BOLAS DE PAPEL

Hay dias que tu divorcio con tu imaginación es inminente, tan dramática que incluso tus musas te han mandado una orden de alejamiento.
Son momentos críticos, algo parecido de haber andado 17 kilómetros en dirección contraria y darte cuenta entonces que te has equivocado.
Ayer fue uno de esos días.
Pasas el día de mala leche, dándole vueltas y mas vueltas a algo que ves que no tiene solución. Lees una frase y ves que si cortas en un lado, te cargas la mitad del otro y decides muy a tu pesar hacer una gran y rabiosa bola de papel, cagarte en Caperucita mil trescientas cuarenta y dos veces y comenzar de nuevo.
Sigues dándole vueltas y llegas a la conclusión que cada día entiendes menos porque te metes en estos embolados ¡con lo feliz que serías matando marcianitos en la consola!
Decides darte por vencido, lo decides, estas seguro y luego al final no lo haces porque entonces sale a relucir tu orgullo, ya sabéis ese pensamiento estilo: !POR MIS COJONES...!
Decides relajarte, tal vez no se pueda hacer, tu ordenador no tiene la culpa y quizás tengas un bloqueo mental por no dar vacaciones a las neuronas.
Entonces todo comienza a fluir de nuevo, se te ocurre una chispa y llamas por teléfono para dar la carga, eso se te da genial. Preguntas y sonríes, parece que todo vuelve a funcionar y la maquinaria tiene un nuevo hilo en el ovillo, un nuevo hilo para otro nuevo telar.