11/23/2011

LA CALMA A VECES SIRVE

Diez días para no hacer nada, puede sonar a vagancia extrema y tal vez lo sea, pero también es útil para desconectar unos cuantos interruptores en mi acelerada cabeza.

Nunca pienso que me exijo demasiado, sobre todo, cuando hago lo que me gusta, lo que me libera y es mi hobby a fin de cuentas. Una forma de liberarme pero que a veces se convierte en mis cadenas, en un esfuerzo de no dormir, de pensar demasiado y centrar toda mi atención en crear una ficción que pierdo la objetividad de la realidad.
Es algo invisible, inodoro y sin sabor a nada, es una sensación que poco a poco te va saturando sin darte cuenta hasta que te asfixia y sientes la necesidad de cerrar todo durante un tiempo, dar carpetazo y simplemente no hacer nada.
Tiempo para ti, para solucionar guerras y sobre todo para hacer todo aquello que tenías pendiente. Cosas como terminar de pintar la casa en muy buena compañía, tomar un café sin prisas, charlas sobre cosas triviales pero amenas o disfrutar de ese placer que supone ver una película.
Así pues me quedan 24 días de no hacer nada, luego volverá mi querido caos.


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SOLAMENTE UNA PIEZA...