11/15/2011

DESENCUENTO DE HADAS 5

Erika se encontró en un bar oscuro con las paredes pintadas de negro, cargado por el humo que se apelmazaba en el techo por la falta de ventanas y con una melancólica canción de Jazz de fondo.
Erika tomó asiento en uno de los taburetes de la barra y comprobó que la higiene tampoco era la fuente de aquel lugar.
Timbre se posó en la barra y comenzó a patalear todo lo fuerte que podían sus pequeñas piernas.
- ¿A quien hay que matar para que te sirvan un trago?
De debajo de la barra apareció un hombre de unos cuarenta años.
- Joder. ¿Ni recargar las cámaras me vais a dejar?
Erika se fijó en aquel hombre de ojos claros y barba descuidada, debió haber sido realmente atractivo con aquellos ojos color miel.
Aunque al igual que sus ojos el resto de su cuerpo parecía que también se habían apagado y una prominente barriga era la mejor descripción de aquella batalla perdida con la vida.
- Mira que sorpresa. ¿Has venido a ver a tu hermana?- Pregunto el hombre al ver a Timbre.
El hombre dibujó una sonrisa en su boca y sus amarillos dientes le demostraron a Erika que la misma higiene del bar, era la que gastaba su dueño.
- Solo he venido a tomar un trago con una amiga.- replicó Timbre.- Nada de visitas.
- ¿Tequila?- Preguntó el camarero si desdibujar la sonrisa.
- Lo sabes de sobra.
Erika no entendía muy bien toda aquella conversación hasta que se fijó en la camiseta del camarero. Una camiseta negra con el nombre del bar, aclaró todas las dudas. Aquellas letras descubrían quien era la hermana de Timbre.
Erika estaba sentada en el taburete de un bar llamado Nunca Jamás.
El camarero se giró para coger una pequeña botella de Tequila y dejarla en la barra junto con dos minúsculos vasos de chupito.
- Invita la casa.- Dijo mientras se alejaba hasta el otro lado de la barra.
Erika miraba a Timbre con una sonrisa de satisfacción por haber descubierto uno de los secretos del Hada.
- ¿Así que Campanilla es tu hermana?- Preguntó la joven.
- Va a ser que no eres tan tonta como pareces.- Contestó Timbre mientras bebía un trago de tequila.
El hada hizo un gesto de asco pero se sirvió otro chupito.
- ¡Joder que bueno!- Dijo mientras bebía su segundo chupito.- Si quieres ver a mi hermana solo tienes que girar y mirar en la mesa de detrás de ti.
Erika se giró y como lo demás en aquel viaje lo que encontró era totalmente diferente a lo que ella esperaba.
Sentada en una de las sillas estaba campanilla, embutida en un vestido de noche negro y con sus labios pintados de un color rojo intenso. Su pelo rubio estaba perfectamente liso y recogido con una diadema de diamantes, a juego con el resto de joyas que decoraban su cuello y muñecas.
A su lado estaba un pequeño grillo del tamaño del hada, enfundado con un costoso traje y fumando un minúsculo habano.
- ¿Ese es Pepito Grillo?- Preguntó Erika.
Timbre se giró y miró en la dirección donde miraba la joven.
- Acertaste.- El hada se tomo otro lingotazo de Tequila.- Se chulea a mi hermana.
En ese momento apareció un joven de unos treinta años, vestido con una horrenda camisa hawaiana, bermudas y unas oscuras gafas de sol tapaban sus ojos. Unos cuantos collares de oro decoraban su cuello y casi todos sus dedos estaban adornados con anillos del mismo color dorado.
Sin embargo los dos detalles que resaltaban sobre el resto eran la prominente nariz de aquel personaje y el par de esculturales mujeres a las que venía agarrado. Una por cada brazo, pero ambas con la misma pinta de haber sido operadas en cada centímetro de su cuerpo.
- Entonces ese es Pinocho.- Dedujo Erika.
- Mas bien Veintiocho.- Replico el hada tras su cuarto chupito.- Pinocho veintiocho.
La joven miró a la cada vez mas ebria hada sin entender muy bien a que se refería.
- Ese, inculta amiga.- Dijo Timbre reprimiendo el hipo.- Es el nombre artístico del mejor actor porno de todo este mundo.
- ¿Actor porno?
- Digamos que no solo tenía grande la nariz.- Sonrió el hada.- Bueno, además de ser una estrella porno, también es bueno con la cocaína, las mujeres y la juerga.
- ¿Su conciencia no dice nada?- Se sorprendió Erika.- ¿Qué opina Pepito Grillo?
- El dinero y el sexo acallan cualquiera de las conciencias.
Erika se giro, miró fijamente a aquel grillo y le vio inhalar una larga calada mientras Campanilla jugueteaba con una de las antenas.
Timbre levantó el vaso del chupito.
- Bienvenida a Nunca Jamás, la cloaca de los cuentos.
Erika miro a su alrededor y comenzó a encontrar detalles que antes se le había pasado completamente por alto.
El bar tenía unas cuantas mesas y todas ellas ocupadas con personajes sacados de sus inocentes cuentos infantiles.
Aunque ninguno de ellos eran lo que se decía nada inocentes.
Hansel y Gretel bebían sin descanso cervezas mientras se reían señalando a una mesa cercana en la que pulgarcito yacía inconsciente por el exceso de alcohol.
Junto a ellos y contra una pared sin preocuparse demasiado por ser observados un hombre vestido de soldado daba rienda suelta a su lujuria, perdiendo sus manos entre los pliegues del tutú de una bailarina de ballet.
Todos ellos eran parte de sus recuerdos de infancia por ello al verlos de esa forma, viendo que no eran para nada como ella los recordaba, la llenó de un vacío en su interior.
- Siento ganas de vomitar.- Dijo Erika.- Son todos unos depravados.
- Ya te he dicho que esto es una cloaca.- Contestó con voz ceceante Timbre.
- Guanta razón tienes.- Contestó una voz ebria al otro lado de la barra.
Erika y Timbre miraron al unísono y vieron a un pequeño ratón tirado sobre la barra, en ese instante, un chico de edad parecida a la de la joven se acercó hasta el etílico personaje.
- Vamos deja en paz a las chicas y vamos a casa.- Dijo mientras cogía con mimo al ratón.
El joven se despidió de Erika con un gesto y marchó con el ratón entre sus manos.
- Ese era Martín con su ratoncito.- Le explico Timbre.- Está así desde que Susana le dejó por una de las ratas de la cenicienta.
- ¿Una de las ratas de la cenicienta?
- Si, ya sabes.- Continuó el hada.- Una se casó con el hada madrina y cuando palmó heredó un verdadero pastón.
- Y Susana le dejó por todo aquella pasta.- Concluyó Erika.- ¡Que zorra!
- Si. Pero una zorra forrada.
Erika tenía que poner orden en su cabeza y para ello necesitaba silencio.
En ese momento todas las luces se apagaron y un gran foco iluminó un pequeño escenario que había permanecido oculto para la joven hasta ese instante.
De entre los pliegues de la cortina de detrás del escenario apareció una larga y esbelta pierna que comenzó a moverse.
- Comienza el show de bella.- Le susurró Timbre a Erika.
La pierna dio paso a un cuerpo tan esbelto como aquella extremidad. El cuerpo de una mujer hermosa, con un hermoso pelo azabache recogido con un precioso broche dorado.
Vestida tan solo con una serie de pañuelos de seda que simulaban un vestido, se contoneaba al compás de la música que tocaba un joven con una pequeña flauta.
Era una melodía hipnótica, rítmica, que hacía que la mujer se contonease mientras comenzaba a quitarse pliegues de seda de su cuerpo.
Todos los presentes comenzaron a aplaudir y silbar ante aquel espectáculo. Mirando con ojos lascivos como aquella mujer se contoneaba.
- No me digas.- Dijo Erika con cara de asco a su alrededor.- ¿Las mil y una noches?
- ¿Las mil y una noches?- respondió Timbre.- Esa tía que se esta denudando es Bella.
- ¿Bella?- La joven miró al hada sorprendida.- ¿La de la bella y la bestia?
Timbre no contestó al momento, esperó paciente mientras se tomaba otro chupito de Tequila.
El ruido de la sala, los gritos y silbidos se callaron, cuando una enorme bestia de mas de dos metros de altura entró en la sala.
Tenía el cuerpo totalmente lleno de pelo y unos enormes colmillos asomaban por su boca, otorgándole un gesto tan feroz, que cualquiera se lo pensaría dos veces antes de meterse con él.
Estaba vestido con un elegante traje negro y una corbata a juego, al verlo sentarse en una minúscula silla, Erika pensó los metros y metros de tela que tenían que haber necesitado para vestir a aquel enorme ser.
- Pagar la hipoteca de un castillo es realmente caro.- Dijo Timbre.
- Ya pero currar de stripper y de machaca, no se, me parece demasiado.
- Pues esto es lo que hay.
Erika se sirvió un tequila y se lo bebió de trago. Aquella bebida tan fuerte bajó por su garganta como si la fuese a abrasar. Antes que aquella vez ya había probado el tequila pero nunca con el estomago vacío.
Aquel sabor aunque desagradable, la hizo olvidar durante un instante toda aquella especie de broma macabra que la rodeaba.
- Todo lo que algún día fue bueno, ahora se ha perdido.- Se apenó la joven. -¿No puedes hacer nada con tu magia?
El pequeño ser la miró con los ojos vidriosos por el alcohol y con la tristeza dibujada en su rostro.
- Es verdad que somos mágicos.- Contestó.- Pero para que nuestra magia funcione hay que creer.
- Yo creo.
- Ya lo sé y me alegro.- Timbre intentó levantarse tambaleándose.- Pero contigo no basta.
El hada se trastabilló un par de veces hasta que pudo mantener el equilibrio.
- No podemos competir con los videojuegos.- Dijo mientras volvía a caer de culo.- A nadie le interesa ya los cuentos pasados de moda, sin tiros o violencia.
- Alguien tiene que haber que aun lean cuentos.
- Pero míranos.- Contestó el hada.- Somos el reflejo de la sociedad.
El hada se volvió a levantar esta vez con mas convicción.
- Somos mentirosos, promiscuos y vengativos porque vosotros queréis que seamos.- El hada señaló a Bella.- Vosotros nos habéis obligado a ser así.
La joven se quedó muda ante la sinceridad del hada. En su miraba no había cinismo, ni rabia, tan solo una tristeza acentuada por el alcohol.
- Los genios y las hadas tenemos que vivir en botes de café.- Continuó mientras miraba a Campanilla.- O dejarnos chulear.
Timbre llamó con un chasquido al camarero y le susurró algo al oído.
- Tenemos que hacer una última visita antes de que te devuelva a tu casa.
- Saluda al viejo de mi parte.- Dijo el camarero mientras dejaba una botella de Ron en la barra.- Espero que ande tan guerrero como siempre.
- Se lo diré Peter.
El camarero se alejó para seguir hablando con la rubia del final de la barra, mientras Timbre se volvía a acomodar en el hombro de Erika.
- Anda coge la botella y tira para fuera.
- ¿A dónde vamos?- Preguntó la joven
- Donde los malvados encuentran su muerte.
Ante esa enigmática respuesta del hada, Erika salió por la puerta del bar.

0 Comentarios:


SOLAMENTE UNA PIEZA...