Una casa con demasiadas habitaciones para un solo par de ser vista por un solo par de ojos, para ser caminadas por tan solo un par piernas o sentidas por tan solo un sentimiento.
Blancas paredes repletas de viejos momentos. Llenas de noches pasadas de sonrisas inocentes de niñez, y ahora, cuando el tiempo ha reescrito una vez mas la historia, apenas están llenas de presente.
Muebles oscuros, simples. Sin apenas un atisbo de identidad mas lejos de los trocitos de recuerdos que esconde en su interior.
Presente solitario, de esos de caminar bajo el eco de tus propios zapatos, fiel al viento de cada momento, artífice de las lágrimas de fracasos o de los aplausos mudos de tus victorias.
Tan solo eso, cuatro mudas paredes blancas escondiendo a un niño, con la mirada repleta de miedo a levantar la vista y observar a las estrellas.
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