3/11/2010

SILENCIO CON ECO

No hay nada peor que buscar el sentido a un silencio forzado, a una despedida sin un adiós, sin una explicación o un pañuelo en la estación.
Si es un silencio de corazón.
Es tan sangrante, que el vacío de la fingida indiferencia te hace cambiar, te hace errar porque el eco se convierte en tu aliado, tu compañero Judas que te hace confundir amor con placer, que te hace diluir el odio desenfocado a tu alrededor, en vez de centrarlo en la pared cruel e insensible que creo ese silencio de soledad.
A veces gracias a muchas manos de ayuda, gracias a mil caídas, a mil errores y contar hasta diez, consigues volver a gritar sin encontrar el eco de tu propia voz.
Hay silencios de la última parada, de ese último billete que nunca te llega cuando quieres y sin embargo, siempre te quedan mil cosas por decir, cientos por hacer y decenas por olvidar.
Es un silencio forzoso, sin vergüenza, sin amor, sin odio, sin vida a la que reclamar.
Entonces sabes que no encontraras respuestas, solo el silencio y por lo tanto, esas pequeñas preguntas que no conseguiste formular, jamás tendrán respuesta.
Sin embargo los silencios también pueden ser únicos.
Un silencio por mil palabras, un silencio por una mirada, un silencio por una sonrisa, un silencio por un gesto.
El secreto de los silencios reside en encontrar el motivo por el que se crean, por el que surgen para permanecer escondidos tras los sentimientos.


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SOLAMENTE UNA PIEZA...