Cada día llueve mas fuerte y no es que caiga del cielo agua sino que la mierda se va acumulando en el suelo. Cada semana tenemos una nueva de esas que nos dejan sin aliento. Pensamos que ya no puede ir nada peor pero el gran Murphy siempre nos demuestra que estamos equivocados, que el final de tunel tal vez se convierta en una utopía que jamas pueda ser alcanzado.
Sin embargo continuamos embobados, mirando ciegos a pelotitas entrando en una red, comprando todo lo que nos hacen tragar por los ojos las televisiones. Siempre lo mas nuevo, lo mejor y sobre todo lo que nos convierta en una figurita de el enorme tablero del juego que nos han hecho jugar.
Es una verdad tan vacía como nuestros bolsillos y a la par tan cierta como la verdad mas absoluta. Puesto que realmente que vales lo que tienes, el problema, es que esas posesiones no tienen y sobre todo, no deberían basarse en algo material.
Debería ser algo mucho mas único como una simple sonrisa o una confesión a oscuras. Algo tan vital como saber hacer un día gris y monótono en algo especial o disfrutar con los ojos de un niño cuando todo a tu alrededor te inste a poner cara de perro. Es tan facil y a la vez tan complicado que mucha gente se pierde por el camino, se agria hasta pudrirse por haber olvidado que todo esto, no es sino una sucesión de pequeños detalles.
Gestos que haces sin pensar, que te salen de dentro y no recibes pago alguno, gesto de cariño que te definen como persona. Un ser humano diferente a los demás repleto de defectos y virtudes pero que aun conserva esas ganas por seguir sorprendiéndose cada día.
Porque por mucho que intenten etiquetarlos las marcas jamás debemos olvidar que llegamos a este mundo en bolas y sin ser una imitación de nadie.
Desde ese primer instante simple y llanamente, ya eramos únicos.
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