin tregua y destrozando las horas con noticias, frases o acciones que me han empujado a volver a escribir. He aprendido a escribir con calma, sin prisas, disfrutando las palabras y no escupiéndolas como hacía tiempo. Escribir por escribir y no tener que esconder la tristeza o la soledad detrás de letras llenos de rabia y un montón de preguntas sin responder. Unas preguntas que al día de hoy realmente no me importan una mierda. Ahora veo desde donde escribo y solo me sale una sonrisa al comprobar que al fin he vuelto a sentir que voy andando hacia adelante, con mis pequeñas paranoias, mis sueños y mis pequeños retos. Miro al pasado, veo lo gilipollas que he sido y solo puedo sentir vergüenza propia. Mi dolor se convirtió en rabia hacia quien no debía ya fuese de color amarillo, negro o rojo su pelo. Sin pensar en las consecuencias de querer hacer sentir a un corazón que estaba cerrado por derribo. Un corazón que salpicó mas malos momentos pasados, que bonitos instantes presentes. Gracias por aguantarme. Ahora todo es diferente y creo que aunque sin equilibrio no tengo que hacer cosas para sentir sensaciones. Tengo mis sueños, mis logros, mis proyectos a corto y medio plazo que hacen que se dibuje una sonrisa en mi cara. Tengo la tranquilidad para dar consejos a gente que hice daño e intento redimir mi daño dando consejos y apoyo cuando es otro corazón el que duda al mezclarse con sueños futuros. Que sensanción tan jodida. Así que tengo claro que no voy a jugar con sentimientos, es peligroso, inútil y generalmente es una partida que tienes la batalla perdida. No pedir consentimiento a mis acciones o intentar satisfacer a todo el mundo y sobre todo no alargar cosas que no van a ningún lugar. Por eso no me callo porque he recuperado mi forma de ver la vida, mis creencias para bien o para mal. Esa mezcla de colores entre el lado de luz y oscuridad con el que he convivido tantos años y que a día de hoy me siento orgulloso de lo que me ha hecho ganar. Unos buenos amigos, un mundo en la cabeza intimo y personal, que me recarga las ganas de seguir actuando, disfrutando y exprimiendo este inmenso teatro que es la vida. Quien quiera quedarse que se quede, quien espere que cambie no lo haré y quien quiera irse que se vaya que la puerta siempre estará abierta.
Entre todo este Lunes de caos y noticias, la canción solo podía ser para ella que ha perdido algo importante. Una perdida que me hizo cambiar mi forma de ver las cosas y que me hizo sentir la peor sensación que recuerdo. Por eso como tu has escrito ahora hay otra estrella en el cielo....por eso nunca debemos de dejar de mirarlo.
La verdad que se esconde detrás de nuestra mirada no se puede falsear, tal vez, pueda mentir nuestra boca, disfrazar nuestra forma de pensar o de vestir, pero una mirada nunca se puede controlar o manejar a nuestro antojo. Nuestras pupilas reflejan nuestros miedos, nuestras inquietudes, sueños y deseos se mezclan con el color de nuestro iris. Los ojos explican lo que escondemos y por mucho que lo disfracemos ellos son la mejor maquina de la verdad que existen. Puede que una persona amable, esconda la mirada de un bastardo o bien, alguien que sea tan duro como una roca sea una encantadora persona. Hay ancianos con la llama de la energía plasmado en sus pupilas o jóvenes que tienen tan apagado ese brillo, que parecen muertos en vida. Hay colores simples, negros, marrones o azules. Hay mestizajes indecisos donde los colores se mezclan como si fuese una paleta de colores de un pintor de brocha gorda. No hay dos ojos iguales, ni siquiera los propios, sino me creeís miraros al espejo y vereís que cada uno es único, que el izquierdo no es idéntico al derecho. Somos lo que nuestra mirada esconde, la que usamos para comer antes de comer, la de matar sin tener que matar, la que puede doler mas que cualquier palabra o gesto. La que puede hablar sin decir nada, la que puede atender sin tener que preguntar o disfrutar sin tener que mover nuestros labios. Nuestros ojos es nuestra ventana al mundo, nuestra forma de ver la vida con el infinito abanico de colores que se esconden entre el blanco y el negro.
La verdad es que todo necesita un pago para recibir algo a cambio, no hay nada gratis y como alguien dijo una vez, la energía ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma. Es una continua formula alquímica de una continua toma de decisiones. Cada paso exige un gasto, un pago para poder seguir caminando y poder tomar nuevas decisiones para convertir esa energía en algo positivo. Es cierto que a veces el plomo no se convierte en oro y el esfuerzo realizado no nos crea el beneficio que esperábamos.
O tal vez no vemos ese beneficio porque somos seres negativos por naturaleza. Nos gusta ver las cosas medio vacías y por ello, muchas cosas buenas se nos pierden porque nuestros ojos no logran verlas. Sin embargo todo tiene su parte buena, la justa y proporcional a la mala.
Las desgracias te ayudan a sentir el dolor de la ausencia, a elegir tu nuevos pasos para minimizar los futuros errores y en esencia, a crecer hacia la imagen que nos gustaría que se reflejase en los espejos.
Los golpes de fortuna nos ayudan a exprimir nuestras sonrisas. Nuestros momentos de paz para seguir caminando por el mundo gris donde nos ha tocado vivir.
Así que todo esta en equilibrio, incluso este domingo donde recuperas las horas que le debías a la cama y sobre todo, das una tregua a una cabeza de pensamiento acelerado y caótico. Algo relajado para un día de relax disfrutar de la canción....Que mañana vuelve el currar.
Cuando los viernes llegan la mayoría de la gente se alegre, digo la mayoría porque algunos aun nos queda un día o dos por pringar. Son estos días donde piensas que el cansancio puede contigo, que otro madrugar hará que tu gasolina se termine y no puedas seguir caminar. Eso es lo que se debería de pensar pero quizás es mejor sonreír y disfrutar de algo tan simple como quitarte las zapatillas. Suena estúpido pero son las cosas simples las que nos hacen complejos. Son una sonrisa, un café o una simple canción la que nos hace querer seguir caminando. Son las pequeñas cosas las que hacen callar a nuestra soledad, nuestro miedo y tristeza. Esa simpleza en nuestra complicidad hace que nos rebelemos contra el cansancio sin otra cosa que unos dedos para teclear. Por eso, aunque pensemos que ya no podemos aguantar con lo que nunca buscamos aguantar debemos recordar en lo que nos gusta malgastar nuestro tiempo. Así que hoy puede que este cansado pero no me cansaré de seguir pidiendo mas gas a la vida.
El deseo es un don tan peligroso que puede hacer que perdamos la razón, la objetividad e incluso la cordura. Somos seres deseosos de desear, es nuestro sin vivir, nuestra cruz de una moneda que rara vez sale la cara de la cordura. Nuestro deseo crece con nosotros, con nuestros sueños e ilusiones. Madura, evoluciona y muchas veces acaba sucumbiendo a la monotonía. Es un sentimiento vivo, ardiente como solo un adolescente puede desear, de esos que quieren descubrir el mundo que pisan sus pies. Es un deseo que quema, que arde en los rincones oscuros, en los descampados escondidos en cualquier noche de verano, donde el amor de verano acababa siendo dos cuerpos desnudos con las estrellas como cielo. Ese deseo puede acabar quemando corazones, sonrisas y sobre todo futuros que no quieren dejarse para mañana. Es un futuro presente de bocados a cada minuto, a cada sensación, a cada sonrisa cómplice o mirada furtiva. Ese es el deseo de desear. Un deseo que crece, que mengua con el paso del año y acaba secándose como una flor que el tiempo ha dejado de regar. Entonces el camino de la decisión te hace saber que clase de persona se esconde en tus pupilas. Es saber si dejarás que esas ascuas se apaguen y mueran como un anónimo sentimiento o bien pelear, enloquecer y no olvidar que aunque mas cómodo, el camino marcado a veces implica perderse un lugar mejor para ver el amanecer. Es hacer al deseo que se esconde detrás de tus costillas, que palpita, que tiene su ritmo, su canción, su armonía. Es mirar a los maestros de pluma en vez de lengua y escuchar hasta casi tocar lo que significa desear. Es saber que el ruido de un andaluz puede despertar hasta las princesas y hacer correr a la mas vaga de las tortugas. Es saber como la añoranza de una historia de un padre, puede hacer que un hijo se niegue a enterrar una revolución que mucha gente ya olvidó recordar. Es intuir que el deseo se cruza en vidas anónimas haciendo que en ese instante, en ese puto instante nos sintamos reyes. Sin embargo mi latir siempre ha estado unido a otro de esos poetas, de esos de glamour de la considerada baja sociedad. Tal vez porque siempre fui como una veleta infiel al viento, de esas que no paran de desear mil y una miradas, mil y unas sonrisas, mil y una caricias. Tal vez porque sufro esa enfermedad de no querer jamás de desear o sentir con cada uno de mis sueños. Tal vez por eso, porque yo siempre seré simplemente un aprendiz de sinvergüenza a su lado, sonreiré cada vez que su voz vuelve a pasear y cambiar el vals de mi corazón en un nuevo tango.
Nuestro estado de ánimo marca nuestra forma de ser, nuestro día a día y lo mas peligroso la lucidez ficticia de nuestras decisiones. Es como un espejo como mil reflejos, con mil situaciones y variables que hacen que nunca veamos a la misma persona que nos mira a través del cristal. Es difícil mantener la sangre fría, mas que nada, porque no somos reptiles (Aunque unas cuantas víboras seguro que conocemos todos) y por ello es difícil analizar las consecuencia de nuestros actos. Te das cuenta con el tiempo las contradicciones se dibujan como un retrato, mas bien como una caricatura porque somos seres tan imperfectos que a veces creemos que no nos equivocamos. La forma de llevar esto es saber que cada uno de esos reflejos en parte de nosotros y por lo tanto, hay que verlo como natural, propio y que con sus aciertos o errores siempre será nuestro reflejo.
A veces puedes conseguir la redención que en otro tiempo no la conseguirías, mas que nada, porque el miedo te hace ser totalmente estúpido. Pero las estupideces hacen que nos perdamos cosas, acciones que tal vez hubiesen cambiado nuestra vida, nuestro camino a seguir y nuestras decisiones tomadas con los ojos cerrados. Sin embargo a veces conseguimos recuperar cosas perdidas, cosas importantes que nuestros ojos hicieron simples por temer a dejar que volviese a recuperar lo que el desengaño se encargó de enterrar. Ahora sé que una tirita nunca curara un jarrón hecho añicos, de esos que dentro de una bolsa suena como un sonajero. Cuando te das cuenta que todo no es como te dicen, dejas de creer a la gente que no sabe realmente no que siente y comienzas a ver lo que tu pecho se negó a sentir, comprendes que todo ese tiempo no has aprendido nada. Tal vez a aprender a valorar lo que una pelirroja te puede llegar a escuchar, a hacer sentir a gusto y a disfrutar. Es un momento de redención una alegre tristeza a ver lo que perdiste, lo que no dejaste sentir y sin embargo, después de mil batallas, guerras y suicidios a lo personal que tanto minaron algo que te hacía sentir lleno. Por eso te alegra verla sonreír, ver que alguien esta feliz y odias que no hayas sido capaz de conseguirlo tú. Pero adoras que la seguridad de esos ojos y la vida que te emperraste en machacar con tu tristeza, brillan de nuevo con tanta fuerza.
Nunca pasaré el corrector porque estas líneas no las escribo sino que las escupo, si escupo estas lineas como un mal que a veces corroe mi interior. Otras en cambio es el aire que me sobra porque he subido demasiado alto y empiezo a olvidar el tacto del suelo. No pido la perfección, nunca lo haré porque lo perfecto tiene pinta de ser aburrido y por ello no pido a mis dedos que lo sean. Solo quiero que escriban lo que mi cabeza piensa o mi corazón sienta, sin pararme a pensar si va con V o B si tiene acento o en algún momento una coma daría el suficiente aire para seguir leyendo. Por eso pido perdón a cada uno de vosotros y aunque no os puedo prometer algo que no haré, podeís engañaros pensando que reeleeré lo que escribo alguna vez. Jejeje.
Siempre llega el momento en que decides dejar la pensión completa de la seguridad, es difícil pero sientes que el cuerpo ya no esta a gusto en ese lugar, en esa protección que durante tantos años has llamado hogar. Será un hogar que siempre estará allí, para suerte o desgracia, pero que sin embargo no puedes considerarlo tu propio espacio vital. Te cuesta, dudas pero al final sientes las ganas de libertad, una libertad que te acarició hace unos meses a miles de kilómetros de distancia y como buena enfermedad, se ha negado a desaparecer de tu pecho. Es tiempo de alquilar tu tiempo, de vivir a otro ritmo, ni mejor ni peor, simplemente a otro ritmo, con la responsabilidad de tus pasos, de tus acciones y sobre todo, con ese ansia de poder y querer ser valido para la vida. Es como un pájaro, de esos que primero planean antes de volar y cumplir sus sueños, sus etapas que para mi placer, son proyectos bien diversos a lo largo de estos meses. Son guardar tu vida en cajas, en recuerdos, en noches sin dormir, en mañanas de tarde despertar, son tus ambiciones a medio plazo. Esas mismas ambiciones que tal vez hagan que mis cajas vuelvas a estar rebosantes, no se si pronto o tarde, pero sé que lo estarán porque poco a poco todo el mundo debe aprender a volar.
