3/13/2010

A PORTAZOS

La verdad es que en general el ser humano nos quejamos por vicio, nos escondemos bajo las consecuencias de nuestros actos de nuestras decisiones, las maquillamos llamándolas mala suerte, destino o providencia.
Somos así, nos gusta buscar una excusa a nuestros errores, a nuestras acciones no realizadas o nuestros momentos no vividos.
Nosotros decidimos casi todo, lo hacemos como mejor sabemos, teniendo en cuenta que nuestro futuro es tan indeciso como nuestros propios pasos.
Somos jugadores de poker, a veces arriesgamos, a veces nos plantamos y casi siempre disfrutamos.
Porque debemos aprender que en este juego, las consecuencias pueden ser nefastas o alegres.
Son nuestras marcas y por eso decidimos abrir o cerrar puertas, nuestras puertas de nuestro hotel como nos da la gana.
Aunque algunas las abra el viento nosotros las podemos cerrar, esta claro que es nuestra decisión, nuestro valor a dejar cosas en el pasado, de sentir que cosas que no funcionaron no lo van a funcionar a día de hoy.
Debemos mirar hacia delante, asumir nuestros sacrificios, nuestras horas sin dormir, nuestros agobios por nuestras ilusiones.
Tenemos que asumir que puertas cerrar y cuales no, no se pueden dejar entre abiertas, porque ni las olvidas, ni las recuerdas para siempre.
Cada uno es dueño de su partida, de sus puertas, de su destino y sus decisiones, cada uno siente lo que siente, vive lo que quiere vivir y sueña lo que quiere soñar y ese pequeño cúmulo de errores y aciertos, de sonrisas y lágrimas, son las que nos hacen mirar cada día de forma diferente, a veces para mal a veces para bien, pero siempre diferente.

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SOLAMENTE UNA PIEZA...