Erase una vez que se era una marmotilla algo confundida, mas bien desubicada, porque durante la rutina diaria pensaba que era una luciernaga, no porque volase, sino porque brillaba en la oscuridad cual gusiluz cualquiera.
Entonces llegó el jueves y sin comerlo ni beberlo casi acaba vestida de blanco en busca de toros e ilusionada comenzó a dar saltos de alegría. Pero la pequeña inconsciente no contaba con la rebeldía de su estómago, quien en huelga desde que visitase tierras Gabatxas se lo prohibió tajantemente.
Y la marmotilla se entristeció.
Asi fue como triste se miró en el espejo y penso, "¿Porque no soy un gato?" y poniendose su camiseta color noche decidió salir cual felino por los tejados en unas fiestas al lado del mar. Para su aventura llamó a su amigo el Koalilla, aficionado no a comerse las deliciosas hojas del eucalipto de la risa, sino mas bien, a echar humo con ellas.
Con el plan improvisado salió rauda y veloz, pero como cenicienta no llegó hasta su destino pasada la medianoche y todo, porque unos coches que hablaban les retrasaron.
Tan pronto como bajaron del metro, el ruido de la fiesta les envolvió y los dos intrepidos animalillos, que ya eran gatos y no marmotas o koalas buscaron un buen trago de Mojito y buena compañia.
Sin embargo, marmotilla tuvo que esquivar al vil aparato roba alma, ese que ahora tiene millones de disparos y no solo 24 o 36 como antaño tenían los diabólicos rollos de pelicula.
Entonces, mientras evitaban las fotos, no pudieron evitar la lluvia y pensando que eran unos pececitos fuera del mar comenzaron a chapotear felices mientras los demás intentaban buscar el amparo de un techo para cobijar sus cabezas.
Ya estaba, ya no había vuelta atrás y el agua no hizo sino agravar esa confusión de personalidad y convirtiendose en patos, bailaron mareados al son de canciones de dudoso gusto musical.
La noche se convirtió en día y toco retirada mientras el alcohol se mezclaba con el sudor del último local de mala muerte que aun permitía entrar animales, bueno había otro, pero dos gorilas comenzaron a pelear por quien era mas estúpido y por lo tanto, no era un buen lugar. Allí decidieron marchar y seguramente entre todas las princesas de madrugada, dejar atrás a cenicienta con las trampas por la sangre y olvidandose si debía haber vuelto a las 12 de la noche o del mediodia.
Marmotilla llegó a casa y pensó "Que divertido es ser gato"
Ay pobre insensato porque cuando despertó se dió cuenta que ya no era un felino, sino un reptil y así, reptando, reptando, llegó a pasar las pocas horas de domingo que permaneció con los ojos abiertos.
Pero eso no fue lo peor.
Al caer la noche vió que tambien había dejado de ser serpiente y en vez de eso, al mirar al espejo vió que se habían salido un par de alas, un pico, muchas plumas y unos ojos como platos.
¡Se había convertido en un buho! y cual ave nocturna no pegó ojo en toda la noche y cuando el despertador le golpeó la cabeza y vió que se había vuelto a convertir en marmotilla, pensó que podía mentirse otra vez mirando su reflejo y decir que nunca mas se disfrazaría de gato negro...pero hace mucho tiempo que marmotilla dejó de mentirse a sí mismo, así que tras bostezar, se dispuso a volver a disfrazarse otra vez en luciernaga para comenzar otra dura semana.
Renaciendo
Hace 9 años
3 Comentarios:
Ya sabía yo que no era buena idea echarte tripis en el mojito...
Si porque el eukaliptus de la risa bien que te lo fumaste entero! Drojadicto!
Tuvo alguna ayudita con el eucalipto...jeje
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