El inicio de cualquier semana implica el retorno a la rutina, a los bostezos y las ganas de seguir rodando por la cama a pesar que el pitido del despertador intenta reclamar toda tu atención.
Vale, te levantas, te metes en la ducha sin sentir ni padecer el agua y sin darte cuenta te pones en marcha otra vez. Es como arrancar en frío un motor que suena y se queja a cada paso como penitencia del fin de semana, es lo que hay y lo sabes, pero a pesar de ello, haces pucheros como un bebe.
Es el pago por los fines de semana de doblete con cine de postre, de esos en los que no miras al espejo y decides salir a darlo todo por "los buenos tiempos". Hacer doblete, de esos de viernes mas sábado igual a desastre, mas si contamos, que el viernes se convirtió en sábado y el sábado en domingo...para que luego no digan que la magia no existe.
Así que entre abracadabras y chisteras sin conejos te dan las nueve de la mañana cuando decides que ya es hora de volver a casa para tumbarte en la cama, mas o menos, veintiseís horas después de haberte levantado, ir a currar e intentar hacer un montón de cosas que tenías pendientes. Pero es lo que tiene las fiestas del pueblo de alado, que te lias, te dejas liar o te lían, da lo mismo, el resultado es siempre igual:
Salir del bar con el sol en alto y mirando a tu alrededor para descubrir mas zombis que el una temporada completa de Walking Dead.
Conclusión, el sábado perdido en el olvido tras una comida familiar y un colchón que resulta tan atrayente como la mujer mas sexy del mundo. Para cuando te levantas ya se ha vuelto a hacer de noche y las dudas corroen tu cabeza, o bien sigues durmiendo o bien sales un rato para despejarte y comportarte acorde a tu edad. Por supuesto decides lo segundo y fiel a tus principios empiezas la noche sentado en una terraza tomando un cubatita como una persona adulta. Pero dura lo que tiene que durar y terminas de nuevos en las Txoznas (es que deben de tener imán) brindas y vacías vasos, charlas con gente que hace siglos que no ves e intentas no volverte a liar, que te líen o dejarte liar.
Sin quererlo miras el reloj y ¡sorpresa! son las cinco de la mañana cuando decides retirarte, sin embargo, el daño ya esta hecho y como si el alma de un perezoso se apoderase de ti, el domingo lo pasas entre acurrucado en el sofá y soportar heroicamente las tres horas del "eterno" Nolan.
Así pues hoy es Lunes lunero y los vasos están vacíos, aunque al menos y como consuelo, fue por haber sabido brindar con ellos.
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