A veces es realmente peculiar como conocemos a la gente que nos rodea, sobre todo, si después de haber cumplido los 30 aún mantienes contacto con aquellos que llevan casi toda una vida junto a ti.
Hoy hablaré del quinto jinete del apocalipsis.
El señor Txetxi, aquel que desde el primer momento que nos conocimos se quedó una parte de mí...mas que nada porque yo le zumbe una leche y el me arrancó un mechón de pelos....niñez, divino tesoro de golpes y ostias. Luego vino la venganza y cuando él creía que estaba haciendo la partida perfecta en su máquina preferida (si niños antes los bares tenían máquinas, funcionaban con 25 pesetas y los gráficos de alta definición eran una utopía) decidí que si el se había quedado con una parte de mí, debía joderle a puertas de alcanzar la gloria....y dí al interruptor de apagado.
Así comenzó todo, después ummm, después vinieron las noches, las borracheras, esguinces, castigos por intentar ir borrachos a por setas, puertas rotas...vateres tambien rotos, llamadas del director del colegio a nuestros padres (en esto me ganaba, puesto que tenía un botón de marcación rápida en el telefono de dirección) castigos varios y demás aventuras y sobre todo desventuras que han ido rellenando los años.
Luego alguien consiguió lo impensable y en contra de todos los pronósticos una chica logró encauzar su camino, bueno no del todo, aún le quedan algún que otro secreto en forma de rebeldía que siempre acompaña a los cafés de los mediodías.
Asi pues hoy sale el jinete, aquel que mantiene esa alma de niño travieso...mas bien hijoputilla intacta. Capaz de dar la contestación mas salvaje cuando menos te lo esperas, sin filtros, sin límites, directo a tus oídos, porque si algo lo define es su arrebatos de honestidad brutal.
Así es uno de mis compañeros de fatigas, aquel que quizás mas tiempo he compartido, digamos, que hemos sobrevivido a guerras internas de cuadrillas y aun seguimos intactos, seguramente porque dentro de toda esa fachada de eterno pasotista de la vida, se esconde uno de los tíos mas leales que jamás he conocido. Siempre dispuesto a ayudar en lo que sea, el primero en ofrecerse si necesitas que te lleve a algún sitio o tienes un problema y sobre todo, un tipo que daría la cara por tí aunque se la partiesen (eso si a ver quien tiene los huevos de intentarlo)
Así pues hoy volveremos a hacer esa bajada a los infiernos, esa cuesta abajo que siempre nos lleva a territorio comanche, ya sea nochevieja, nochebuena o como sucede hoy sus fiestas. Seguramente nos pasará lo de siempre, volveremos con el sol y un vaso en la mano...solo espero que esta vez no le dé por querer esconderse entre las zarzas después de saltar un quitamiedos.
P.D. Me he abstenido recordar la "anecdota" del vaso aquella noche en Llodio o la cascada por respeto y sobre todo por gusto...pero algunos sabreis de lo que hablo jajaja.
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